Capítulo 38

1.7K 241 27
                                    

El dolor que ésto me estaba causando era inexplicable, eso sin contar que mis sentimientos y emociones estaban amplificados y son mucho mayor que los de los humanos, lo sé por que fui una humana. Preferiría mil veces un dolor físico a tener que sentir ésto, es agotador y agobiante.

Habían pasado dos meses y no había mensajes ni llamadas de Aby, y menos de Tyler. A penas salía de mi habitación, estaba todo el día en la cama como una pequeña bola, me acurrucaba tanto como podía, necesitaba sentirme cerca, al menos a mi. 

Me duele que Tyler me haya dejado, creía que sentía amor por mi, creí que su amor por mi era fuerte y que podría superar cualquier adversidad, creí que estaríamos juntos para siempre pero ''para siempre'' no dura tanto como esperaba. Me dejó como si no le hubiese importado, como si tuviera asuntos más importantes que atender, que lo nuestro era una ligereza, una tontería, me duele tanto, que aún no logro asimilarlo. Era él mi primer amor, era el primer hombre que llegó alcanzar  mis grandes expectativas, y todo eso me llenaba de rabia y dolor. Si antes odiaba a los chicos, ahora los odio más. 

Sé que fui dura con Aby, en aquel momento no pensé en claro, y aunque Aby metió la pata hasta el fondo, hice mal en culparla por mis errores, si yo le hubiera dicho que no diga nada sobre el tema frente a Tyler, ella definitivamente no hablaría, pero ella no sabía lo que yo deseaba. Y si no podía solucionar el tema con Tyler, al menos solucionaría las cosas con Aby.

Subí a mi auto, y conduje hasta la casa de Aby. Llegué en veinte minutos, era lo que me tomaba llegar hasta aquí, agradecía que no fuera tanto tiempo, de otro modo me hubiera arrepentido de hacer lo que iba hacer ahora, mi orgullo a veces se asomaba a molestar.

Toqué el timbre una vez y me recibió la madre de Aby, al verme, me abrazó con fuerza y yo le correspondí el abrazo, era extraño pero sabía que algo estaba pasando.

- Que bueno que has venido -me dice con voz temblorosa.- Aby no sale de su habitación y casi no come, está muy mal

- ¿Está enferma? -le pregunto preocupada, la señora Hunter negó con la cabeza.

- Está en un estado depresivo -me responde bajando su vista al suelo.

- ¿Me deja pasar? -le pregunto con una expresión llena de preocupación.

- Claro, esperaba que pudieras venir, a ver si la ayudas un poco. -yo asiento, ingreso al interior de la casa y rápidamente subo a la habitación de Aby.

Golpeé un par de veces la puerta con cierto nerviosismo.

- Ya te dije que no quiero nada, ¡NO ME MOLESTEN MÁS! -escucho a Aby gritar desde su habitación, miro hacia abajo y su madre me mira encogiéndose de hombros al haber escuchado a Aby. Yo le indico con un gesto que voy a entrar y que intentaré hablar con ella.

Con cuidado abro la puerta y me encuentro con una Aby literalmente desastroza. Tenía su pijama, su cabello desordenado, dejaba notar que no se peinaba hace días, sus ojeras enormes y negras, sus ojos hinchados y rojos, estaba pálida y muy delgada. Mi corazón cayó al piso del dolor que ésto sumaba, me dolía verla de ésta forma.

Ella abrió los ojos como platos al verme y segundos después sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a llorar. Se dio la vuelta, pasándose a su otro costado, estaba acostada en su cama en posición fetal, ahora me daba la espalda.

- Aby... -comienzo a decir en un susurro

- Vete -me responde y en su tono había dolor. Corrí el riesgo de acercarme a su cama, lentamente me senté en ella, y extendí el brazo para dejar descansar mi mano sobre su hombro, ella no se movió ni dijo nada, lo que me hizo cerrar los ojos con alivio. 

- Aby, por favor perdóname -suelto la frase enseguida, sin rodeos, mi voz sonó temblorosa y fue ahí cuándo me di cuenta que mis lágrimas comenzaron a escapar. Sentí a Aby sollozar aún más, todo su cuerpo temblaba debido al llanto, no pude soportarlo más y me dejé llevar, comencé a llorar con ella. Un minuto después,  Aby se dio la vuelta, me miró a los ojos y ambas estábamos echas un mar de lágrimas, se puso de rodillas en la cama, y caminó sobre sus rodillas hasta llegar hasta mi, envolviéndome en sus brazos. Fue ahí cuándo pensé y me había dado cuenta que era la primera vez que llorábamos juntas de ésta forma.

- Fui muy tonta, lo siento -me dice con la voz entrecortada

- No tuviste la culpa de nada, siento mucho haberte echo sentir mal con lo que dije, fue mi culpa... Si yo te hubiera pedido que no digas nada, sabía que harías eso por mi -le digo aún llorando

- Tenías razón en lo que dijiste -me responde, y se pone a llorar sin consuelo, nuevamente.

- ¿Te hizo algo? -le pregunto refiriéndome a Steven. Al escuchar su nombre, se desploma en la cama, y empieza a temblar nuevamente, ésta vez emitiendo gemidos guturales, ella de verdad estaba sufriendo, nunca la vi llorar de ésta manera. Aby enterraba su rostro por el colchón, y sacaba a fuera sus lágrimas junto con gritos. Acaricié su espalda, intentando calmarla, luego de tres minutos, comenzó a cesar su llanto, y ella apoyó su cabeza sobre mis regazos, acaricié su cabello, y podía sentir que su respiración era entrecortada.

- Me dejó -responde al fin, su voz sonaba totalmente rota.

- ¿Qué fue lo que pasó? -le pregunto tratando de entender por qué la dejó.

- Dijo que no quería estar conmigo -me dice entre cortos suspiros.- Ahora entiendo por qué odias a los hombres. 

Nos quedamos calladas por algunos minutos, ambas con la vista perdida, mirando hacia la nada. Ella se encontraba prácticamente igual que yo, y pude darme cuenta que sin ella, sobrellevar lo de Tyler, era difícil.

- Hacía tanto que no me enamoraba de alguien -me habla después del silencio que se formó entre nosotras.- Sé que fue rápido, pero... Es que soy tan idiota. -añade, y una lágrima resbala por su mejilla.- ¡JADE COMO ODIO A ÉSTOS HOMBRES! -comienza a llorar de nuevo.

- Ésto es lo que nos hace ser mujeres. Todas buscamos el cielo y colocamos primero nuestro amor, saben que moriríamos por ellos, es nuestra maldición. No llores por él, todo volverá a estar bien. 

Esas palabras habían salido desde el fondo,  y fue ahí cuándo me di cuenta, que era tan natural que las mujeres sufrieran por los hombres, mientras ellos estaban por ahí haciendo de todo menos pensando en que tal estábamos. Me rendí. No volvería a buscar el amor, había perdido la oportunidad de hacerlo desde que me convertí en ésto, y lo peor es que no fue mi elección. 


La virtud de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora