Parte 58.

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Victoria Pov.
Desde que llegó la mocosa esa no ha dejado a su padre en paz, me está empezando a estorbar. Lo bueno es que tenía a su padre comiendo de la palma de mi mano y trataría de poner una fecha para que se comprometa conmigo.

Llegué a Valdebebas para buscar a Francisco, sabía que así podríamos hablar solos sin la fastidiosa de su hija.

—Hola Isqui. -lo besé apasionadamente.
—Hola Vito. -sonrió. —¿a qué se debe esta sorpresa?
—Pues debemos hablar de nosotros. -sonreí. —vamos a un lugar más tranquilo.
—Vamos. -le di las llaves de mi auto.

Salimos de ese lugar que no me agradaba, odiaba los deportes y más este. Nos fuimos a un restaurante en el centro de Madrid donde hablaríamos mejor.

—Amor, creo que es hora de fijar nuestro compromiso. -lo miré seria.
—¿De qué hablas Victoria?
—De eso Isqui, debemos fijar la fecha para anunciar nuestro compromiso y luego la boda. -sonreí tomando sus manos.
—Creo que es un poco precipitado Vito, llevamos muy poco juntos.
—Es que amor, lo que importa es que nos amamos y yo quiero ser la señora Alarcón. -fingí tristeza.
—Pero es muy pronto. -pasó su mano por la nuca.
—Puede ser, pero piensa en Nat también, ella necesita una mamá. -fingí que quería llorar. —yo estoy dispuesta a quererla como mi hija, nuestra hija y darle hermanos.
—Está bien Vito, sólo déjame hablar con Nat. -besó mi mano. —cuando ella lo sepa planeamos todo mi amor. -lo besé.
—Te amo Isqui. -lo besé.

Convencer al idiota de Francisco había sido tan sencillo, no necesite de muchas palabras. Cuando por fin sea su esposa mandaré a la tonta de su hija a un internado a Australia, o en algún lugar más lejano. Sinceramente los padres solteros son más fáciles de manejar que otros tipos de hombres.

Valerie Pov.
Me levanté temprano porque hoy papá tendría el día libre de prácticas y partidos así que nos quedaríamos a jugar todo el día. Bajé y solo me encontré a Marie porque la abuela había ido por unas cosas.

—Hola Marie, buen día. -sonreí.
—Hola mi niña, aquí tienes tu desayuno, tortilla española como te gusta, jugo de naranja recién exprimido y si tienes mucha hambre tienes estos waffles con crema y chocolate. -sonrió colocando los platos a mi alrededor.
—Delicioso Marie. -piqué un pedazo de tortilla.
—Tu padre te está esperando en su oficina. -la miré confundida.
—¿Sabes para qué? -tomé un poco de jugo.
—Creo que es charla padre e hija. -sonrió y me levanté para ir a buscarlo.
—Apenas tocaste el desayuno Nat. -me miró sorprendida.
—Es que no tengo mucho apetito. -fui a abrir la puerta que me lleva al jardín pero no podía.
—Hacia afuera Nat. -me dijo Marie y de inmediato abrí la puerta.
—Es que... -moví mis manos tratando de encontrar una excusa. —no se qué. -sonreí antes de salir.

Salí corriendo por el jardín hasta la oficina, ahí estaba papá viendo unas cosas.

—Hola papá. -sonreí y besé su mejilla.
—Hola Nat. -sonrió. -debemos hablar.
—Justo eso quería decirte, debemos hablar.
—Tú primero. -sonrió.
—No, tú primero.
—Está bien, debemos hablar de Victoria. -rayos, algo va a pasar.
—Y yo te quiero hablar de mi mamá.
—¿Qué quieres hablar de ella?
—Papá, es obvio. Voy a entrar en la adolescencia y soy la única niña que conozco que no tiene una mamá con quien hablar de mil cosas. Necesito una mamá. -lo miré fijamente.
—Tienes razón pequeña. -besó mi frente.

Íbamos saliendo al jardín cuando el auto de Victoria se estacionó y ella bajó del auto.

—Hola Isco, hola Nat. -sonrió falsamente.
—Hola Vito. -dijo mi padre.
—Venía a invitarlos a salir.
—Lo siento Vito, hoy pasaremos un día padre e hija. -papá me miró.
—Bueno, será otro día. Entonces me voy. -sonrió y se fue.

Luego de un rato me coloqué la ropa adecuada para jugar fútbol con mi papá. Estuvimos un largo tiempo jugando, pero el cansancio se apoderó de mi y me senté.

—Estoy muerta. -dije mientras él se sentaba a mi lado.
—Se nota Nat. -sonreí. —oye Nathalie, ¿qué piensas de Vito?
—¿Qué pienso de ella? -asintió. —¿cómo tu publicista, mujer o qué?
—Sólo dime que piensas de ella.
—Pues, es bonita, tiene linda cara y puede deletrear la palabra tu sin problemas. -sonreí falsamente.
—Y si te digo que... -lo interrumpí.
—A que no me ganas. -salí corriendo lo más rápido que pude.

Llegué rápidamente a la casa y empecé a caminar de un lado a otro.

—Ya no sé que voy a hacer, esto es muy difícil. Apenas soy una niña y no puedo con todo esto. -me recosté de un sillón.
—¿Con que cosa no puedes Nathalie? -la abuela estaba sentada en el sillón y me asusté.
—Abuela me causaste escalofríos. -coloqué mi mano sobre mi pecho, podía sentir como latía mi corazón tan rápido.
—¿Qué pasa Nat?
—Nada abuela. -sonreí nerviosa.
—¿Por qué las faltas de apetito, Parker ya no se te acerca, de pronto eres tan limpia y utilizas expresiones como me causaste escalofríos?
—No es nada abuela.
—Si no te conociera mejor dirías que eres otra persona. -se quedó callada.
—¿Otra persona?
—Olvídalo pequeña.
—Como si fuera Valerie. -me miró sorprendida.
—¿Cómo sabes de ella?

Era ahora o nunca, debía hablar de una vez y decir toda la verdad.

El Juego del Destino {Isco Alarcón}.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora