Capítulo 15 | Una chica en especial

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Mi habitual carisma de querer matar a todos y yo, entramos al aula sin ver a los lados ni a nadie. Estaba acostumbrada a ya no pasar desapercibida, ahora todos me reconocían como la hermana menor de Nick Sullivan. Nadie se molestó en reconocerme por mí, por ser Lydia.

Mi mirada se desvió hacia uno de los primeros asientos, donde Sean estaba conversando con la sobona de Morgan. Ella le sonreía coqueta, pero a él no le importaba eso. Estaba inmerso en su conversación. Ahora todos caían por la condenada.

—Genial. Se quedó sin un hueso —mascullé.

Me senté cuatro carpetas lejos de ellos. Sentí la imperiosa necesidad de interrumpirlos, mandar indirectas o borrar esa sonrisa de su rostro, porque se suponía que Sean era Sean, no Tyler. Al menos Jack no caía por ella. Él sí merecía la pena, solo miraba su comida. Jhoel me saludó cuando entró al salón. Tyler tenía razón. Jhoel no era el capitán de nada, lo era un chico llamado Josh. Sí que me ven la cara de idiota cuando quieren.

Sean se percató de mi presencia cuando volteó buscándome y me hizo una seña para que me siente a su lado. Intercambié una mirada recelosa con Morgan, que le susurró algo más a Sean y se fue a la otra esquina del salón después de sonreírme descaradamente.

Idiota. Yo no me siento en ese asiento ni aunque sea el fin del mundo.

Dos minutos más tarde, me dejé caer a su lado.

—Hola y adiós —saludé con voz seca.

—¿Por qué no te sentaste aquí apenas entraste?

—El sitio estaba ocupado.

—Tranquila. Morgan siempre tiene su sitio reservado atrás.

—¿Y de qué hablaban? —curioseé sonando casual.

Sean enarcó una ceja.

—¿Celos?

—Curiosidad —reiteré.

—La curiosidad mató al gato, ¿sabes?

—Ya, pero yo no soy un gato.

—Es un refrán, Lydia —espetó cortante.

Lo miré confundida. Ok, no me había esperado nada esa reacción viniendo de él. ¿Era una broma su actitud a la defensiva? Por la seriedad en su rostro, supe que no, no era una maldita broma. Sean abrió su mochila para sacar sus cuadernos. Un extraño olor se coló en mi nariz, olfateé un poco para dar con el origen, pero el olor se desvaneció rápido. Qué raro.

Tyler entró con una mano sosteniendo descuidadamente la tira de su mochila. Me miró, yo lo miré. Fue como si se debatiera entre sentarse en el asiento vacío a mi lado y compartir aire con Sean para probablemente terminar queriendo asesinarse al no soportarlo, o ir al otro extremo del aula y sentarse solo en paz.

Finalmente decidió acercarse, pero se detuvo en seco y su boca se crispó.

—¡Era broma, Lydia! —Sean me rodeó con su brazo, apretujándome—. No quiero que te enojes.

Mi incomodidad fue latente. Tyler nos miró como si hubiese visto algo desagradable. Apretó la mandíbula y se limitó a ir al pupitre del extremo contrario.

—¿Qué fue eso? —Encaré a Sean.

—¿Qué fue qué?

—Eso. El abrazo justo cuando él estaba frente a nosotros. ¿Fue...? ¿Fue a propósito?

—No. —Sean frunció el ceño—. ¿Crees que fue por celos o para molestarlo?

—Yo...

—Eso es absurdo. Él no es el centro de todo, Lydia.

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora