Capítulo 24

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He pedido a Kate que ordenara la cama y la habitación antes de que Jade despertara, son las 11:31 a.m, y ella está a punto de despertar, siempre lo hace a ésta hora. Entro a la habitación con el desayuno, y veo a Jade recostada por la cabecera de la cama, y cuándo me ve, me sonríe, al parecer nunca recuerda nada de la noche anterior, y doy gracias por ello. Luce terrible, pero aún así su belleza natural no desaparece, sus brazos empiezan a tener hematomas, sus ojos están rojos e hinchados como si acabara de llorar. Me siento en la cama, dejando la bandeja sobre ella. Inmediatamente empieza a atacar el desayuno y yo sonrío animado, ésto debe ser bueno de alguna forma, empieza a tragar  unos cuántos bocados, y mi sonrisa desaparece cuándo empieza a vomitar.

- Aquí estoy -le digo tratando de tranquilizarla, friccionando con suavidad su espalda, y sujetando su cabello.

- Lo siento mucho -me dice y comienza a llorar. ¡Por favor, ésto es terrible!

- No pasa absolutamente nada, estarás bien, ¿de acuerdo? -le digo no muy seguro de mis palabras pero ella asiente con su cabeza, la ayudo a salir de la cama con cuidado, para llevarla al cuarto de baño, debe tomar su baño.

- Siéntate aquí -le pido suavemente- Vendré enseguida -añado, dejando correr el agua en la bañera. Salgo de su habitación, y busco a Kate.

- ¿Señor? -me dice Kate, apareciendo de la nada. Odio cuándo hace ésto.

- Ve arriba, hay que cambiar de nuevo las sábanas. Llama a Spencer y dile que Jade no puede retener alimentos. -le ordeno con amabilidad, ella asiente y subo de inmediato a la habitación de Jade, entro al cuarto de baño, y cierro el grifo, pruebo la temperatura del agua y está perfecta para ella, entonces dirijo mi vista hacia ella, quien abre mucho sus ojos.

- Te dejaré que lo hagas sola, estaré en la habitación si me necesitas -le digo para tranquilizarla, ella asiente algo aliviada. Cierro la puerta tras de mi, y encuentro a Kate, recogiendo las sábanas. Saco algo de ropa limpia del bolso de Jade, y entro con cuidado al cuarto de baño.

- Aquí te dejo algo de ropa limpia -le digo casi en un susurro

- A-hm, gracias -me responde detrás de la cortina. 

Un momento después, Jade sale del cuarto de baño, con su vestido de verano color azul, sienta bien ese color a su piel. Me encuentro sentado en la cama, entonces ella viene hasta a mi, y toma asiento a mi lado, me mira de una forma tan tímida, no puedo controlarme cuándo se muestra tan inocente. Me acerco a ella, y la beso con cariño en la mejilla.

- Jade... -comienzo a decir y la sonrisa ligera que se había formado en su rostro, ha desaparecido.- Debo irme, volveré tan pronto como me sea posible. -le digo conservando la firmeza en mi tono.

- Ten mucho cuidado -me dice y su voz suena quebrada, casi un susurro.

- Lo haré. Y tú confía en Spencer y Kate. -le pido y ella asiente pero hay duda en su mirada.

- De acuerdo. Te echaré de menos -me dice, se levanta y sube en mi regazo, acurrucándose como una niña pequeña en mis brazos. Joder, la amo. Lleno su rostro de besos, y logro que una risa escape de su boca, lo que me anima un poco más. Ella se levanta y yo lo hago también, salimos de la habitación y bajamos las escaleras hasta llegar al salón principal, ahí se encuentran Spencer y Kate parados.

Dejo un beso casto en los labios de Jade, la abrazo, y cierro la puerta detrás de mi. 

Es hora.

Subo al auto, y me pongo en marcha sobre la carretera, bebí de esas bolsas tanto como pude, para que la sangre alimentara mi cuerpo y pudiera aumentar la capacidad de mis poderes. 
Después de cuatro horas y media, he llegado hasta el palacio de Drácula, bajo muy seguro del auto, tengo la expresión dura, no he querido verlo, han pasado siglos después de aquello, había decidido dejarlo estar, y mantenerme alejado, pero con Jade, ya van dos veces que me arrebata lo que más amo, no pienso perderla. 

El cielo está totalmente nublado, haciendo que el ambiente se torne aún más deprimente. El palacio es de arquitectura gótica, bastante amplio, se extiende de forma exagerada, es estrafalario, lleno de misterio y secretos obscuros. Entro al interior con pasos decididos, me sorprende no ver a nadie por aquí, pero cuándo estoy por llegar a mi destino, dos ángeles caídos me detienen, son los vasallos del rey, entonces me doy cuenta que la puerta que estaba a punto de abrir, era la puerta que me permitiría llegar hasta Abraham.

- Solicito hablar con el Rey Abraham -digo en tono firme. Ambos se miran entre si, uno de ellos me sujeta y yo no pongo resistencia alguna, el otro sujeto entra al interior de la siguiente habitación. Luego de un momento, el sujeto vuelve a salir, y me invitan a pasar. El sujeto que me tenía bajo su agarre, me suelta, y ambos me escoltan al interior. 

Todo mi cuerpo se llena de furia al verlo, en ese trono estrafalario, con una media sonrisa en el rostro, trato de contenerme, cierro con fuerza los puños, y me concentro.

- Que agradable sorpresa -me dice con un tono lleno de superioridad. Me saca de quicio. Cálmate Tyler-me digo a mi mismo.

- Lo sé, también te agradará saber a qué vengo -digo con veneno mortal en mis palabras, dejando que una sonrisa llena de burla, se forme en mi rostro.

- Fuera -le exige el rey a los caídos, detrás de mi. Yo simplemente me quedo viéndolo a él, planeando en qué momento matarlo.

Cuándo quedamos a solas, él baja de su espléndido trono con una gran sonrisa en el rostro, pero en ella hay maldad. No me sorprende.

- Y, dime, hijo mío -me dice escupiendo las palabras- ¿a qué debo el placer? -añade aún con esa sonrisa. Quisiera meterle un puño, a ver si sigue sonriendo.

- No soy tu hijo -le digo con furia.

- No niegues a tu padre, es un honor que sea yo -me dice soltando una risa cargada de orgullo.

- Dejaste de serlo en cuánto mataste a mi madre, maldito bastardo. -le digo levantando mucho la voz, y mi voz está cargada de odio.

- Bien. Entonces dirígete a mi, como tu rey -me dice restando importancia a lo que dije, alzando sus hombros a modo de irrelevancia. 

- Tú, no eres nadie para mi. 

- ¿Has venido a vengar a tu madre? -me dice soltando una carcajada.

- En parte... -le respondo ladeando la cabeza y enarcando una ceja.

- Oh, por favor... Toma un trago de vino conmigo -me dice dirigiéndose a una mesa- Pongámonos al día -me dice riendo de nuevo. Está empezando a desquiciarme. Lo sigo en silencio, calculando si éste es el momento, ahora que está dándome la espalda.

La virtud de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora