Capítulo 25

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Abraham avanza con pasos lentos y seguros hacia la mesa donde se encuentra el vino, yo lo sigo sigiloso, atento, entonces decido utilizar mi poder telequinético para desde ésta distancia, cerrar la puerta con llave, luego de cerrar, hago que la llave venga hasta a mi, la tomo y guardo en mi bolsillo. Entonces él me mira con una ceja enarcada y aún tiene una sonrisa llena de vanidad en el rostro, sirve en dos copas el vino, los deja en la mesa y empieza a recorrer por la habitación, tiene las manos en la espalda, y deja escapar un largo suspiro.

- Así que... -comienza a decir rompiendo el silencio que de pronto se hizo entre nosotros.- ¿Te enamoraste de una humana? -suelta la frase y comienza a reír. ¿Cómo supo eso? Maldición.

- Anda, no seas tímido con tu padre -me dice de espaldas y entre risas, entonces saco de mi bolsillo algo de verbena, aprovechando que sigue sin mirarme.

- Ya te he dicho que no eres mi padre. -le digo con un tono exasperado y rápidamente pongo la verbena en su copa de vino. ¡Uf! Justo a tiempo. Me mira y empieza a caminar hasta a mi, yo trago saliva.

- Entonces, ¿es cierto? -me dice mostrando sus dientes en una gran sonrisa.- Me encantaría conocer a la afortunada -añade y yo aprieto los puños. 

- ¿En serio? -le pregunto aflojando mis puños, y dejo que una sonrisa leve se forme en mi rostro. 

- Claro, de todos modos tú eres mi hijo, no lo volveré a arruinar -me dice y su sonrisa llena de maldad descubre la burla que está haciéndome. 

- ¿Estás seguro? -le pregunto inocente y él asiente con malicia.- Está bien, la traeré para que la conozcas. -le digo y el esboza una sonrisa y suspira.

- ¿Borrón y cuenta nueva? -me pregunta alzando su copa... Con verbena. Yo levanto mi copa, y la choco contra la de él.

- De acuerdo. -le respondo y tomo un sorbo del vino. Entonces él sin pensarlo, termina en menos de un segundo el vino que había en su copa. En ese mismo instante, Abraham se toma el cuello, y empieza a ahogarse con su propia saliva, comienza a toser y escupir sangre, y yo esbozo una media sonrisa. Él se asfixia, y cae de rodillas al suelo, él me mira con sufrimiento y dolor, y yo lo miro desde mi posición.

- Lo hiciste demasiado fácil. -le digo con una sonrisa. Ahora soy yo quién sonríe. 

- ¿Q-q-ue hicis-s-te? -me pregunta con la voz a cuestas. Entonces la puerta empieza a ser forcejeada, y sin perder más tiempo, lo tomo del cuello y lo levanto, él me mira aún con asfixia y ojos desorbitados.

- Por mi madre... Y por Jade. -le digo apretando los dientes, y justo cuándo la puerta es derribada, atravieso el pecho de Abraham y saco su corazón, lo dejo caer al suelo, y su cuerpo ya inerte, se reseca y se vuelve gris. Hago que una vela del candelabro que reposaba sobre la mesa, venga a mi mano, entonces enciendo el corazón de Abraham, y lo tiro con su cuerpo, y éste empieza a incendiarse, el fuego consume su cuerpo con rapidez, los diez ángeles caídos en la habitación, me miran con sus ojos fuera de órbita, impresionados. Yo los miro con suficiencia, pero mi expresión es dura, no hay rastro de sonrisa. 

De pronto, todos ellos, empiezan a inclinarse ante mi, reposan sobre sus rodillas, y tienen la cabeza gacha. Entonces tengo una visión, y de nuevo es una visión de Jade, aún no ha anochecido, por lo que me resulta bastante extraño e inquietante tener una visión de ella. Un escalofrío recorre mi cuerpo, la veo con sus ojos quietos y muy abiertos, acostada en la cama, su aspecto es horrible, me destroza saber que en éstos momentos se encuentra de ésta forma, mi corazón termina de romperse cuándo me doy cuenta de que Jade en mi visión, está muerta. Empiezo a respirar con dificultad, y salgo corriendo de la habitación, dejando atrás la reverencia de los caídos.

Llego hasta mi auto, y rápidamente me pongo a conducir, maldita sea, ésto pasará en cinco minutos, no llegaré a tiempo. Entonces saco mi móvil y marco a Spencer, quién me responde al tercer tono.

- Tyler -me responde agitado.

- Escucha -le pido tratando de guardar la calma,  pero definitivamente no es posible.- Tienes que darle mi sangre, es el momento Spencer, ¡AHORA! -le digo alzando mucho la voz.

- ¿SABES LO QUE VA PASAR? -me grita muy nervioso, y es anormal éste comportamiento en Spencer.

- Hazlo, Spencer, hazlo, confía en mi. -le imploro, estoy impaciente y lleno de angustia.

- Jade está muy mal, empezó una hora después que te fuiste, si hago que beba tu sangre, ella podría morir y sabes lo que pasará. -me responde furioso.

- ¡MATÉ A ABRAHAM! ¡AHORA HAZLO, MALDITA SEA! -le grito con furia.

- Si, señor. -me dice y corta la llamada. 

 ¿''Señor''? No me gusta eso. Pero dejando todo a un lado, sé perfectamente que Jade se convertirá si muere con mi sangre en su sistema, pero si dejo que muera, la perderé para siempre, y si esa es la única forma de tenerla, que así sea. Sé que soy un maldito egoísta pero no quiero perderla, no puedo. 

Mi teléfono empieza a sonar, y pongo el manos libres.

- Dime -le digo a Spencer una vez que contesto, y él suspira pesadamente.

- Ya lo hice Tyl... Señor. -me dice y yo niego con la cabeza. No permitiré que me llame señor, pero ese asunto lo dejaré para después.

- ¿Y? -le digo, animándolo a decir más.

- Ella acaba de morir. Hace un minuto atrás. -me responde. Mis músculos se tensan, y sujeto con fuerza el volante. Estuve tan cerca de perderla, tan cerca estuvo que no sé como reaccionar.

- Bien. Estoy yendo para allá. -le respondo y él corta la llamada. Dejo escapar un suspiro, estoy mentalmente exhausto, quebrado. No quiero cantar victoria antes de que ésto realmente tenga su fin. 

Necesito saber que ella está bien. No está muerta, no está muerta. -me digo a mi mismo, y ahora no sé que esperar exactamente. 

La virtud de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora