Capítulo 44

19.3K 1.4K 241
                                    

—¿Vodka? —preguntó Cris divertido tendiéndome un vaso.

Otra vez estábamos en una fiesta, el maldito aprovecho que estaba desesperada para que lo acompañara.

—Creí que íbamos al cine o algo así —gruñí en su dirección mirando con asco lo que sostenía su mano. Simplemente recordar el sabor me hacía querer vomitar y si eso sucedía, no estaba Donovan para recogerme el cabello.

—Ya deja de quejarte, vamos a pasarlo bien, la última vez así lo hicimos —declaró chocando mi brazo y obligándome a tomar el vaso.

Estábamos en el patio de una casa gigante, como en la que vivía. Es casi imposible caminar por la excesiva gente que había a nuestro alrededor y con suerte llegamos a la barra para que Cris me diera esta bebida asesina. La música hacia palpitar mis oídos de lo fuerte que se oía.

Había algo mucho peor que todo lo anterior. Mucho peor. En la entrada estaba Jessi con su sequito, no sé cómo hice para que no me prestaran la más mínima atención, pero así fue, no se dieron cuenta de mi existencia y estuve totalmente agradecida por ello.

—¿Vas a tomar eso o qué? —Cris chocó su cadera conmigo, expectante a que diera un sorbo. ¿Quería que me embriagase?

—¿Tengo que hacerlo? —La suplica creí que se notaba en mis ojos, pero o él decidió ignorarla, o no la notó. Me fui más por la primera opción

—Si, vamos, por mí, yo te salve hace rato. ¿Lo recuerdas? —Me recordó refiriéndose a la escena de Donovan en mi casa. Bien, tal vez si se la debía.

—Si después de este sorbo te vomito encima, no me hare responsable —advertí mirando con mayor repulsión el contenido en el vaso. Parecía agua, pero Dios, no lo era, ni cerca.

—Me arriesgare —dijo estrechando sus ojos, no muy seguro de su decisión—. Ahora, déjame ver como Celenita obedece, vamos, un traguito para papi Cris

Me reí y lo hice, tomé un trago.

Luego, tres.

Y después, siete.

Ya perdí la cuenta.

—Bien preciosa, dame eso —ordenó Cris tratando de quitarme la botella de las manos.

—¿Qué? ¿Por qué? Me dijiste que bebiera —Le recordé aferrandome a esa botella con mi vida. No estaba completamente ebria, pero tampoco sobria.

Miró a nuestro alrededor, como si deseara encontrar a alguien que lo salvara de mi imparable borrachera.

De repente, cedio. Me dejo la botella, puso una mano en mi nuca y me acercó a su boca. —Si me rapas, juro que tus cejas desapareceran.

Lo mire extrañada, no entendia a que se referia.

Luego, si lo hice.

Me volteé y Donovan estaba dirigiendose a mi, cambiado, con su usual chaqueta y jeans pegados al cuerpo, mierda, no solo capto mi mirada, sino la de todos en este patio.

Giré dispuesta a matar a Cris, pero él ya estaba corriendo hacia dentro de la casa. Era un pequeño hijo de perra

—Hola —susurró Donovan con el cálido aliento chocando sobre mi oreja. Me estremecí e iba a tirarle la botella en la cabeza por eso.

—¿Qué haces aquí? —escupí caminando lejos de la multitud, directo hacia la salida. Ni siquiera hable lo suficientemente fuerte como para que Donovan pudiera escucharme arriba de toda la música, pero lo hizo, tiene orejas de elefante.

—Tú amigo me invito —gritó siguiéndome el paso, parecía interesado, como si de alguna forma no quisiera cagarla más conmigo actuando como un gilipollas serio o enojado... lástima que ya la cago completamente a mis ojos.

No confíes en mí © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora