CAPÍTULO VEINTISÉIS

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Louis.

A la mañana siguiente, se levantó antes que Harry para preparar las cosas para su entrenamiento.

Ambos salieron de su casa, eran las 4 de la mañana, Louis dejo a Harry en su casa y se fue de vuelta a la suya.

Harry.

Entró sin hacer el mínimo de ruido, subió a su cuarto y sin importar que hora fuera se acostó en su cama.

Lo despertó un crujir del suelo de madera, cuando su visión se adaptó a la oscuridad descubrió dos piernas musculadas enfundadas en en unos pantalones blancos.

-¿Rixon?- balbuceó alargando el brazo hacia la mesilla de noche en busca del despertador-. Hum... ¿que hora es?¿Que día estamos?

-Viernes por la mañana- respondió- ¿Sabes lo que eso significa?

Le cayó una pelota de ropa deportiva en plena cara.

-Te espero fuera. Sal cuando te vaya bien.

-¿En serio?

Vio brillar su sonrisa blanca en la oscuridad.

-No puedo creer que te lo hayas tragado. Quiero tu culo abajo en menos de cinco minutos.

Al cabo de cinco minutos justos Harry salía por la puerta a regañadientes, tiritando de frío. Estaban a mediados de Octubre y soplaba un viento suave que se llevaba las hojas de los árboles y hacia crujir sus ramas. Hizo un par de estiramientos, y dio unos cuantos saltos para acelerar la circulación de sus sangre.

-Sigue así- ordenó Rixon, y salió disparado hacia los árboles del otro lado de la calle.
Harry corrió tras él, buscando con la mirada el destello blanco que ocasionalmente le iba señalando su presencia. La agudeza visual de Rixon no era en nada comparada con la de Harry, ya quien mientras Harry tropezaba con los troncos cada dos por tres, perdía el ritmo al meter el pie en algún agujero y se daba de bruces con las ramas bajas, Rixon flotaba como el viento. Casa vez que oía su risa burlona, apretaba el paso, decidido a arrojarlo por la primera cuesta empinada que encontrará.
Al cabo de un buen rato, Rixon se detuvo y, cuando Harry lo alcanzó, lo encontró echado sobre una enorme roca con las manos detrás de la cabeza. Se había quitado los pantalones de correr y la sudadera, y llevaba unos shorts y una camiseta ajustada.
Harry camino hacia la roca y se hecho junto a él.

-Agua- suplico sin aliento.

Rixon se apoyó en el codo para incorporarse.

-Ni lo sueñes. Te voy a dejar seco como una pasa, el agua alimenta las lágrimas, y las lágrimas son algo que no puedo soportar. Y, cuando veas lo que te tengo preparado, te entrarán ganas de llorar. ¡Menos mal que no podrás!
Levantó a Harry del brazo y lo puso en pie, el alba empezaba a clarear por el horizonte, tiñendo el cielo de un Rosa helado. Estando de pie en la piedra, se vista alcanzaba kilómetros de distancia. Las coníferas se extendían en todas direcciones cubriendo las colinas y el barranco que atravesaba el paisaje.

-Elige uno- Mando Rixon.

-¿Un que?

-Un árbol. En cuanto lo hayas arrancado podrás irte a casa.

Harry miro a su alrededor estaba desconcertado: esos árboles debían de tener cientos de años y el diámetro de su tronco era como de tres postes de teléfono juntos.

-Rixon...

-¡A fortalecer los músculos!

Le dio una palmada en la espalda para animarlo y volvió a echarse encima de la roca.

Inmortals Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora