Capítulo Treinta y Siete

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—Madre—dijo Jamie contestando el teléfono mientras desayunaba. No le sorprendía que su madre lo llamara tan temprano.

—Hijo, ¿Cómo estás?—preguntó Grace preocupado. Había estado toda la noche preocupada por ____. Cuando se había ido anoche, la había dejado durmiendo. No había querido comer y eso había sido preocupante.

—Todo bien—contestó Jamie dándole un sorbo a su café.

— ¿Cómo esta ___?—preguntó Grace y Jamie suspiró. ¿Cómo estaba ___? Ni él lo sabía. Ella no había hablado con él. Solo se había dado la ducha y se había tomado un té antes de irse a la cama. Y no a la cama de él, sino a la cama que había usado cuando era sumisa. Quiso preguntarle que le pasaba porque era obvio que le pasaba algo. La había escuchado llorar en la ducha, algo que verdaderamente le preocupaba mucho. ¿Qué le había pasado? Ella había dicho que nada, pero Jamie no le creía. Ella había venido llorando y aun cuando estaba con él, lloraba. Además de que estaba distraída y apenas le respondía. Pero sabía que no iba a tener respuesta por parte de ella. Así que la había dejado dormir y había estado pendiente de ella toda la noche por si acaso. Ni su cuerpo le había pedido dormir un rato, él solo se había quedado a vigilarla por si acaso.

—Está mejor, pero aun sigue durmiendo—dijo Jamie y Grace suspiró.

—Me gustaría ir a darle una revisada por si acaso—dijo y Jamie asintió. Eso le parecía bien. Que su mamá la chequeara a ver si estaba bien de salud. Ver si había pasado algo que él debía saber o simplemente aun seguía con miedo al haberse perdido. Eso era normal en Seattle. Las calles eran muy confusas y fácilmente podías perderte. Así que entendía porque esta aun seguía asustada por haberse perdido. Había estado afuera dos días perdida, sin conexión y sin nadie que pudiera ayudarla. Era entendible que reaccionara así.

—Me parece bien—dijo Jamie. –Puedes venir a verla, estaré aquí con ella hasta el almuerzo—dijo y Grace se sorprendió. Eso sí que era realmente sorpresa. Que su hijo pusiera a ___ antes del trabajo sí que era sorpresa. Su hijo nunca ponía nada antes que el trabajo, pero no cavia duda que ahora que tenía a ___ iba a ponerla primero.

—Está bien cariño, iré pronto—dijo antes de colgar. Jamie terminó de desayunar y se giró a ver a su empleada.

— ¿Podría preparar la bandeja para llevarle el desayuno?—preguntó Jamie y esta asintió.

—No se preocupes señor, se la llevaré pronto—dijo y Jamie asintió subiendo las escaleras rumbo a la habitación donde estaba ___. Quería asegurarse que aun seguía durmiendo. Abrió la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido y se sorprendió al verla despierta con la mirada perdida.

—Buenos días—dijo Jamie y ___ asintió en silencio. Lo menos que le apetecía era hablar, solo quería quedarse en la cama y nunca levantarse. — ¿Cómo amaneciste?—preguntó sentándose en la cama detrás de ___ que seguía mirando por la ventana.

—Mejor, gracias—dijo y Jamie asintió. Al menos se escuchaba mejor. –Siento no haber ido a la universidad—dijo y Jamie acarició la espalda de esta haciendo que se tensara. No quería su toque, no quería que la tocara.

—Eso es lo de menos, lo que importa es que estés mejor—dijo Jamie y esta asintió apretando los labios. No podía moverse, si se movía este iba a saber que le pasaba algo con él y no. Tenía que seguir todo como estaba antes.

—También siento haberlos preocupados, no era mi intención—dijo y Jamie asintió. Él sabía eso, ella no le gustaba preocupar a la gente.

Innocent's {Jamie Dornan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora