Capítulo 29 | Confianza rota

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"Mientras decía que me quería... a otro le daba besos a escondidas"

Si me vieras caminar por los pasillos del instituto, verías una leve sonrisa en mis labios, una coleta bien sujeta de cabello castaño, una casaca cualquiera y un par de tejanos raídos. Incluso rubor en mis mejillas. ¿Qué es lo primero que pensarías? Vaya, esta chica se aprecia a sí misma. Tal vez la vida le sonríe, y ella solo le devuelve la sonrisa.

Eso sería lo primero que verías, quizás lo único, porque yo lo quería así.

Pero ¿qué es lo que realmente tus ojos no alcanzarían a notar? La confusión constante en mi mirada, la manera en la que me tropezaba yo misma y las ojeras bajo mis ojos por las constantes noches de insomnio. Claro que no era todos los días, pero a veces necesitaba que lo fuera. Estaba estancada. Me sorprendía como podía pasar de estar feliz a caer en una crisis existencial en cuestión de segundos.

Había pasado dos semanas con Sean. Aún estábamos en planes, aunque él me trataba como si fuéramos más que eso. Me mantenía distraída de todos mis problemas, nos mensajeábamos a cada rato y me visitaba, pero a veces su actitud cambiaba cuando me veía cerca de Tyler. Esas miradas que él me mandaba eran suficiente para ponerlo loco, así que decidí cortar todo con él. Bueno, no todo. Solo nuestros encuentros sexuales. Me aseguraba de no estar solos nunca, era lo mejor. Así me evitaba problemas, Tyler tampoco refutó, pero vamos, que estamos hablando del mismo idiota que se metió a mi cuarto para verme en toalla el primer día de clases.

Venía a mi casa por las tardes con potes de helado, películas y jalando a Nick de paso. Todos los días tenía una excusa nueva para que no lo saque a patadas. Un poco más y estaba por inventar que su casa había sido secuestrada por los ovnis.

—¿En qué piensas, Lydia? —Sean me sonsacó de mis pensamientos—. Hace rato que te llevo hablando y ni caso.

Apreté mi mano en la suya.

—Lo siento. Me distraje.

—¿Estás bien?

—Sí, todo bien. —Le sonreí para cambiar de tema—. ¿Vendrás hoy a mi casa?

—Si tú quieres... —Al ver que asentí, sonrió—. Está bien, iré.

Depositó un corto beso en mis labios. Me sostuvo por un instante entre sus brazos hasta que me soltó y me dijo que se tenía que ir. Lo miré confundida.

—Pero acabas de salir de clases.

—Sí, pero... Iré a la biblioteca un rato a hacer un informe, ya sabes, no puedo reprobar.

Bajé la mirada a su mano. Temblaba levemente. Fruncí el ceño aún más.

—Ayer dijiste que habías terminado el informe.

—No lo he terminado, Lydia.

La forma en la que lo miré, tan cruda y fría, hizo que su sonrisa pasara a ser una mueca de cansancio.

—¿Por qué siento que me estás mintiendo?

—Lydia, lo único que quiero es...

—Está bien, debes estar ocupado, no hay problema.

—Solo necesito completar eso y después iré a tu casa.

—Bien. —Asentí apretando los labios—. Iré a buscar a mis amigos.

—¿Con amigos te refieres a Tyler? —espetó con tono seco.

Me volví hacia él, confundida.

—¿Qué?

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora