Capítulo 46

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—No estoy metido en eso —dijo una voz en las penumbras de mi habitación.

Iba a tirar como acto reflejo mi bolso en la sombra que estaba moviéndose hacia mi desde la ventana. Caí en cuenta de quién era antes de arrojarle el bolso, pero no me importo, la ira de mi hacia él en este momento era tanta que se lo arrojé de todos modos. —¡Hijo de puta!

Donovan atajó como si fuera una pluma el bolso, lo cual me sorprendió, traía peso muerto allí.

Encendí la luz para poder verlo. Ya era de noche. Después del instituto simplemente escapé, necesitaba estar sola y pensar en lo idiota que había sido por dejar a Donovan entrar en mi vida. Con él allanando mi habitación sin un puto permiso, no hacia otra cosa que darme aún más la razón y seguir llamándome idiota.

Si, sé cómo elegirlos. Un novio abusivo y en todo momento Donovan irrumpiendo en mi cabeza, siendo que es un vendedor de drogas y posible traficante de menores, mierda, sé cómo elegirlos

—Hola a ti también —respondió a mi agresión irónico y tiró el peso que llevaba en sus manos en la cama.

—¿Qué coño haces aquí en la oscuridad? ¡¿Quieres que tenga un puñetero infarto?! ¡Vete ahora! —gruñí señalando la ventana viendo mi única posible ruta de escape. La puerta. Solo tenía que abrir y gritar.

Me faltaba el aliento. Le tenía miedo a Donovan. Carajo, siempre lo enfrenté, pero nunca me puse a pensar que tan peligroso puede ser o, mejor dicho, subestimé que tan peligroso podía ser.

—Si no estabas en casa y tu tía encontraba la luz prendida, ¿no crees que entraría?

—Hubiera sido lo mejor, no tienes que estar aquí. Vete. —ordené cuando Donovan empezó a acercarse, se veía igual que siempre, y lo odiaba. ¿Por qué no podía transformarse en el monstruo que es a mis ojos?

—Cel... —Un tono cauteloso salió de él, sabía que yo era una bomba de tiempo y en cualquier momento iba a explotar.

—No te me acerques —dije entre dientes, no podía tolerar su cercanía, o tal vez, si la toleraba y eso me molestaba. Despertaba demasiadas emociones en mí.

—Tienes que creerme cuando te digo que no tengo nada que ver con lo que ese hombre hacia —aseguró calmadamente, mostrándome la palma de su mano entre nosotros para que no hiciera nada estúpido.

—¿Cómo sabes lo que hacía? —entrecerré los ojos en su dirección, pero ni una palabra salió de su boca. Era la única respuesta que necesitaba—Vete o llamo a la policía.

Él ante mi amenaza, frunció el ceño. —No lo harías.

Todo en mi era amenazante, hasta mi forma de respirar irradiaba el miedo que estaba instalándose desde la boca de mi estomago hasta mi cabeza latente. —¿Crees que no?

Tomé mi celular del bolsillo de mi jean y cuando puse el primer digito de los tres que necesitaba, Donovan apresó mi muñeca y a mí con ella. —¡Aléjate!

Di un grito ahogado, había entrado en pánico.

—¡No tengo nada que ver con ese hombre! —gritó en mi cara tratando de acorralarme contra la pared.

Forcejeé con él como nunca lo había hecho en mi vida y logré arrancarme de sus manos. Corrí hacia la puerta implorando que mi tía hubiera llegado a la casa, pero el brazo de Donovan tomó mi cintura antes de siquiera llegar a la escalera. Empecé a gritar. Nadie vino a mi rescate. Supe que estaba sola con Donovan.

Cuando cerró la puerta detrás de él caí en cuenta que no podía escapar, bueno, al menos si iba a lastimarme, antes iba a escucharme. —¡No te creo! ¡Eres un mentiroso! ¡¿Dónde está tu madre?! ¿Eh?! ¡¿Por qué te mudaste?! ¡Sabias que te encontrarían como a ese hijo de puta! ¡Eres una basura!

—¿En serio crees que yo podría hacer eso? ¿Tomar a chicas menores y venderlas para prostitución? —Sonaba indignado, sus ojos perforaron los míos.

Negué implorando que acabara con el sufrimiento que estaba ocasionándome. —¿Por qué no tendría que creerlo? Dijiste que te temiera. Lo hago. Por favor, vete.

Él dio un par de pasos lejos, como si lo hubiera golpeado con mis palabras, lo lastimé y al mismo tiempo, me lastimé a mí. —¿Me temes? —repitió en un susurro para después estallar contra la silla de mi escritorio, literalmente, la tiró— ¡Mierda Celina!

Asentí, mi cabeza cayó contra la pared, dolía, verlo afectado me hería. ¿Por qué no podía importarme una mierda? ¿Por qué no podía seguir siendo la chica dura de siempre? Había pasado tan poco desde mi renacimiento como mujer. La Celina que comenzó una nueva vida no deja que nadie le pase por encima, estoy retrocediendo. Ya no puedo volver a ser esa chica callada y sumisa, no quiero.

—Era lo que querías, que te temiese —Le recordé sintiendo mis piernas ablandarse.

—¡Si! Pero eso fue antes que tú... —inició, pero se detuvo. Lo miré y estaba maldiciendo en silencio mientras fijaba sus ojos en mi rostro. Como si tuviera las palabras, pero no pudieran salir de su boca.

—¿Yo que? —indagué, sabiendo que no era sano para mi saberlo. Que no debería tenerlo en cuenta y echar de una vez por todas a Donovan de mi vida.

Pero quería saber.

—Dieras vuelta las cosas —Su voz fue calmada, suave y tierna, como si eso tuviera que significar la vida para mí. No lo hacía—. Te dije eso para alejarte, pero me conoces, sabes que no soy eso

Creí saberlo, creí saber todo de Donovan. Pero sentía que me equivocaba. Sentía que ya no era más el chico que consideraba mi refugio hace un mes. Ya no me hacía reír, solo llorar.

Volví a tomar el celular que había tirado en el piso cuando Donovan y yo empezamos a forcejear. —Ultima vez, vete o llamare a la policía.

Sus ojos se suavizaron y se acercó a mí, pero no para detenerme, solo por el simple hecho de estar más cerca y poder inspeccionar cada facción de mi rostro, supe lo que hacia, como si temiera verme por ultima vez. Eso sentía. —Llámalos.

Confundida, sacudí la cabeza y me aclaré la garganta. —¿Qué?

—Llámalos si de verdad crees que yo hago lo que crees —dijo con voz áspera. Sus ojos se volvieron un arma mortal para mí, así que hice lo posible para no mirarlo.

Cuando marqué el primer digito otra vez, ya no se sentía igual, ya no estaba segura. No sabía que pensar.

—¿Qué pasa Alicia? ¿Te tiembla el pulso? —Se bufó Donovan retándome, sabía que esto no le causaba gracia, solo quería que llamara para ¿irse de mi vida realmente?

Parpadeé para contener las lágrimas. —Vete por favor

Él asintió. —Cuando llames.

Mi labio inferior empezó a temblar por los nervios y lo mordí con fuerza, deseando no sentirme tan impotente, tan débil, tan enamorada. —¿Por qué simplemente no puedes desaparecer de mi vida?

Donovan se quedó en silencio pensando, abrió tantas veces la boca para luego cerrarla que perdí la cuenta.

Las siguientes palabras nos marcaron. Para siempre. Él nos marcó para siempre. 

No me odien, mañana temprano el otro capítulo

Voten <3

No confíes en mí © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora