Capítulo 45 | La sombra de una sonrisa

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Dolor.

¿Qué es el dolor cuando la persona que amas te apuñala por la espalda? ¿Es el pinchazo en el pecho que no te deja dormir por las noches o la sensación de que todo ha acabado? Si fuera diferente y nunca me hubiera topado con él en ese club, si nunca me hubiera sonreído de la manera que lo hizo, ¿también me habría enamorado perdidamente de él?

Mi vida se había llenado de constantes «¿Y si...?» sin respuestas.

Cada recuerdo dolía más que el anterior. Mi mente iba desde que nos encerramos en el baño hasta cuando pasamos una semana evitándonos, desde que lo vi tirado en mi cama con su sonrisa de listillo hasta los ojos llorosos cuando me dijo que me amaba. El baile en el club mientras todo mi cuerpo era rodeado por sus manos hasta la pelea en la que se apartó de mí como si le quemara. Desde los celos que salían de sus labios hasta el dolor con el que me miraba.

Tyler había intentado interceptarme camino a clases, pero nada funcionó. Me llamó docenas de veces, pero nadie contestó. Aporreó la puerta, desesperado por verme, pero nunca me encontró.

Así fue durante semanas. Había perdido la noción del tiempo y ocupado la mayoría en hacer cualquier cosa que me distrajera de mis pensamientos, pero todo me hacía recordarlo. Incluso después de cambiar las sábanas, su aroma estaba en el aire. Estaba en mí, impregnada en cada parte de mi cuerpo.

El rumor de la pelea y la ruptura fue tema de conversación entre todos los estudiantes. No había día en el que no me miraran con cautela o murmullos acerca de las constantes faltas de Tyler se oyeran. Para finales del mes, ya todos habían inventado un motivo diferente para la ruptura de nuestra relación.

Y es que las pocas veces que Tyler iba al instituto era como recibir un puñal en el corazón, como un recuerdo de que todo lo bueno había terminado.

Pero otra persona ocupaba también mis pensamientos: Jack.

La semana pasada se transfirió a otro país, donde estaba su familia. Vino por última vez a mí a despedirse y disculparse, pero yo solo pude echarme a sus brazos a llorar. Lo abracé muy fuerte. No quería que se fuera, pero sabía que era lo mejor para él. Quería descansar con su familia, me contó que allá vivía su prima favorita y que siempre le hacía sentir mejor estar con ella porque estaba media loca. Supongo que fue una despedida, Nick y Gwen también estuvieron ahí.

—Adelántate —le dije a Gwen, que me dio una mirada confundida—. Tengo que volver al salón, se me ha quedado el libro.

—No me sorprende —dijo con voz suave, sonriendo—. Te espero fuera, no te pierdas.

—Vale.

Di media vuelta y caminé hacia el salón a paso lento, manteniendo la mirada fija en el piso. Ya nadie estaba en la clase, así que tomé mi libro del pupitre y lo guardé en mi mochila. Eché un vistazo a la esquina del salón, donde solía sentarse con una mano revoloteando su cabello castaño y la otra apuntando cosas en su libreta, y algo me dolió en el pecho. Aparté la mirada y di la vuelta para salir del salón.

Frené en seco.

Mi corazón se paralizó cuando lo vi. Estaba apoyado en el umbral, mirándome en silencio. La palidez de su rostro se había esfumado por completo, casi parecía el chico de siempre, pero su mirada lo delataba. Tenía unas tenues ojeras bajo sus ojos cafés que le daban aspecto de no haber dormido en días y sus manos estaban escondidas en los bolsillos de sus tejanos. Se veía triste, pero nadie notaría el dolor en su expresión si no lo miraban con atención.

Quería pasar por su lado, pero no soportaría tenerlo tan cerca. Olería su aroma, tal vez sentiría el choque de electricidad si mi piel rozaba con la suya y no estaba preparada.

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora