CAPÍTULO VEINTITRÉS.

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Harry.

Las cinco de la mañana llegaron demasiado pronto, Harry hizo callar el despertador y se acurrucó entre las sábanas.
Cerro sus ojos, dejo volar sus pensamientos y cuando un nuevo sueño empezó a tomar forma un manojo de ropa aterrizó en sus narices.

-¡Vamos arriba!- apremio Rixon, de pie junto a la cama en plena oscuridad.

-¿Que haces aquí?- habló medio dormido, tirando de la manta.

-Lo que haría cualquier entrenador que se aprecie, levantate y vistete de una vez. Sino has salido dentro de tres minutos volveré con un jarro de agua fría.

Después de que se fuera Harry se quedó en la cama unos segundos más.
Se enfundo unos pantalones negros y una camisa de microfibra y colocó una banda en su cabeza para sostener sus rizos.

-Correremos los mismos Kilómetros hacia el bosque, de nuevo ese será el calentamiento.

Harry puso los ojos en blanco.

-Después del entreno, deberíamos hablar de cómo están las cosas con los caídos. Me han llegado informaciones de varios grupos, sobre sus expectativas y lo que opinan de ti- añadió Rixon.

Harry se deleitó unos instantes imaginándose felizmente acurrucado en la cama, pero enseguida se sacudió las fantasías y arranco corriendo entre los árboles.
Confiando en su nueva visión corrió a toda prisa saltando por encima de los árboles caídos, esquivando ramas bajas y escutrando el suelo con la mirada en busca de posibles rocas escondidas. El terreno era traicioneramente desigual y a la velocidad en que se movía Harry un mal paso habría sido desastroso.

-Mas deprisa- Gritaba Rixon detrás de Harry- Tienes que correr más ligero, con sigilo. Pareces un rinoceronte, podría atraparte con los ojos cerrados.

Harry tomó las palabras a pecho y trato de levantar los pies en cuanto tocaban el suelo; repetía el proceso cada paso, intentando avanzar sin hacer ruido. Rixon apretó el paso y sin esfuerzo adelanto al rizado como una flecha.

-Atrapame- le ordenó al rizado.

Corrió tras el Harry maravillado por la fortaleza y agilidad de su nuevo cuerpo al correr.
Harry esquivo las ramas salto por encima de los baches y rodeo los baches y rocas como si hubiera memorizado el recorrido, y aunque creía correr lo bastante deprisa como para tocar el cielo de un salto, Rixon cada vez le llevaba mas ventaja. Se movía como un animal, a la velocidad del depredador que va a la caza de sus cena. Pronto Harry le perdió la pista por completo.
Redujo el paso y agudizó su oído. Nada. Y al cabo de un instante, apareció Rixon de un salto entre la oscuridad.

-Ha sido patético- reprendió a Harry- Otra vez.

Harry se pasó las siguientes tres horas corriendo tras el sin aliento y escuchándolo incansablemente <<Otra vez. Otra vez. Sigues sin hacerlo bien: repitelo otra vez>>
Cuando Harry estaba apunto de tirar la toalla - las piernas le temblaban del cansancio y creía tener los pulmones en carne viva- Rixon volvió sobre sus pasos y le dio una palmadita en la espalda.

- Buen trabajo, mañana fortaleceremos músculos.

- ¿No me digas?, ¿levantando menhires?- concigio responder cínicamente entre jadeos.

-Arrancando árboles de raíz.

Harry miro a Rixon con cara de espasmo.

-Derribandolos- puntualizó, entusiasmado- Hoy tendrás que acostarte temprano y descansar. Lo necesitarás.

Harry estaba apoyado en sus rodillas jadeante.

-Vamos regresamos a casa- Rixon se adelantó, y Harry lo vio alejarse.
Enseguida se puso en marcha, los pulmones le ardían y pensaba que en cualquier momento terminaría en el suelo.

Inmortals Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora