Capítulo 33

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Su expresión brillaba con calor sobre mí, no dejo de verme ni un segundo. Mi corazón dio un vuelco. Mis ojos se aguaron un poco. ¿Cómo podría superar a este chico y seguir adelante si estaba tan malditamente enamorada de él?

Lo estaba

Estaba enamorada de Donovan.

Con una última mirada hacia mí, Donovan con los otros chicos fueron detrás bambalinas. Trate de huir hacia una esquina esquivando a todas las personas, quería encontrar la puerta que me llevaría junto a Donovan y justo antes de llegar, alguien me tomo de la cintura.

Esperaba que fuera Donovan, pero no se sentía como él, antes de girarme a ver de quien se trataba lo sabía.

Un hombre con apariencia un poco demacrada y una gran barba cubriendo su rostro estaba sonriéndome. Me asuste. Trate de liberarme, pero él solo se apretaba más a mí. Me llevo hacia donde yo planeaba ir desde un principio y me apoyo de cara contra la pared.

—Hey, bonita... —susurró en mi oído con su voz asquerosa, el aliento a alcohol me dio ganas de vomitar.

El verdadero problema ocurrió cuando sentí sus manos ir hacia mi trasero. Quede tiesa. Quería moverme, pero no podía, no reaccionaba. Sentí sus manos meterse por debajo de mi blusa y tocar mi abdomen. Al sentir su erección en la parte baja de mi espalda entendí la situación. Lagrimas empezaron a brotar cruelmente de mi rostro y mis gritos tapados por la música me hacían sentir impotente.

— ¡Suéltame! —grité moviéndome desenfrenadamente, pero eso no lo detuvo, solo se apretó más a mi asfixiándome contra la pared.

—Vamos, sé que te gusta, no te hagas la dificil...

Antes de que pudiera terminar, sentí como se retiró abruptamente de mí. No importándome que hizo que se distanciara, me tire en el suelo abrazándome a mí misma.

Tengo frio.

No puedo respirar.

No puedo respirar.

No puedo respirar.

Me duele la garganta.

No escucho que estoy diciendo.

No escucho lo que él dice.

Me duele el cuerpo.

Todos me observan

No soporto que me tome.

Mi garganta duele más.

Me suelta y vuelvo a caer.

Necesito irme, estoy sucia, necesito irme. ¡No puedo respirar!

Él se agacho. Me decía algo. No podía oír.

— ¡Celina! ¡Celina, maldición! ¡Soy yo!

Me grita en mi cara, esta frenético.

— ¡Celina por favor! ¡Reacciona!

Acunó mi rostro con sus manos y solo así, la rabia apareció. Estuve gritando todo este tiempo.

— ¡No me toques! ¡No me toques!

Golpes por todas partes, sabía que estaba lastimándolo, no me importaba.

Necesito a mi madre. Necesito ir a casa.

Mis manos fueron inmovilizadas contra mi pecho, impidiéndome seguir con los golpes. — ¡Para Celina! ¡No soy él!

Volví a caer sometida por sus brazos. Me hice un ovillo en el piso frio, me permití llorar y gritar. Quiero irme.

Ya no había cuerpos a mí alrededor, la música apenas se oía, el cuarto estaba oscuro.

Donovan me levanto por los hombros y miro fijamente a mi cara.

—Cálmate Alicia, solo cálmate. Ya no volverá a tocarte otra vez, estás conmigo, tranquila.

No podía responderle. Trate de hablar, pero cada vez que lo intentaba dolía. Solo un gemido fue suficiente para hacérselo saber a Donovan.

—Solo voy a moverte un poco para que te sientes. Hay un sofá a unos metros de ti. No te hare daño —Su voz era cautelosa. Asentí y fue suficiente para que lentamente me trasladara a sentarme.

Intento retirarse de mi lado, pero agarre su brazo. Lo estaba apretando más fuerte de la cuenta, pero no quería quedarme sola. Va a volver. Puede volver.

—Tengo que buscar agua, no me iré, prenderé la luz y podrás verme bien.

No lo solté. Ardientes lágrimas empezaron a salir de nuevo por mis ojos. No podía quedarme sola, no otra vez. Me aferre aún más a su brazo. El sofá se hundió cuando se sentó a mi lado. No lo mire, aunque quisiera, no podía girarme a hacerlo. El punto negro en la oscuridad se veía seguro.

—Deja de llorar, no volverá a hacerte daño, lo juro —cerré mis ojos y puse mis manos sobre mi cabeza.

Lo permití otra vez.

No debería haber venido. Es mi culpa.

Lo permití otra maldita vez.

— ¡Basta! ¡Deja de lastimarte!

No fui consciente de lo que hacía hasta que Donovan tomo con fuerza mis manos tratando de que soltara mi cabello. Al hacerlo, dolía.

— ¿Qué te pasa Alicia? —susurró desconcertado por la situación.

Después de unos segundos quietos, sin hablar, hizo que me recostara. Mi almohada era su muslo. No me moví, no quise hacerlo, me sentía segura. 

Si pueden votar en cada capítulo que lean, me ayudan muchisimo a que esta historia llegue a mas gente <3

No confíes en mí © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora