Capítulo 41

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¿Qué maldita hora era?

Empujé a Donovan arrojándolo en el piso. Pude escuchar un pequeño lloriqueó de su parte. —Si, dame un minuto, ya abro

Agradecí no tener la luz prendida para que Donovan no viera mi desnudes en su puro esplendor. Le arrojé la camiseta y sus pantalones. Él estaba maldiciendo mientras se cambiaba y yo me puse rápidamente mi vestido.

—Tienes cinco segundos niña

Bien, sabía que mi tía estaría enojada por mi falta de presencia en la casa, no podía culparla

—Escóndete bajo la cama —Le ordené a Donovan, pero él arrugo su nariz y negó con la cabeza.

Él también estaba enojado, yo también lo estaba. ¡Todos estábamos jodidamente enojados!

—No me voy a esconder bajo la puñetera cama —susurró indignado.

—Cuatro —Siguió mi tía.

—Bien, ve al baño —dije irritada tomando su muñeca y obligándolo a que me siguiera.

—Esto es malditamente increíble —murmuró.

—Tres —empujé a Donovan adentro y cerré la puerta—. Dos...

—Entra —Le avisé sentándome frente al escritorio y encendiendo la lampara que estaba en una esquina de este.

Ella entró con una bata puesta, recién se había despertado, no tenía ni una gota de maquillaje encima. —¿Qué haces?

—Llegue hace una hora a la casa y decidí leer —argumenté rogando no tener olor a vodka en ninguna parte de mi cuerpo o cabello.

En el momento que recordé el alcohol, fui consciente de que moría de sed.

Mi tía se cruzó de brazos. —Son las siete de la mañana Celina, hace dos días no estás en casa, está bien que tengas diecisiete, pero ¿ni siquiera puedes llamar? ¡Te he dejado cientos de mensajes! Y me enteré que estabas una fiesta porque llamé a Cris, si no, hubiera llamado a la policía.

—Lo lamento, en serio, a veces olvido que tienes que saber dónde estoy y eso...

—Deja de olvidarlo —Me interrumpió firme.

—Bien

—Y... ¿qué hay con Cris? Siempre están juntos —Seguía sonando firme, pero sabía que preguntaba más como amiga que por hacerse el adulto responsable

—Somos amigos

—Ya, pero... —Mi tía estrecho los ojos justo en mi cuello y mi rostro—. ¿Estás bien? Tienes las mejillas rojas y el cuello también, ¿consumiste drogas?

Maldigo mi piel sensible.

—No, solo tomamos un poco, pero estoy bien.

Ella se acercó a mí y tocó ambos lados de mi cara. —Estas ardiendo.

De paso, también maldigo mis hormonas y mi adolescente cachonda interior.

—Estoy bien —dije entre dientes nerviosa por la persona que estaba encerrada solo a un par de metros de nosotras.

—¿Y tienes algún pretendiente? Me ha caído bien este chico... ¿Travis? Nunca más supe de él, ¿Cómo esta?

—Hace mucho no hablo con él

—Oh... Sabes, tengo una amiga que tiene un hijo de tú edad, ¿tal vez pueda presentártelo?

Donovan se reirá de esto, lo sé. —No, en serio, no hace falta, estoy bien sola

No confíes en mí © (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora