Capítulo 37

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—¡No me jodas! ¿La sigues con esa? —exclamé riéndome y tomando un trago de la botella de cerveza que tenía en mi mano.

Estábamos en la habitación del bar y se oía la música del escenario muy alejada de nosotros.

—Es la verdad nena —alardeó guiñándome un ojo y pinchándome con su dedo índice la costilla.

Él insistía que era un hueso duro de roer, el más malvado de todos y bla, bla, bla.

—Claro, es cierto —aseguré asintiendo varias veces y tratando que mi expresión no dijera lo contrario. Seguido a eso, tome una bocana de aire y mi rostro se contrajo a una expresión enojada, con la intención que se igualara a la que tenía Donovan la mitad del tiempo—. «Siempre me acuerdo de ti Celina», «Me encantas Celina», «Me vuelves loco todo el tiempo Celina», «Quiero aparearme contigo Celina»

—Esa ultima la inventaste tú, y, ¿qué hay de ti chica dura? –tomó un trago de su cerveza y volvió a mirarme, se acercó a mi rostro y sus pestañas empezaron a revolotear—. «Te extraño Donovan», «Quiero estar contigo Donovan», «Eres un idiota y aún así solo pienso en ti Donovan», «Hazme diez hijos Donovan»

Golpeé su hombro para que se alejara y él empezó a reír.

Rodeé mis ojos. —Si, por favor Donovan, si empezamos ya, terminaremos de hacerlos antes de los treinta.

—No me lo digas dos veces —bromeó sonriendo de la forma más lasciva conocida por el ser humano

—¿O qué? —dije retándolo

—No respondo de mi

—Uy, uy ¿se supone que debo estar asustada?

—No sé si la palabra que busco es asustada, creo que deberías hacerme un altar y rogar que te perdone por tus osadías hacia mi bella y gloriosa persona.

—Si, si, Señor Hades, disculpe, no tiene una idea de cuanto siento haber sido prácticamente arrastrada hasta su coche por usted y ser traída a este romántico lugar para tomar unas cervezas, Dios, cuanto lo siento.

—¿Hades? ¿Arrastrada? Eso no...

Con bastante alcohol en mi sistema, me rehusé a dejarlo terminar y rápido me puse a horcajadas sobre sus piernas. Bien, si, ya sabíamos todos que era una adolescente enamorada, dramática e idiota, pero ahora se suma adolescente cachonda a la lista.

—Cierra la boca —susurré a unos centímetros de sus labios. El aire había sido expulsado de Donovan

—Si señora —obedeció.

Sus manos fueron a mi cintura, empujándome más adelante y chocando mis labios con los suyos. No había cosa más suave y dulce que su boca, esta podría llegar a ser mi golosina favorita.

Puse mis manos en su cuello y su lengua se adentró en mi boca, era perfecto. Pude sentir una intensa presión entre mis piernas y me asusto, ¿quería orinar? ¿Ahora? Algún ser supremo debe odiarme.

Confirme que no era eso cuando la mano de Donovan traspaso la fina barrera de mi camiseta para tocar mi piel, en el momento que acaricio mi espalda, la presión se hizo mil veces más potente y sentía calor por todas partes. El vehemente fuego que provocaban sus manos sobre mi piel desnuda, no se comparaba ni por asomo al fuego del mismísimo infierno.

Nunca fui muy sexual, de hecho, odiaba el sexo con todo mi ser, pero con Donovan podía replanteármelo.

Sentí su creciente erección aparecer bajo la tortuosa presión entre mis piernas y, gemí involuntariamente sobre su boca, eso fue todo para él. En un solo movimiento me recostó en el sofá y lentamente quito su mano de mi cintura, como si eso fuera un castigo.

No confíes en mí © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora