Capítulo 19

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   Mi armario parecía otra casa. Tenía un perchero a mi derecha llena de pantalones y faldas de todo tipos y de todos los colores, en mi izquierda estaban todas las camisetas y tops y al frente tenia otro perchero lleno de vestidos. Cuando miramos a un armario que había al lado de la puerta vimos que estaba lleno de todo tipo de zapatos.

- Este vestido para mí -dice Lucía y coge un vestido de color rojo.

   Se lo coloca y le ayudo a ponerse un cinturón de brillantes en la cintura. Se aleja un poco para verla completa y veo como su falda le llega por la mitad del muslo y tiene un escote de corazón. Al verla y asentir da unos saltitos y se coloca unos tacones de brillantes como el cinturón.

-Ahora te toca a tí. -dice y empezamos a buscar en los vestidos. A los diez segundos la escucho dar grititos y cuando la miro tiene un vestido de palabra de honor en sus manos.- Te vas a poner esto. -me lo lanza y me lo pongo.

   Mientras que ella me busca unos tacones me miro al espejo. Sin duda me gustaba el vestido. La parte del top estaba hecha de pedrería y pasaba del color azul al plata y la falda se quedaba con ese color plateado con vuelos hechos de tela.

   La veo acercarse con unos tacones plateados y me los coloco mientras que ella mete en su bolso la tarjeta de crédito y nuestros teléfonos.

-Estamos listas. -dice ella sonriendo.

-El problema es el como salimos. Bueno vamos a quitarnos los zapatos y así no nos oirán. Recemos por que  no tengan las cámaras conectadas.

   Empezamos a quitarnos los zapatos y abrimos la puerta sin causar mucho ruido. Cuando ambas salimos la cierro y empezamos a ir por los pasillos en los que fui con Alberto para salir.

   Al bajar las grandes escaleras de la entrada salimos corriendo y cerramos la puerta. Cuando nos da el aire en la cara parece como una bofetada. Hacia más frío del que creíamos pero ya no podíamos darnos la vuelta.

-¿Donde decías que estaba la discoteca? -le digo y ella saca su teléfono para mirar la hora.

-A tres kilómetros -cuando dice eso me paro y la miro.

-¿Tres kilómetros andando?¿Estás loca?

-He llamado a un taxi mientras que estabas en el servicio. -dice riendo y señala un coche que estaba a muchísima distancia. Lo veíamos gracias a que tenía las luces encendidas.

   Cuando llegamos al taxi nos montamos atrás y pone rumbo a la discoteca. Esto era una locura. Si Alberto se entera de que me he ido sin él a algún lado se va a cabrear pero bien.

-Lucia si Alberto se da cuenta, estamos muertas -digo y ella se encoge de hombros.

-Son las tres -dice ella mirando su teléfono- no creo que se levante en mitad de la noche para mirar la habitación.

   Vuelvo mi mirada a la carretera y el taxista empieza a aparcar enfrente de la entrada. Miro a la discoteca mientras que ella paga y veo como hay una gran cola para entrar. Cuando ella paga nos bajamos del coche y el taxi se va.

-Ahora tenemos que entrar -digo yo mientras que miro toda la gente que hay en la cola.

-Déjamelo a mí -dice ella y empieza a andar hacia el guarda. No dudo ni dos segundos en ir tras ella.- Perdona puede apartarse queremos entrar.

   El hombre nos mira a las dos y se pone aún más derecho que antes. Luego baja la mirada al escote de mi amiga y luego al mío.

-¿Tenéis entradas? -dice el hombre sin apartar la mirada.

-Sí pero las tiene una amiga que está adentro.

   El hombre vuelve su mirada a nuestros ojos y luego se aparta para abrirnos la puerta. Ambas entramos y luego se cierra la puerta. La música retumbaba en mis oídos y me estremezco un poco. Nunca me ha gustado este tipo de ambientes.

Yo ¿una princesa? y tú ¿mi guardaespaldas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora