Capítulo 18

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Estábamos de camino al cine. Todos estaban un poco nerviosos por que pueda que la gente me conozca y se haga imposible la salida de amigos.

Lucía y yo nos sentamos juntas en la parte trasera del coche por que ella no quería sentarse junto a Pablo. Según ella Pablo es un chico insoportable.

-Alexa -me llama cerca de mi oído con la voz demasiado baja- No me dejes sola con ese por favor.

-De acuerdo, aunque no se por que te cae mal. No para de piropearte eso es muy bueno -río y ella bufa provocando que yo ría aún más.

-Qué sonido más dulce -dice Pablo y yo acabo riendo aún más

-¿La risa de mi chica? Pablo ten cuidado eh. -dice Alberto con la mirada en la carretera.

-No, ese sonido tan dulce que ha salido de los labios de mí chica. ¿A que sí Lucía , mi amor? -dice él y yo ya no podía parar de reír.

Mi amiga le mira con su mirada de puro odio y él le guiña el ojo. Luego él vuelve la mirada a la carretera y vuelve a su conversación con Alberto. Estaban hablando sobre el jefe y las probabilidades que hay para que Alberto pueda estar conmigo de manera oficial.

Veo como llegamos al cine y noto como me empiezan a sudar las palmas de las manos. Vamos entrando en el aparcamiento y la poca gente que pasaba se quedaban mirando.

-Alberto -le llamo y el me mira por el espejo.

-¿Qué pasa? -dice él con un tono preocupado.

-¿A tí te suelen relacionar con la realeza?. -él asiente.

-Pero me suelen ver de paseo con Pablo y muchos más y lo único que pasa es que me miran un poco pero ya. ¿Por qué te preocupa tanto que la gente sepa que eres la princesa?

-No estoy preparada. Esperan a la chica dulce, amable y que tenga eso que todas las princesas tienen. Yo soy un poco lo contrario.

-No. La gente solo quiere conocer a esa princesa que estuvo escondida por su bien. Tranquilízate, estoy contigo en esto.

Asiento mientras que nos empezamos a bajar del coche. Empezamos a andar hacia el cine mientras que ellos hablan sobre que película vamos a ver mientras que yo miro a mi alrededor por alguna señal que indique que la gente sabe quién soy.

-¿Te gusta, Alexa? -me despierto de mis pensamientos y Lucía lo vuelve a repetir- ¿Ocho apellidos catalanes te gusta?

-Sí. ¿Vemos esa? -pregunto y todos asienten.

-Voy a comprar las entradas -dice Pablo- Nena, tienes que venir conmigo.

Lucía bufa y le sigue. Sin duda a ella no le cae nada bien. Cuando están comprando las entradas Alberto se acerca y me abraza.

-No estés nerviosa -dice en mi oído- Lo mucho que puede pasar es que alguien te diga que está feliz de que al fin estés aquí. No podemos parecer una pareja en la calle por que los chismes corren pero bueno tenemos la casita de descanso ¿no? -dice con una sonrisa y yo río.

Sin duda Alberto es de las pocas personas que saben calmarme. No paro de repetirme una y otra vez que hice lo correcto respecto a él. No hay cosa que me guste más que estar en sus brazos.

-Chicos venga vamos. Hay que comprar palomitas -dice Pablo y nos separamos.

Después de comprar las gomitas y palomitas nos metimos en la sala y mientras que nos sentábamos en los asientos la poca gente que había en la sala nos miraban y cuchicheaban.

Yo me senté con Alberto y Lucía, Pablo al lado de ella. Estuvieron toda la película discutiendo sobre las palomitas. Por lo visto Pablo cogía palomitas con el puño y se las comía de un tirón dejando a Lucía con poquísimas. Yo en cambio, estuve con Alberto comiendo gomitas y con las manos juntas para tranquilizarme.

La gente de la sala sospechaba algo sobre quién era por que escuchaba frases como "¿Sera esa la princesa?", "Es el chico de la realeza, ¿Quién será ella?", "Seguro que es ella".

Era una de las pocas veces en las que la película se me hacía tan larga. Cuando terminó esperamos que la gente saliera para irnos nosotros.

-¿Que tal si vamos a comer a alguna hamburguesería? -dice Alberto, Lucía y Pablo nos miran con los ojos como platos.

-No tengo hambre -dice Pablo y ella asiente para que sepamos que ella igual.

-¿Y qué hacemos ahora?

Nos paramos en uno de los pasillos del centro comercial y Lucía y yo nos miramos al ver que ese pasillo estaba lleno de tiendas de ropa.

-¿Alberto tienes la tarjeta que te dieron mis padres para cuando fuéramos a algún lado? -le digo y él asiente. La saca de su bolsillo y me la da.

-Bueno chicos pues vamos ¡De compras! -dice Lucía y ambas salimos corriendo a la tienda más cercana.

Los chicos se quedan estáticos al ver que salimos en pocos segundos corriendo y ellos nos empiezan a seguir corriendo después.

Salimos de la tienda con una bolsa llena y vemos que enfrente nuestra hay una tienda de ropa interior. Yo pongo rumbo hacia otra tienda pero ella le da la bolsa a Pablo y me lleva a rastras a esa tienda.

-No me gusta comprar este tipo de cosas -digo pero ella hace oídos sordos y me lleva hacia una parte de la tienda en la que tienen ropa interior un poco más reservada.

-Yo te voy a elegir uno y tú te lo vas a probar y después comprar.

-Que no me gusta.

-Hazlo por Alberto -dice mirándome de manera pícara y yo quito la mirada- No lo vas a tener a pan y agua para siempre ¿no?

-Joder -digo y ella ríe.

Coge un conjunto azul y mira la talla. Me la da y empieza a buscar otro conjunto.

-Con uno basta Lucía. Él y yo en esta parte falta mucho para que ocurra. Es muy difícil encontrar un lugar en la que estemos solos.

-¿No quieres tener sexo con él? -dice ella mientras descuelga un conjunto en rosa.

-Claro que quiero tener sexo con él...

-Me alegro de que quieras tener sexo conmigo. ¿O no soy yo? -dice la voz que conozco mejor que mi vida. Me doy la vuelta aún con el conjunto en mis manos y él lo mira- Me encanta como te queda ese color.

Me quedo de piedra y Lucía se empieza a reír como loca. Él al ver mi cara también se ríe y algunas de las mujeres al ver la situación intentan evitar reírse. Genial.

-Vayámonos ya. -digo y voy a pagar la cosa esta que seguro que me traería alguna desgracia.

Después de dar unas vueltas más y comprar más ropa nos metimos en el coche y volvimos al castillo. Todo el camino escuchaba frases con doble sentido de Alberto mientras que Pablo nos miraba con cara de no entender nada.

Cuando llegamos a la habitación Pablo le dio un beso en la mejilla a Lucía provocando que ella entrara a la habitación sin despedirse y Alberto y yo nos quedamos fuera solos.

-Respecto al sexo -dice Alberto y yo le callo con un pequeño beso.

-Por favor no lo repitas -río y él me sigue.

-Quería decirte que no tengo prisa. Me basta con poder abrazarte cada día. Buenas noches.

Se mete en la habitación y yo me meto en la mía con una sonrisa que seguro que no se me quitaría de la cara.

-¿Qué te parece si nos vamos a la discoteca que está aquí cerca? Solas. Una escapada no pasará nada ¿No?

Lo pienso por unos momentos pero me parece una buena idea. Una noche sin chicos y solas.

-Genial vamos a vestirnos.

Yo ¿una princesa? y tú ¿mi guardaespaldas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora