Capítulo 37 | No quiero perderte

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Estaba acostumbrada a las tormentas, pero esa mañana me tomó desprevenida.

—¿Quieres cereales de chocolate, Ly? Creo que te los debía. —Atravesó la puerta principal con paquetes de comida en cada mano y caminó con rapidez hacia mí para robarme un corto beso en los labios antes de irse a la cocina.

Eché un vistazo dentro de las bolsas, olfateando.

—Bueno, sí que me los debías.

—¿Eso nada más? ¿Y mi mañanero de agradecimiento? —protestó.

—Tal vez te pueda recompensar más tarde. —Le sonreí coqueta.

Sus ojos cafés recorrieron mi cuerpo cubierto solo por su camiseta. Mi piel quemó, pero intenté mostrarme firme con el mentón en alto. Él me causaba demasiado, no sé si eso me terminaría enloqueciendo más. Se acercó lentamente hacia mí, acorralándome contra la encimera con sus manos en mis caderas y una tonta sonrisa en los labios.

—Te ves increíble robándome mis camisetas.

—Me veo increíble con todo, Tyler.

Eso encendió un chispazo en su mirada. Bajó la cabeza para besarme, sus manos aferrándome con fuerza para que no me escapara como muchas veces hacía solo para molestarlo. Sus labios se encontraron con los míos, reclamándome. Me subió sobre la encimera, colocándose entre mis piernas, y comenzó un reto silencioso por quién se devoraba al otro. Estar con él era como una competencia.

—Me vas a enloquecer —murmuró, tirando de mi labio.

Sonreí a mitad del beso. Estuve a punto de responder, pero una vibración cerca de nuestros cuerpos lo interrumpió de pronto, cortando toda la calentura que teníamos. Tyler frunció el ceño, mirando a todos lados hasta que sus ojos cayeron en el celular que estaba sobre la mesa, y soltó una maldición.

—Estoy a punto de aplastar ese celular, en serio.

Le hice una señal para que no hable antes de contestar.

—¿Mamá?

—¿Lydia? Pensé que no contestarías. Ayer te llamé toda la noche. ¿Te interrumpí?

Tyler asintió mirando el celular.

—Sí. Interrumpió la follada más...

—No, mamá —le interrumpí en voz alta. Tyler puso los ojos en blanco y se me acercó—. Estaba un poco ocupada, pero ya terminé. ¿Qué pasa?

—Pero si ni siquiera empezamos —protestó él en voz baja.

Reprimí una risita cuando su aliento me provocó cosquillas en el cuello e intenté empujarlo, pero sus manos se cerraron en mi cintura y me fue imposible moverlo.

—Escucha, Lydia. Sé que de repente te va a tomar por sorpresa esto, pero tu abuelo está mal. —Se quedó en silencio, dejando que lo procesara—. El doctor dice que tiene neumonía y creo que le vendría bien un poco de compañía a tus abuelos, así que hemos decidido ir a visitarlos por un mes hasta que se sienta mejor.

—Claro. ¿Está muy mal? ¿Quieren que los acompañe al aeropuerto?

—En realidad, ustedes vendrán con nosotros.

Tyler, que estaba lo suficientemente cerca de mí como para notar la palidez que se apoderó de mi rostro, dejó de hacerme cosquillas, preocupado al no poder escuchar lo que decía.

—¿Qué sucede? ¿Quién se murió? —preguntó en susurros.

—No... No puedo. Mis estudios...

—Sé que esto es de pronto, pero la familia nos necesita, Lydia. —Mi mamá suspiró en la línea—. Ya hablé con el rector. Tu hermano también lo sabe y ya está empacando. El vuelo sale en diez horas.

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora