Cuarenta y Tres

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—Lárgate—dijo Jamie fríamente y esta lo soltó. Por más que rogara, que le pidiera perdón y que lo amara, eso ya no serviría de nada. Jamie la quería fuera de su vida, no quería volverla a ver y no lo culpaba. Ella sabía que todo esto iba a pasar y prefirió continuar con la venganza antes luchar por el amor. Así que no le quedaba más remedio que irse. No tenia caso seguir rogando, ya bastante lo había hecho. Miró a Jamie una vez más y negó llorando. Ahí no quedaba ningún rastro del hombre que le hizo el amor anoche, ningún rastro del hombre que la amaba, ni siquiera rastro de una mirada diferente. Él la estaba mirando con decepción, con dolor incluso hasta con asco. Eso ella no podría soportarlo, lo mejor era que se fuera. Si él de verdad la amaba, iba a entender por qué hizo todo y la buscaría y si no, solo quedaba vivir con el corazón roto. Solo le quedaba vivir con el recuerdo del poco tiempo que fue feliz, el poco tiempo en que se sintió mujer, se sintió una princesa al lado de su príncipe. Solo le quedaba el recuerdo de lo feliz que Jamie la hizo todo este tiempo.

—Yo jamás te mentí al decirte te amo, eso ha sido lo único real que he dicho—dijo limpiándose las lagrimas y lo miró. –Tú has sido lo único real en mi vida, siempre será así—dijo antes de salir del comedor. Ya no tenía caso seguir ahí. Solo quería ir a su casa y no volver a salir. Su vida ya no tenía sentido. Había perdido a Leila y a Jamie. ¿Qué más le quedaba? Nada, absolutamente no le quedaba nada. Las dos personas más importantes para ella ya no estaban, Jamie acababa de apartarla para siempre de su vida.

— ¡Maldita zorra!—gritó Mía acercándosele y sin pensárselo dos veces le pegó una bofetada.

— ¡Mía por favor!—gritó Clark aguantando a Grace que seguía llorando con incredulidad. Aun no podía creer todo lo que había pasado.

–Eres una maldita mentirosa—sollozó forcejeando para que Justin la soltara, pero este no iba a soltarla. –Todo fue un plan, desde el principio todo fue un plan—dijo con rabia. Nunca había odiado tanto a una persona como la odiaba a ella. A ella que la consideraba su mejor amiga, su hermana de alma. A ella que la usó y le vio la cara de tonta todo este tiempo. — ¡Siempre me usaste!—gritó tratando de soltarse.

—Sera mejor que te vayas—le dijo Elliot y ___ asintió. Era lo mejor, ya bastante problemas había causado.

—Lo siento—sollozó viendo a Mía y esta negó con rabia.

—Me usaste todo este tiempo para llegar a mi hermano—dijo molesta. –Me hiciste hacer cosas que jamás quise hacer—sollozó y ___ negó llorando.

— ¿Qué cosas?—preguntó Grace mirándolas y ___ miró a Mía.

—Por culpa de ella mamá, bebí y me drogué varias veces—sollozó Mía y Grace miró a ___.

— ¡Maldita!—gritó Grace corriendo hacia ___, pero su marido la detuvo. — ¡Sal de mi casa ahora!—gritó dolida. Jamás había sido tan traicionada como ahora. Le había abierto las puertas a ella, le dio un hogar, le dio cariño y los había apuñalado por la espalda. Había jugado con su hijo y había hecho que su hija hiciera cosas que jamás quería hacer.

—Incluso me hiciste pensar que me gustabas—sollozó Mía. –Me hiciste creer que era lesbiana, que nos queríamos—sollozó dolida. De verdad lo estaba, ___ había sido su mejor amiga, su única amiga. La única que nunca se acercó por dinero, ni la trató mal por ser una niña rica, pero ahora entendía por qué.

— ¿Qué?—dijo Steven incrédulo y Mía bajó la cabeza. — ¿Ustedes qué?—preguntó molesto y Mía negó llorando.

—Yo jamás quise hacerte daño, jamás quise confundirte—susurró ___. –Lo que hacíamos era el efecto de la droga, no porque queríamos—dijo y Mía la miró.

Innocent's {Jamie Dornan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora