Capítulo 48

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Habían pasado ya tres semanas. Todos los días Alberto estaba como en otro mundo. Pasaba conmigo menos tiempo y se encerraba en la habitación, dibujaba y escribía algo que nunca he podido ver.

Algo le ocurría pero cada vez que le preguntaba me respondía con un "nada mi amor" y me daba un beso en la frente para después marcharse a otro lugar con el cuaderno en sus manos.

Hoy se había marchado antes porque según el tenía que trabajar antes. Yo cada día que pasaba me preocupaba más por él y acababa siempre con dolor de cabeza.

Me levanto de la cama demasiado rápido y noto como todo da vueltas y me vuelvo a sentar. Esto de que él se estuviera alejando de mí me ponía cada vez peor. Para lo único que me tocaba estas tres semanas era para darme cortos besos que él odia con su alma y algún que otro roce al darme algo.

Cuando me siento mejor me levanto de la cama y voy a vestirme. Ya me estaba acostumbrando a levantarme sola y no me gustaba nada.

Al estar lista llamo a alguien del castillo para que me recogiera y mientras que llegaba me cogí una manzana. Llevaba unos cuantos de días que no podía evitar de comer. Si me comía una manzana al menos me mantenía sana.

Escucho como llaman a la puerta y salgo. Me monto en el coche y pone rumbo al castillo. Cada curva que dábamos me mareaba más que de costumbre.

Llego al castillo y antes de nada voy al baño y vomito todo lo comido en el día de ayer. Me quedo sin fuerzas y me quedo un rato ahí sentada al lado del váter. Respiro honda y me levanto para ir con mi madre.

Mientras que subía las escaleras mi dolor de cabeza aumentaba. Llego al despacho y veo a mi padre y mi madre hablando tranquilamente.

-Hola cariño -dice mi madre con una sonrisa y se acerca a mí con los brazos abierto.

Cuando ve mi cara se queda quieta y seria. Coloca una de sus manos en su frente y la aleja rápidamente.

-Estas hirviendo -dice ella- Ve a la cama de tu cuarto, tienes fiebre. Voy a suspender las actividades de hoy. -asiento y empiezo a andar.

Voy hacia mi cuarto y me tumbo en la cama con la palma de mi mano en la frente. A los dos minutos me entran ganas de vomitar otra vez y voy corriendo al baño. Vuelvo a echar todo lo que contenía mi cuerpo y me quedo ahí tirada en el baño.

Me levanto y me dirijo otra vez a la cama. Me tumbo e intento dormir. Escucho como abren la puerta y miro a ver si es Alberto. Pero me encuentro a mi madre con un cubo y un paño.

Se sienta a mi lado con una sonrisa y me coloca un paño húmedo en la frente.

-¿Y Alberto? -me pregunta y la miro con el ceño fruncido.

-¿No está aquí? -le digo y ella niega con la cabeza

-¿Qué ha pasado? -dice ella mientras que me siento en la cama y me intento poner de pie.

-Me dijo que tenía que trabajar y se fue muy temprano -digo mientras que me pongo de pie y mi mareo vuelve otra vez.

-Hija.. estate en la cama. Le voy a llamar por teléfono. -la miro y asiento.

Me tumbo en la cama y ella coloca un paño en mi frente. Coge su teléfono y empieza a llamar a Alberto. Está un rato callada y aleja su teléfono del oído. Me mira triste y vuelve a colocarse el teléfono en el oído. Lo vuelve a alejar y se lo mete en el pantalón.

-¿No lo coge? -le pregunto y ella niega.- Tengo que ir.

Me levanto pero noto como mi comida quiere salir de mi boca y corro al baño para expulsar la comida por tercera vez en el día.

Salgo del baño y salgo de la habitación con mi madre detrás de mí. Aviso a alguien del castillo para que me lleven a mi casa y en solo cinco minutos ya estoy de camino.

Todo el camino estuve pensando en el por qué estaba tan preocupado. Desde el día del bebé d juguete está diferente.

Llego a la casa y voy corriendo adentro.

-¡Alberto! -empiezo a llamarlo y voy entrando por todas las salas y habitaciones. No contestaba a mis gritos.

Entro en nuestra habitación como último recurso y no está. Miro la cama y veo una especie de carta encima. Con manos temblorosas la cojo y me siento en la cama para leerla.

Alexa,

Si estas leyendo esto será porque me habrás buscado. No me vas a poder encontrar por que me he tenido que marchar. No quiero que te enfades, sólo te pido que leas esta carta.

Se que estas semanas he estado como ausente, como en otro mundo. No me puedo quitar de la cabeza lo de las amenazas. Hay algo en todo este asunto que no me encaja. Me he estado encontrando objetos y signos que me recuerdan a mi niñez. La persona que sea la que está detrás de todo esto sabe algo sobre mis padres. De eso estoy seguro.

No quiero que te enfades conmigo. Quiero encontrar a esa persona y que me cuente que les pasó a mis padres. Cuando lo consiga volveré junto a ti, sólo espérame. Te quiero.

Alberto.

Cuando termino de leerla noto como las lágrimas recorren mis mejillas y tiro la carta al suelo enfadada. Me tumbo en la cama enfadada y llorando. De repente me vuelven a venir los impulsos de vomitar y corro al baño.

Vuelvo a la cama y me vuelvo a tumbar. Lo único en lo que podía pensar era que él se había marchado y me había dejado sola

Yo ¿una princesa? y tú ¿mi guardaespaldas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora