Capítulo 36 | Quiero cada parte de ti

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"Lo vio de reojo. Le pareció tan hermoso, tan perfecto; como si él hubiera sido creado para hacerla enloquecer. Pero entonces se dio cuenta de algo. Él no la estaba mirando a ella"

[CONTENIDO +18]

Seis meses después

Estar con él se sentía como si, después de mucho tiempo perdida sin tener donde refugiarme y cicatrizar mis heridas, al fin hubiera encontrado mi hogar.

No quería dejarlo nunca, pasábamos casi todas las tardes juntos viendo películas, a veces él traía su colección de Marvel que me mostró en la fraternidad y terminábamos haciendo palomitas y una maratón de horas. A veces ni siquiera alcanzábamos a la tercera película, porque a Tyler le encantaba acariciar mis muslos desnudos, distraído, ocasionando que apretara las piernas para no lanzarme en su encima. Claro que a él no se le pasaba desapercibido ese detalle, porque una sonrisita traviesa curvaba sus labios.

Terminaba tomándome en todos los sitios posibles.

Mi casa estaba llena de sus recuerdos, de su aroma mentolado, de su ropa. Mis sábanas tenían su olor, eran testigo de las noches en las que sus puños se arrugaban en ellas mientras me follaba con fuerza, conocían cada parte de nuestros cuerpos desnudos chocando entre sí, y su espalda tenía grabada mis marcas. Él me tomaba de formas rudas, así que no podía evitar clavar las uñas en su piel.

Estudiábamos juntos. Él me ayudaba en lo que era bueno, así que mi promedio subió para dicha de mis padres, y bueno yo... Yo le recompensaba de otras formas.

—Tyler. Eh, Tyler. —Él apartó la mirada de la pantalla del cine—. Se me acabaron las palomitas. ¿Me puedes traer más?

—Todo sea por su majestad —bufó.

Lo vi alejarse con las manos en los bolsillos de sus tejanos y una pequeña sonrisa en los labios. Tyler Levin, un chico que me sedujo con la mirada y me hizo caer en sus redes, que conquistó mi corazón con palabras y heridas abiertas, que cuidó de mí y me dañó en los peores momentos, atormentándome con su descarada sonrisa y cautivadores ojos café. Ahora podía gritarle a todo el mundo que era mío, que era la única chica en su cama y que me amaba.

—Genial, lo que me faltaba. ¿Que no saben que odio las canchas quemadas en mi pote? —Nick me sonsacó de mis pensamientos con su décima queja—. Yo no quiero esta, va para la señora.

La cancha no cayó sobre la señora, sino sobre su hija.

—Dios, lo siento —se disculpó con el rostro enrojecido.

Gwen se rio entre dientes a su lado. Los ojos de mi hermano se desviaron rápidamente hacia ella. Fue como si mirara algo que admiraba con todo su corazón, su mirada fue profunda y penetrante. Me quedé callada, solo los vi como si fuera la primera vez. Nick se inclinó y le robó un pequeño beso, sonriendo como un tonto. Sí, a ellos también les iba perfecto. Estaban locos el uno por el otro.

Jack se dejó caer a mi lado. Su pote de palomitas estaba en su asiento y ahora ocupaba el de Tyler. Me miró fijamente con una sonrisa de lado.

—¿Qué me miras? —Lo miré divertida.

—¿Yo? Ah, no. Es que creo que tienes un moco...

—¡Jack!

Él se carcajeó por lo bajo. Mi amistad con Jack era cada vez mejor, parábamos juntos todos los días en el instituto con Gwen y la mitad del tiempo me sorprendía con nuevas idioteces que me hacían reír. Era el único soltero, no mostraba interés en otras chicas hasta ahora. Se limitaba a casarse mentalmente con su comida.

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora