Capítulo 7 | Dispuesta a jugar

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Tyler

Mierda. La cabeza me estaba a punto de explotar.

Idiota. Eres oficialmente un idiota, Tyler. Genial. Perfecto. ¿Por qué te acercas tanto a ella? ¿En serio vale la pena meterla en tu juego? ¿Estará dispuesta a jugar? No. No puedes. No quieres nada con ella. No buscas nada serio. Lo que pasa es simple. Tan simple que no lo quieres admitir.

La deseas.

Deseas a la hermana de tu mejor amigo, pero no por cualquier mierda del romance. La deseas porque te han dicho que con ella no.

—Ella no —bufé al recordar todas las advertencias de Nick.

No. Una palabra tan simple. Métetela a la cabeza, Tyler. Ella no.

Y una mierda.

Me salté el horario y fui directo a la salida, caminando bajo la atenta mirada de las chicas. Ellas me vieron pasar, me recorrieron con la mirada incluso cuando ya estuve afuera. Me concentré en caminar lejos, con mil y un dudas en mi mente. Ella no. ¿Por qué sentía como una amenaza a mi estilo de vida que me dijeran que con ella no? Nunca había pasado tanto tiempo con una chica sin tirármela, pero ahora estaba condenado a pasar tiempo con ella sin siquiera tocarla.

En cuanto levanté la mirada, vi una melena de un horripilante tono azul caminar hacia mí. Hice una mueca, si yo tuviera ese color de cabello creo que preferiría morir.

—¡Tyler! —Intentó abrazarme, pero retrocedí por instinto.

Ella desvió la mirada, avergonzada.

—¿Morgan? —La miré pasmado.

¿Estaba con mucha resaca o Morgan parecía sacada de una película de terror?

—¿Estás audicionando para el circo?

—No, yo... Ayúdame, no sé qué ha pasado. ¡Mírame! Este cabello... —Su mirada se desvió a un punto detrás de mí—. ¡Tú, maldita zorra!

Wow. Por un momento pensé que me lo había dicho a mí.

Me olvidó y se fue directo hacia su víctima. La seguí con la mirada y me topé con que ella no se refería a cualquier chica. Iba directo a Lydia, que la miraba divertida. Lidiar con las dos no era lo mejor que se me apetecía. Estuve a punto de continuar mi camino, pero me detuve. La odio. Mascullé una maldición y fui hacia ellas.

Casi me voy de narices cuando intenté caminar, pero lo hice y lo mejor fue que nadie me vio.

—¿Yo?

—¡Hija de puta! ¡Tú le hiciste esto a mi cabello!

—Es un pésimo cambio de look. —Lydia la miró con falsa pena—. ¿Quién te aconsejó tan mal?

—¡No te hagas la santurrona!

—Basta —le advertí en susurros.

Ella no me hizo caso porque estaba muy ocupada en fulminar a Lydia. Todos los estudiantes susurraron con la mirada clavada en ellas, pero también me miraban con desconcierto. Está bien, yo no pintaba en nada aquí, pero tampoco iba a dejar que se mataran. Me puse al lado de Lydia para escaparme por ahí.

Morgan me fulminó con la mirada.

—¿Te pondrás de su lado?

Me quedé callado. Si sacaban las uñas, yo me piraba.

—Ya lo hizo —sentenció Lydia.

La miré de reojo, indignado. Ella se limitó a esbozar una sonrisa inocente.

—¡Esto no se quedará así! ¿No te bastó con arruinar mi vida dos años enteros?

El silencio fue peor que un balde de agua. La sonrisa que Lydia tenía en el rostro se esfumó al escucharla y su cuerpo se tensó. Se volvió una versión fría y distante frente a todos. Fruncí el ceño.

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora