Capítulo 41

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Me muevo un poco incómoda en la camilla. Me dolía el estómago pero se podía soportar. Alberto se marchó de la habitación para avisar a mi madre y yo estaba inquieta por el simple hecho de que no me había dicho que me pasa.

Veo como la puerta se abre y aparece mi madre y los chicos. Cuando les veo les sonrío y ellos se acercan a mí.

-¿Cómo estas? -dice mi madre mientras que pasa su mano por mi brazo

-Bien, solo me molesta un poco el estómago pero nada de otro mundo -digo con una sonrisa.- Mamá, hoy tenía que llamar al banquete de la boda.

-Tranquila ya he encargado a una persona para que se haga cargo de todo. Sólo tienes que descansar y esperar a que llegue el día. -asiento y me fijo en Lucía que tiene en sus ojos lágrimas.

-No debí de haberte dejado fuera -dice ella con los ojos llenos de lágrimas.

-Da igual Lucía. Estoy bien, no ha pasado nada grave. -le digo dándole la mano y ella soltando unas cuantas de lágrimas.

-Hija yo me tengo que marchar. Alberto se va a quedar aquí hasta que te den el alta. -asiento y me despido de ella. Cuando se va aparece Alberto con un café en la mano.

-Voy a tomar el aire -dice Pablo y me da un apretón en la mano para irse.

-¿Te encuentras bien? -dice Alberto colocándose en la silla de antes enfrente de Lucía.

-Sí, me duele el estómago solo eso. -él asiente y le da un sorbo al café.

-Voy con Pablo afuera -dice ella mirando a Alberto y se marcha.

Nos quedamos ambos callados. Solo se escuchaba la máquina que tenía a mi lado. Miro a Alberto y él está con la mirada fija en su café.

-Será mejor que te diga lo que me han dicho los médicos. -dice mirándome y yo asiento- Verás resulta que te dieron patadas en el estómago y eso hizo que... perdieras el bebé.

Me quedo callada. ¿Perdiera el bebé? Yo no estaba embarazada. Miro a Alberto que tenía los ojos tristes y es cuando me doy cuenta que decía la verdad. Estaba embarazada y lo he perdido.

Noto como lágrimas caen por mis mejillas y él las seca con su dedo. El no decía nada y no necesitaba que lo hiciera. Me bastaba con tenerlo a su lado.

-He preguntado sobre cuando te dan el alta y dicen que este mediodía ya podremos marcharnos. -asiento y vuelvo mi mirada al suelo.- Alexa, se acabó las clases. Voy a estar contigo todo el tiempo posible. Nada de vernos por la noche y por la mañana no poder despedirnos. Se acabó.

Agarra mi mano y yo se la aprieto. Una enfermera entra en la habitación y empieza a revisar cabes y demás. Ambos la miramos y luego coloca una carpeta en la camilla.

-Bueno. Está estable al fin. Solo tiene que ir alguien a firmar los papeles y se podrán marchar.

Alberto se levanta y me da un beso en la frente y luego sale para seguro firmar los papeles. La enfermera termina de revisar las cosas y me quita el enganche del aparato. Luego sale despidiéndose y me acomodo en la camilla.

Alguien entra en la habitación y cierra la puerta. Era una mujer rubia y alta con los ojos azules. Se acerca a mí en silencio poco a poco y me mira de arriba a abajo parando su vista en el anillo. Le aparece una sonrisa en los labios y se marcha de la habitación.

Me quedo callada. Mirando la puerta. Esa mujer había entrado como si nada y se había marchado sin decir ni una palabra.

Alberto entra con una sonrisa en la habitación y deja ropa en la cama.

-Nos vamos -dice y yo sonrío. Cojo la ropa y me cambio en el baño.

Cuando estoy lista me voy con Alberto hacia afuera con Lucía y Pablo. Cuando aparecimos por la puerta les vimos besándose y yo sonrío. Alberto me mira como si no se lo esperase y vamos de mientras hacia el coche

-Alexa ten cuidado. Me han dicho que si haces mucho esfuerzos te puede dar muchos pinchazos en el estómago. -asiento y nos metemos en el coche.

A los pocos minutos ambos entran en el coche sin decir ni una palabra y vamos hacia el castillo.

Decir que la entrada al castillo fue tranquila es mentira. Estaba lleno de cámaras y coches. Nos estaban esperando entrar y una vez que entramos nos sentimos tranquilos.

-Alexa tu y yo vamos a ir a descansar. No quiero que te esfuerces hoy. -dice Alberto agarrando mi mano.- vemos las series que a ti te gusta, pero no salimos a ningún lado.

Subimos a mi habitación y al llegar me ayuda a tumbarme en la cama. Sin duda los médicos tenían razón con lo del estómago. Es subir escaleras y ya me daba pinchazos.

Él enciende la televisión y se tumba conmigo en la cama colocando su brazo bajo mi cabeza. Pone una película y nos quedamos ambos viéndola.

-¿Te habría gustado tener ese hijo? -dice Alberto con su mirada fija en la televisión aunque sabía que no le estaba echando ni cuenta.

-Sí -contesto y él me mira- Aunque si tuviera que elegir lo tendría más tarde, no sé como un año por ejemplo. -le digo y él asiente- ¿Por qué quieres que tengamos un hijo tan pronto?

-Es solo porque yo perdí a mis padres siendo muy pequeño y no quiero que a nuestro hijo le pase lo mismo. Quiero que crezca con sus padres y si nace antes a lo mejor puede estar más tiempo con nosotros. -lo dice serio con su mirada en la cama. Yo paso mi mano por su cara y hago que me mire.

-Tranquilo. Nuestro hijo no va a crecer sin nosotros. Todo a su tiempo -le digo y le beso en los labios. Él coloca su mano en mi cintura y me atrae a él.

Pasamos toda la tarde viendo películas y series como él había dicho. Después por la noche se quedó a dormir conmigo y sus palabras textuales antes de caer en un profundo sueño fueron.

-Son las doce. Felicidades mi amor.

Yo ¿una princesa? y tú ¿mi guardaespaldas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora