Lydia
—Qué aburrido.
Dejé caer mi cabeza con dramatismo en el pupitre mientras la profesora hablaba de leyes con un pizarrón totalmente escrito en medio, muy diferente a mi cuaderno. No nací para sufrir así, tenía que estudiar más porque lo único que entendía era que me estaba quedando dormida.
Hasta que un portazo la interrumpió. Tyler entró malhumorado en silencio y se dejó caer en los últimos asientos bajo la mirada de todos.
—Joven Levin. —La profesora se cruzó de brazos—. Nos honra con su presencia.
—Disculpe la tardanza —masculló entre dientes.
¿Por qué estaba aquí? ¿Acaso decidió no irse? ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?
Volteé disimuladamente en su dirección. Estaba concentrado en la libreta que tenía apoyada en su carpeta, anotando cosas en esta. Bajo sus ojos tenía unas tenues ojeras que a la luz del sol ni siquiera se notaban. Sus labios formaban una línea recta de concentración mientras su lapicero chocaba incesante contra su cabeza, despeinando su cabello castaño.
Idiota, pero follable. Maldita sea. El condenado era demasiado guapo.
Él no había notado que lo observaba desde mi carpeta hasta que alguien se aclaró la garganta, desviando mi atención bruscamente al frente. La profesora me miró con cólera.
—La clase está al frente, Sullivan —dijo con voz monótona.
—Lo siento —murmuré.
La profesora echó un vistazo en la dirección en la que había estado mirando. Específicamente a Tyler. ¡Santa mierda! Esto no puede estar pasando. Quite su mirada de ahí, vieja loca.
—Ya veo donde estaba su atención.
Oh. Por. Dios.
Los estudiantes soltaron una risita burlona. Fulminé a la mayoría, pero me detuve cuando mi mirada se cruzó con la de Tyler. Había dejado de escribir y ahora me estaba mirando.
Me concentré en la parte trasera de mi cuaderno, incómoda.
—¿Podrías decirnos de qué estuvimos hablando antes de ser interrumpida por tu falta de interés en la clase? —Se paró frente a mi carpeta, volviendo a captar la atención de todos.
Suspiré frustrada. El desprecio con el que me miraba me hizo tensarme.
—De anatomía humana —dudé, pero mi voz sonó firme.
Ella abrió los ojos como platos, ofendida.
—Estamos en Economía, no en Ciencias —espetó.
Ah, caray, se me olvidó. Todos estallaron en risotadas. Me hundí en el asiento.
—Silencio. ¡Silencio! —Golpeó su mesa con la palma—. Tarea para la próxima clase. Será un trabajo de la historia de las leyes, cuándo fueron creadas y para qué. Con una maqueta, por favor. Esfuércense, no copien de la primera fuente de información que vean. Sean creativos. Ahora, los formaré en grupos de cinco.
Empezó a decir nombre tras nombre. Ojeaba la lista de apellidos y procedía a hablar. Hubo quejas, protestas, suspiros. Me mantuve en silencio hasta que mi apellido resonó en el aula.
—Lydia Sullivan. —Le echó otro vistazo a la lista—. Con Sloker, Becher, Levin y el otro Sullivan. Los quiero a ambos. Por favor, a ver si enseñan a la señorita a prestar atención al frente.
El aula entera se quedó en silencio. Me aferré a la mesa, sudando. No puedo compartir tiempo con Morgan, eso solo acabará mal. Me acerqué a la profesora con la mirada de todos clavada en mi espalda.
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Inevitable Destrucción
Novela JuvenilLydia tiene prohibido causar más problemas, pero cuando el rompecorazones que reina en su nuevo instituto fija su objetivo en ella, todo se complica. Tyler Levin, el chico de ojos cafés y sonrisa encantadora, perfecto para muchas, tiene un error: Cr...