Capítulo 29

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Éste es el salón más grande que había visto en mi vida, el más lujoso y elegante, el más estrafalario, me daba escalofríos lo excedente que era el salón, y aquí estaba yo, en éste inmenso salón, sentada al fin, en un cómodo asiento, en medio de la multitud, éste lugar estaba tan lleno como un estadio de fútbol, o tal vez dos estadios, no lo sé, pero podía jurar que nunca vi un salón tan lleno, y no lleno de humanos, sino de seres sobrenaturales, de toda especie, y no podía saber la verdad acerca de las intenciones de éstos seres, no podía decir si eran malos o buenos, la mayoría tenían aspecto humano, veía alas negras, cuernos, pezuñas y otros atributos extraños dignos de cada especie en particular. Y ahí estaba Tyler, en el majestuoso escenario, luciendo un traje perfectamente liso, llevaba guantes negros, y su cabello acomodado le daba un aspecto más serio y formal, estaba sentado y sus vasallos yacían de pie a su lado, uno a su diestra y otro a su siniestra, uno era ángel caído, quién tenía la cabeza rapada, ojos verdes, era musculoso y muy alto, y luego estaba el nephilim, era un hombre enorme, de estatura y masa muscular, era fuerte e intimidante, tenía la expresión dura, sus ojos eran marrones, y su cabello castaño, en un corte muy varonil. Todos aquí eran seres muy bellos, exceptuando algunos pocos.

De pronto veo a un ser extraño acercarse al estrado. Viste igual que un monje, su coagulla es negra, y a penas se le ve el rostro, levanta su mano izquierda, pidiendo silencio, y poco a poco el barullo comienza a cesar, hasta que de pronto, solo el silencio  reina en el lugar.

- Estamos reunidos hoy, para coronar a nuestro nuevo rey... -empieza hablar el sujeto extraño, dando al parecer una pequeña introducción a la ceremonia, su voz es grave y tenebrosa, me da yuyu.

- ¿Está ocupado? -escucho una voz áspera a mi derecha, giro lentamente mi cabeza para mirar a quién sea que me haya hablado. Entonces cuándo lo veo, trago saliva, y solo miro al rostro de éste hermoso ser.

¡JADE, REACCIONA, ESTÚPIDA!

- No, está libre. -consigo decir, mientras sigo mirando al hombre que está tomando asiento a mi lado. El color de sus ojos es lo más abrumador, son de un color gris, casi transparente como el agua, su cabello castaño, le llegaba a los hombros, tenía la barba bien moldeada, su piel no era tan pálida, pero tampoco estaba bronceada, es alto, como todos... Madre mía. 

- He llegado justo a tiempo. -me habla de nuevo y sonríe. Que sonrisa más linda tenía, y se le formaba un pequeño oyuelo en la mejilla, que dulzura.

Deja de mirarlo, ¡Tyler te está viendo!

Maldición, mi conciencia tenía razón, Tyler me miraba, su mandíbula estaba tensa. Yo trago saliva, y le sonrío nerviosa.

- Veremos que tal es el nuevo rey. -me habla de nuevo el sujeto que está a mi lado, y yo le sonrío nerviosa y asiento con la cabeza.- Soy Freider. -me dice, mirándome y yo lo miro también. 

¿Seguirá hablándote toda la noche? Tyler nos va matar.

- Soy Jade. -le digo dándole una sonrisa, para mirar de nuevo al frente, Tyler se había parado de su asiento, dirigiéndose al estrado. Creo que va dirigir unas palabras. Estaba tan sexy, su rostro firme, sin rastro de diversión, se abotonaba el saco mientras caminaba hasta quedar en el estrado.

- Éste será un nuevo comienzo para todos nosotros. Incluso para mi. Habrán cambios que nunca habían esperado. Mi propósito es hacer que por primera vez, las noches dejen de ser una oportunidad para llevar a cabo proyectos malignos, como lo fue hace décadas consecutivas. Muchos de ustedes estarán de acuerdo, y otros muchos, no lo estarán. No será una tarea fácil, será un trabajo arduo, pero estoy seguro que podremos conseguir que éste mundo y el mundo exterior sea diferente.  Oscuridad que cae sobre nuestros ojos en el día, tinieblas que nublan los sentidos y la razón en la noche. Las iniquidades son como sigilosas raíces que se extienden poco a poco, hasta gobernar su base y sostenerla firme, son como hilo de lino fino, que sujeta nuestro cuello, atrapándonos sin que nos demos cuenta, para luego convertirse en fuertes cadenas que son difíciles de librar. Librarlos de las cadenas es mi propósito...

- Parece un hombre sincero. -me dice el hombre castaño de a lado, asintiendo levemente la cabeza, como si estuviera aprobando el discurso de Tyler.- Solo me sorprende que haya matado a su padre para conseguir el trono... Aunque el rey Abraham era bastante malvado... 

Un momento. ¿Su padre? ¿El rey Abraham era su padre? ¿por qué no me lo dijo? 

 Tengo el ceño exageradamente fruncido, no comprendo lo que acabo de escuchar. En serio, ¿por qué no me dijo acerca de ésto? Detesto con todo mi ser enterarme de cosas como éstas por boca de otras personas. 

- ¿Te encuentras bien? -me pregunta acercándose a mi, examina mi rostro con su mirada transparente, y siento ahogarme en ella.

- Si, estoy bien. ¿Que clase de ser eres? -le pregunto muy curiosa.

- Un caído. -me responde con una pequeña sonrisa, éste tipo es muy amable conmigo, ¿que diablos pretende?

Meterse en tus bragas, supongo. 

Le doy una pequeña sonrisa, y vuelvo a mirar al frente. Estoy realmente enojada, no puedo creer que Tyler no me contó sobre ésto, todo el mundo lo sabía menos yo. 

Una mujer esbelta, de cabello rizado, y rubio, de ojos negros, y piel pálida, se acercaba al escenario y en sus manos llevaba una almohadilla bordó, y una corona negra encima de ésta. Era el momento en que pondrían esa corona sobre Tyler. No podía estar tan enfada con él justo en éste momento tan significativo, pero no podía evitarlo, y estoy aún más furiosa, porque cuándo ésta mujer se acercó a Tyler, él le sonrió de una forma juguetona y bien disimulada. Mi mandíbula estaba apretada y tensa de la rabia, el maldito monje tomó la corona y se lo puso sobre la maldita cabeza de Tyler. Y el salón estalló en malditos aplausos.



La virtud de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora