Capítulo 28

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Militares.Había militares en nuestra busca. Estaban en la calle de enfrente y se empezaban a escuchar sonidos en la parte baja del edificio. Alberto y yo no sabíamos que hacer es más ni nos movíamos. Se escuchaban golpes en cada puerta y cada vez los ruidos se escuchaban más fuertes.

-Vamos a escondernos -dice Alberto y me mete debajo de la cama.- no salgas hasta que se hayan ido. Por favor no salgas por nada. Si me encuentran te prometo que te buscaré pero no salgas. Prometemelo -me dice.

-Te lo prometo -contesto, me acaricia la cara y me tapa los lados para que no se me vea.

Estoy debajo de la cama sin escuchar nada solo mi corazón latir fuertemente. Si me encontraban me llevarían al castillo y me tendría que casar si o si. Además me castigarían mis padres y por mi culpa podrían llegar a matar a Alberto. Si el muriese no podría sobrevivir.

Unos golpes fuertes en la puerta me despiertan de mis pensamientos y se vuelve todo silencioso. De un momento se escucha como rompen la puerta y rezo mentalmente por que no se les ocurra mirar debajo de la cama.

Un par de pasos lentos me ponen aún más nerviosa. Creía que serían más pero solo era uno y seguro que iría armado. Esa persona empieza a abrir habitaciones y de un momento a otro se escucha un disparo. Todo mi mundo cae en un momento cuando escucho un sonido de dolor de Alberto.

Le habían disparado y yo no podía salir de allí. Sus quejidos sonaban aún más fuertes cuando se escucha un golpe. Cerré los ojos con fuerza y me tapé los oídos. No podía soportar oír como le hacían daño y yo no podía hacer nada para evitarlo.

-¡¿Donde está?! -grita el hombre dando otro fuerte golpe. No quería saber donde estaba dando los golpes porque si fueran a Alberto acabaría saliendo y acabando con todo esto.

-Se marchó sin mí esta mañana... -dice Alberto muy flojo mientras que tosía.

-¡Mentira! -otro golpe aún más fuerte.

No paraba de escuchar golpes hasta que todo acabó con un disparo. Ese disparo hizo que todo se silenciara. No se escuchaban ni los quejidos ni los golpes y no pude evitar que cayera una lágrima de mi ojo.

No sabía si habían pasado unos segundos o unas horas. No lo sabía pero lo que sí sabía era que fuera lo que fuera había terminado. Me muevo en poco de debajo de la cama y salgo. Todo estaba silencioso e intentaba andar lo más silencioso posible.

En el momento que miro al salón me encuentro a un militar en el suelo. Tenía un disparo en el pecho y su piel estaba pálida. Miro alrededor por alguna señal para encontrar a Alberto pero nada.

Sin pensármelo dos veces cogí la mochila de la habitación la llene de comida, ropa, dinero y metí el móvil de Alberto. Si me lo llevaba podría ponerme en contacto con Pablo.

Corrí todo lo que pude y me marché de la casa sin mirar atrás. No sabía lo que había pasado con Alberto pero seguro que me buscaría. Seguro que estaba vivo.

Iba por las calles desiertas, todo el mundo estaría escondido en sus casas. Era la única que estaba en la calle y eso no me gustaba. Vi al final de la calle un edificio en obras y corrí hacia allí. Se podía entrar perfectamente y sin pensármelo me metí dentro.

Olía a aceite y a tierra pero me daba igual. Solo quería llegar a un lugar en el que poder llamar a Pablo sin problemas. Subí lo más arriba que pude y dejé la mochila en el suelo. Con el teléfono en la mano llamé a Pablo y esperé hasta que me contestó la segunda llamada.

-¿Pablo? -escucho como mi voz se rompe en mitad del nombre y mis lágrimas caen por las mejillas.

Me colgó. No me contestó siquiera. Algo debería estar pasando de lo que yo no estaba enterada.

No insistí en llamarle y coloqué una manta en el suelo. Intentaría descansar hasta que pase cualquier cosa más. Si hubiera sabido esto esta mañana no habría querido salir de casa.

P.O.V. Alberto

Me dolía el brazo. Necesito extraer la bala de él. Tuve que dejar a Alexa segura en su escondite y bajé a la casa de abajo en busca de algo para poder extraerlo.

Me encontraba con unas pinzas enterradas en mi herida en busca de la bala. Cuando doy con ella la agarro y de un fuerte tirón la extraigo. Me coloco una banda con alcohol en la herida y unas cuantas vendas en mi costado. Tenía fuerte arañazos por haber intentado arrebatarle el arma al militar.

Cuando estoy preparado subo las escaleras con la arma entre mis manos. Había escuchado ruidos por las escaleras y seguro que sería algún agente más en nuestra busca.

Cuando llego al apartamento miro de arriba a abajo todo. No había nadie y el ruido del exterior había cesado. Voy hacia la cama en la que está Alexa escondida y levanto las mantas que eché para esconderla.

En el momento en que no la veo ahí tumbada me asusto y empiezo a mirar por todos lados otra vez. No estaba por ningún lugar. Voy a coger mi teléfono pero no está y me doy cuenta que faltaban cosas incluida su mochila. Había huido de aquí.

Voy al teléfono fijo y marco mi número pero me aparece como apagado. No sabía que hacer y solo había una solución.

Era de noche y se me iba a hacer totalmente imposible encontrarla. Sin pensármelo cojo la mochila mía y la lleno. Antes de salir de la casa le escribo una nota y la dejo encima de la cama. Salgo de la casa y la dejo sin la llave por echar y me voy hacia el coche.

Me meto en el coche y tiro la mochila en el asiento trasero. Antes de poner en marcha el coche miro en mi guantera y veo el anillo. Ese anillo que casi encuentra Alexa y que no he tenido la oportunidad de entregárselo como merece.

Pongo en marcha el coche y pongo rumbo al castillo. Yo era tan controlador con mí teléfono que le puse un dispositivo de rastreo sin que nadie lo supiera. Era mi única forma de encontrarla.

Yo ¿una princesa? y tú ¿mi guardaespaldas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora