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Salió del coche y yo me quedé en el sitio, pero al ver que me esperaba en la puerta de la casa, finalmente salí.

Entré al interior de la casa y cuando cerró la puerta le seguí, aún estaba abrazada a mi misma, tenía demasiado frío.

Subimos por las escaleras a la segunda planta y nos dirigimos por un pasillo hasta la habitación del fondo, era su cuarto, bastante amplio y lujoso.

Fue al armario y sacó una camiseta de manga larga.
-Toma- me dijo tendiéndome la camiseta.
Mientras que la cogía le miraba extrañada.
-Podías haberme dejado en mi casa- le dije una vez que le cogí la camiseta.

Este se dio la vuelta dándome la espalda.
-Lo sé- contestó.
-¿Entonces?- le pregunté aún con la ropa mojada.
-Quería que te quedaras esta noche en mi casa- dijo en un suspiro.
-¿Por qué no me lo dijiste antes?- le dije algo molesta.
-Soy muy cortado para estas cosas y no sabía que decirte joder...- me dijo algo cabreado consigo mismo.

Me reí y este se dio la vuelta con una mueca mezclada entre enfado y extrañeza.

-Tampoco hace falta que te pongas así- volví a reírme.
Este sonrió finalmente.

Me quité la ropa mojada delante de él y me puse su camiseta, me quedaba grande, pero aún así me tapaba solo la parte de arriba hasta un poco más abajo de mi zona intima.
Me ruboricé al verme reflejada en el espejo que tenía en el armario.

Este mientras tanto, se quitó la ropa quedándose en boxers y se puso sólo un pantalón largo de un pijama de manga larga.

¿Por qué es tan sexy? Joooodeeeer...

Me estaba haciendo una coleta alta mal echa y sus manos agarraron mi cintura.

Mi cara en ese momento se podía camuflar en cualquier cosa que fuera roja.

Me besó el cuello, ya que lo tenía libre y me abrazó mas fuerte apretando con sus manos mi abdomen, apoyó su barbilla en mi hombro y me miró a través del espejo sonriendo.

Yo sólo pude ponerme mas roja de lo que estaba y sonreír nerviosa.

-¿Por qué estás tan roja?- me preguntó riéndose.
-Na...nada- le dije aún con las manos en el pelo.

Se volvió a reír, puf, la perfección ante mi y conmigo, no puedo ser tan afortunada.

Pasamos lo que quedaba de tarde en su casa jugando a videojuegos, si, los dos somos unos frikis, pero nos divertíamos, cuando uno de los dos perdía el otro le daba un beso para que no se lo tomara a mal, pero es que era tan buena jugando, que todos los besos se los daba yo a él para que no se enfadara, sólo hubo una vez que ganó, pero fue porque yo dejé que me ganara.

Eran ya las nueve y media de la noche, ya había oscurecido y habíamos dejado de jugar, me preparó la cena, una rica pizza casera.

Cuando terminamos nos fuimos a su habitación y me senté en su cama respaldada en la pared.

-Me lo he pasado muy bien- le dije mientras que buscaba la sábana de la cama.
-Yo también- dijo mientras que cerraba la puerta de la habitación.

Al fin encontré el dobladillo de la sábana y pude entrar dentro de la cama tapándome la parte de abajo.

Se acercó a la cama y se sentó en ella.
-He de decirte algo- me dijo seriamente.

Yo pasé de estar sonriendo a asustarme.

-Dime- le contesté con cierta duda.
-Sé que hubo un percance entre nosotros tras aquella noche y que no nos conocemos desde hace mucho...- me miraba atentamente- tampoco sé si voy muy adelantado, ya que es la primera vez que me pasa esto...- suspiró.

Yo lo miraba con atención a la vez tragaba saliva.

-Querrías...salir...¿conmigo?- me preguntó con cierto nervio en sus palabras.

Me sorprendí por aquella pregunta, pero a la vez, sentía mucho por él.

Le sonreí y este sonrió dudoso.
Me acerqué a él y le di un beso.
-Si- contesté.

Este sonrió de oreja a oreja, se notaba en sus ojos un brillo de felicidad y me tumbó en la cama llenándome de besos.

-No sabes lo felíz que me haces- me dijo aún con aquella sonrisa tan suya.

Le sonreí y le di otro beso.

Como una muñeca TRILOGÍA VENGANZA I [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora