Capítulo 44 | El juego de los corazones rotos

75.4K 5.2K 3.5K
                                    

Nick apenas la escuchó volteó bruscamente hacia Tyler como si se tratara de un mal chiste, pero al obtener solo silencio de su parte dio zancadas hacia él, empezando a perder la paciencia.

—Hijo de puta —siseó entre dientes. Intentó tomarlo del cuello de la camiseta, pero las manos de Gwen lo retuvieron—. Eres un maldito hijo de puta. Dejé que te acercaras a mi hermana. ¡Me prometiste que no le harías daño!

Gwen trató de calmarlo, pero fue en vano. Nick se liberó presa de la ira y por un momento tuvo el camino libre hacia Tyler, hasta que Gwen se interpuso otra vez, asustada.

—Nick, por favor.

—¡¿Qué mierda se te cruzó por la cabeza?! —gritó mi hermano sin hacerle caso—. ¡¿Te revolcaste con Morgan y pretendías olvidarlo?! ¡¿Ese era tu maldito plan?!

Una vez más, su respuesta fue el silencio. Nick se zafó furioso de su agarre y le tiró un puñetazo en el rostro a Tyler que lo hizo tambalearse. Él no reaccionó, solo mantuvo la mirada en el piso. El lado derecho de su rostro se comenzó a tornar rojizo cuando Nick le tiró otro puñetazo hasta que Gwen le hizo retroceder.

—¡¿Sabes toda la mierda que tuvo que soportar mi hermana por ti?!

—¡Nick! —le suplicó Gwen.

Sentí que estaba en cámara lenta, que todo el ruido se había reducido al sonido sordo del latir de mi corazón en mi cabeza.

—No. Estás mintiendo —murmuré a punto de echarme a llorar.

Pero al ver a Tyler bajar la cabeza tal como lo hizo Jack minutos atrás, supe que era verdad, supe que no me estaba mintiendo. No era una pesadilla. Era real.

—¿Por qué no la consuelas? O mejor aún, ¿por qué no le dices si estoy mintiendo? —Mis ojos se encontraron con los de él—. Adelante, Tyler, díselo.

—Tyler... —sollocé.

Tyler le lanzó puñales a través de los ojos y me di cuenta que, si no estuviera a punto de romper todo vínculo que me unía a él, estaría insultándola de por vida.

—Todos aquí quieren saber la verdad.

Morgan señaló a su alrededor, a todos los que se mantenían mirando y eran conscientes de que, frente a ellos, a una ingenua chica enamorada que creyó haber encontrado al amor de su vida, le iban a destruir el corazón en miles de pedazos, tantos que jamás sería capaz de volverlos a juntar.

—No es momento de mentiras —Me sonrió petulante—, ¿verdad, Tyler?

Me rehusé a creerle.

Lo miré fijamente. Miré aquellos atormentados ojos cafés.

—Si tú me dices que todo esto es una estúpida mentira, yo... yo te creo. Nos iremos si me dices que todo estará bien y que ella está inventando todo. Confío en ti, solo dime... Dime que esto no es cierto. —No sabía qué decir para hacer que hablara, y estaba tan aterrorizada de que fuera verdad que mis labios comenzaron a temblar—. Habla. Por favor, habla. ¡Habla, maldita sea!

Hubo un tenso silencio entre ambos.

Hasta que finalmente lo dijo.

—Es verdad —susurró.

Me eché hacia atrás como si sus palabras me hubieran abofeteado.

La confusión hizo un hueco entre el caos de mis pensamientos, impidiendo que encuentre sentido a lo que oyeron mis oídos. El dolor fue el perfecto detonante para arrasar con todo a su paso y sus palabras, la rabia que empezó a crecer en mí cuando la confusión desapareció. Dolor y rabia, la combinación más destructiva.

Inevitable DestrucciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora