Capítulo 30

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Tyler

La rubia estaba ardiente, pero ella no me importaba en absoluto. Me enfurecía ver a aquel sujeto a lado de mi Jade, y ella mirándolo tan coqueta, ¿pero qué demonios sucede con ella? El defecto más destructivo que yo tenía era la sed de venganza, por más mínimo que haya sido el daño causado, necesitaba vengarme, y sé que tengo que controlar ésto, y más si Jade se veía involucrada.

Me ponía furioso que otro ser, tenga el honor de su mirada, cuándo solo era conmigo con quién compartía esa mirada llena de dudas y a la vez sensualidad. Por eso decidí darle a Jade una cucharada de su propia medicina. Que sepa lo que se siente mirar a alguien más.

Ahora tenía ésta corona que me hacía lucir un tanto patético a mi parecer, quería quitármela y alejarme de todo ésto, estaba enfadado con ella, y no podía creer que ella fuera la causa de mi enfado. Definitivamente me ha domado.

La ceremonia se había terminado, y ahora era el momento de los bailes clásicos, yo no iba bailar con nadie, pero ese deseo cambió cuándo vi al sujeto pedir la mano de Jade para invitarla a bailar. 

Oh, no, pendejo. Ella es mía. 

 Rápidamente comienzo a bajar del escenario, y voy junto a Jade con pasos firmes y acelerados. Una vez que estoy junto a ella, puedo ver la furia en sus ojos, le transmito el mismo sentimiento, y la tomo con autoridad de la cintura atraiéndola hacia mi, y pegándola a mi cuerpo, luego dirijo una mirada al ángel caído que estaba en frente mío, tenía el rostro sorprendido y en sus ojos podía ver el temor.

Eso es, ella es solo mía. 

- Mi señor. -pronuncia el hombre y hace una reverencia hacia mi, y luego mira a Jade y traga saliva dirigiendo de nuevo su vista hacia mi.

- Veo que conociste a mi prometida. -le digo con firmeza y él abre ligeramente su boca. Puedo sentir la mirada penetrante y furiosa de Jade.

- Si, señor. Es usted muy afortunado. Discúlpeme, no tenía idea. -me dice bajando su mirada al suelo.

- Descuida. Si nos disculpas, es hora de bailar. -le digo con una sonrisa de superioridad. Le doy la espalda, arrastrando a Jade entre la multitud, dejando al caído atrás. 

- ¿Tu prometida? Ni siquiera soy tu novia, Tyler. -me dice exasperada y nerviosa. Estamos en la biblioteca del palacio, era la habitación más cercana que encontré y más... privada.

- Tenía que sacar al sujeto de la escena. ¡Estaba cortejandote! ¿No te has dado cuenta? -le digo alzando un poco la voz. 

- ¿Y eso tiene algo de malo? -me pregunta enarcando una ceja. ¿DISCULPA?

- Oh, ¿he interrumpido algo entre ese hombre y tú? Puedes ir de nuevo junto a él si eso es lo que quieres. -le respondo, temiendo que su respuesta sea afirmativa y vaya de nuevo junto aquel hombre.

- Bien. -me dice apretando sus dientes y abre la puerta, pero llego muy rápido hasta ella, encerrándola contra la pared, tomando sus brazos.

- Déjame ir. -me pide penetrando mis ojos con su mirada.

- No quieres hacerlo. -le digo casi en un susurro y ella traga saliva.

- Tú ya tienes a la rubia esa, puedes irte con ella. Déjame ir. -me dice alzando sus cejas. Estaba celosa, que encantador.

- ¿Estás celosa? -le pregunto arrugando las cejas y lanzando una sonrisa socarrona.

- En realidad estoy enojada. -me responde empujándome.

- ¿Por que miré a la rubia? -le pregunto dejando escapar una risa- Tú estabas coqueteando con ese estúpido. ¿Puedes hacerlo tú y yo no? Eso es muy injust... 

- ¿Cuándo pensabas decirme que era tu padre? -me interrumpe. Me quedo helado ante sus palabras. 

- ¿De qué hablas? -le pregunto

- Mataste al rey Abraham, tu padre. -me dice y yo quedo sorprendido. Finalmente se enteró. No era algo que quería que ella supiera, o que el resto supiera, era algo mío, y podía decidir confesarlo o no, pero por supuesto que no se podía guardar en secreto. Las noticias corren demasiado rápido.

 - Iba decírtelo, en algún momento... 

- ¿Y tuve que enterarme de otra persona que no seas tú? -me dice y su tono me dice que está ofendida.

- Era algo privado. No tengo la culpa de que la gente sea tan chismosa. -le respondo exasperado.

- Creí que confiabas en mi. -me dice y sus ojos se llenan de lágrimas. Maldición.

- Jade... -empiezo a decir acercándome a ella, pero me detiene con el gesto que hace con su mano.

- No. 

- ¿Por qué no puedes aceptar que era algo mío, algo que podía decidir decírtelo o no? -le pregunto, mi paciencia se agota.

- De acuerdo. Solo me pregunto... ¿Tanto odiabas a tu padre para matarlo? 

- Por su culpa perdí a mi madre, él lo mató. No iba dejar que por su culpa tú murieras también. -le digo finalmente y su rostro cambia, sus ojos se abren como platos.

- Lo siento. -me dice tras varios segundos en silencio.- Pero si vas a hacerme parte de tu vida, necesitas confiar en mi. Yo confío en ti. -añade juntando sus cejas.

- Si vas a ser parte de mi vida, necesito que dejes de coquetear con otros hombres. -le digo, y en mi tono hay enojo, ella trata de aguantar la risa. 

No, Jade. No es divertido.

Me acerco a ella y la miro fijamente.

- Hablo en serio. -su sonrisa contenida desaparece y traga saliva.

- No estaba coqueteando, solo estaba siendo amable. Y él también, solo estaba siendo amable. ¿Por qué te enojas tanto? Además, el que estaba coqueteando eres tú, no creas que no he visto como mirabas a esa mujer.  -me dice confundida y yo dejo escapar un suspiro.

- Solo lo hice para molestarte. Sabes que ella no me importa. ¡Me importas tú! ¿No lo ves? -le respondo exasperado y ella entrecierra los ojos.

- Tienes que confiar en mi. -me dice finalmente. 

- Y tú en mi. -le digo igualmente.

- Bien.

- Bien.

Tomo su rostro con mi mano, y con la otra tomo su cintura, me acerco totalmente a ella y la beso, la beso con furia.

La virtud de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora