Me despierto con la luz del sol en mi rostro. Abro mis ojos lentamente y me siento desorientada al no estar en mi antigua habitación. Hasta que todos los recuerdos del sábado y viernes noche aparecen en mi mente. Las mentiras de Alberto, la aparición de mi madre, el secuestro, ser heredera de un trono...
Llevo dos días sin hablar con Lucía. Necesito hablar con ella. Sin pensármelo más cojo mi teléfono y la llamo. A lo dos tonos coge la llamada.
-¡¿Donde te metiste?! ¡Te estuve buscando toda la noche en la fiesta y ayer me llegué a tu casa y no había nadie!
-Relájate. Te tengo que contar mucho.
-Dispara.
Empiezo a contarle todo desde el secuestro hasta la llegada al castillo. Todo el rato estuvo diciendo "no me lo creo", "que imbécil", "me alegro"...
-Así que princesa... ¡Qué guay! -dice ella y yo río.
Escucho como llaman a la puerta y decido colgar la llamada.
-Te tengo que colgar después hablamos si eso. -le digo mientras que miro mi habitación.
-Vale princesa. -dice riendo- Adiós.
Cuelgo y abro la puerta. Cuando veo quien es el que está en ella la cierro pero no llega a cerrarse del todo ya que hay algo impidiéndolo, un pie. Un maldito pie que parece no tener dolor. Aprieto aún más hasta que la puerta se mueve en la dirección contraria a mis fuerzas.
Alberto entra y yo cierro la puerta ya que no había parado de ejercer esa fuerza en ella. Me choco con la puerta y le miro con odio.
-Fuera de mi habitación. -digo con aún más odio.
-Vengo a hacer mi trabajo. Tienes un desayuno con tus padres durante una hora, luego te diré donde tendremos que ir ya que tus padres tienen trabajo y no pueden aplazarlo. ¿Todo claro? -todo lo que me dice lo hace con una voz robótica. No muestra nada de sentimiento.
Cuando asiento él se dirige hacia la puerta y se marcha de la habitación dejando la puerta abierta. Después de verlo meterse en la habitación de enfrente mía entra una mujer. Tendría como unos cuatro años más que yo. Por su manera de vestir me doy cuenta que trabaja aquí. Cierra la puerta y me regala una cálida sonrisa que yo no dudo en responder de la misma manera.
Pone encima de mi cama una especie de vestido. Era un poco corto de color rosa pálido. Tenía unos especies de dibujos de color azul y verde. Me encantaba. La mujer pone al lado unas balerinas de color azul, como el del vestido.
-Princesa, sus padres la esperan en el comedor. Yo que usted me vestiría y le acompaño para llegar y que no se pierda. -me dice la mujer muy alegre.
-Gracias, voy a vestirme. -digo mientras que voy al baño de mi habitación pero antes de entrar me doy la vuelta- Una cosa si no le molesta llámeme Alexa en vez de princesa. Es más cómodo para mí -digo con una sonrisa y ella asiente sin quitar su sonrisa de su rostro.
Cuando me visto, bajo con la mujer y voy a desayunar junto a mis padres. Me parece mentira que todo haya cambiado tan de repente. Tengo que conseguir que me dejen traer a Lucía para acompañarme durante un tiempo para ayudarme a acostumbrarme a esto.
P.O.V. Alberto
Estoy destrozado mental y físicamente. Mental por el hecho de que no paro de pensar en ella. Se me ha metido dentro y que ahora me odie me duele. Físicamente por que desde que llegué al castillo no he parado de entrenar para quitármela de la cabeza al menos un rato.
Hoy me he levantado a las cuatro por que no paraba de soñar con ella diciéndome que me odia o algo por el estilo. Luego de despertarme no conseguí volverme a dormir y decidí entrenar.
Después de hablarle a Alexa de la manera más profesional que pude me encerré en mi habitación. Cuando oí que se marchaba para desayunar salí de mi habitación y fui a buscar a mi amigo Pablo. Necesito desahogarme con él y saber que no dirá nada.
Cuando llegué a su habitación y me vio saltó de la cama y me estrechó en sus brazos.
-Joder tío has vuelto -dice riendo y levantándome del suelo.
-Pues claro -digo mientras que le doy unos golpes.
Al soltarnos nos sentamos en la cama y él me mira con los ojos entrecerrados.
-A ti te ha pasado algo. -dice mirándome.
A veces me sorprende lo bien que me conoce. Llevamos desde pequeños juntos. Este imbécil de pelo castaño y ojos marrones es como mi hermano. Mi loco hermano.
-Pues sí. Vengo a ver si me das un consejo. -digo mientras que me tiro en la cama y me tumbo en ella.- Intenta divinar.
-¿Alguna chica?
-Sí.
-Pues que pena que la hayas tenido que dejar en esa ciudad.
En el momento que niego con la cabeza se levante de la cama con un salto y veo como empieza a dar vueltas por la habitación. Su manera de actuar era la que me estaba esperando de cualquier persona. Lo mío era una locura pero lo peor era que no lo podía remediar.
-Dime por favor que no es la princesa. Alberto por favor.
-Uno, se llama Alexa y dos, estoy enamorado de ella.
-Es una locura -me mira con lo ojos muy abiertos y yo encojo mis hombros.
-Necesito tu ayuda Pablo -digo serio y él se sienta.- Está muy cabreada conmigo por que todo lo que sabía de mí era mentira y no hay manera de que me escuche.
-Te voy a ayudar con esto pero ándate con ojo. Sabes que si alguno de los que no les caes bien te pueden llegar a meter en un lío por esto. Sabes cual es el destino de la princesa. -oír hablar de eso me duele, incluso pensarlo. Pero ella no sabe nada de eso todavía y a lo mejor puedo conseguir que quiten ese estúpido contrato.
-Dime que hago.
-Según el horario hoy ella lo tiene libre -dice él colocando su dedo en la barbilla mientras que mira al techo. Según la postura que tiene me parece a la estatua del pensador.
-Sí, tengo que estar todo el rato con ella y todavía no sé si llevarla a algún sitio. Todavía nadie sabe quién es quiero que aproveche los últimos días de tranquilidad.
-Perfecto -grita y eso me hace pensar que no me ha escuchado.- Vas a tener que estar con ella todo el día porque no tiene nada que hacer hoy. Puedes aprovechar que nadie la conoce y llevarla a algún lado. Haz una cita.
-¿Cita?
-Sí. La obligas a escucharte y le cuentas toda la verdad. Seguro que si le dices toda la verdad te perdonará. Si es lista no lo hará. -dice riendo y yo me lanzo sobre él para luego acabar riendo en el suelo.
-Te echaba de menos hermano -le digo mientras que nos acomodamos en el suelo.
-Yo también.- dice.
Mi alarma empieza a sonar y decido levantarme. Tenía que ir a recogerla y tendré que pensar sobre la marcha como haré esa cita. Espero que acabe como la primera.
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Yo ¿una princesa? y tú ¿mi guardaespaldas?
RomanceNunca pensé que yo sería alguien especial. Es más yo me sentía como la típica chica que vivía en una casa con sus padres adoptivos, una mejor amiga y una vida normal por delante. Quién me hubiera dicho a mí que era una princesa y aún menos que el ch...