Capítulo 5. El alcohol es peligroso

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Cuando desperté, gracias a Dios, estaba en mi habitación, tumbada en la cama, semidesnuda. Hice un ademán de levantarme cuando un peso no me lo permitía. Una pierna estaba encima mía y pesaba, no me dejaba levantarme.

Me temía lo peor. Yo que no recordaba nada de la noche anterior... Dios mío, ¿de quién sería la pierna?

Discretamente y de forma lenta, miré debajo de las sábanas. Una pierna, unos calzoncillos, una espalda, un cuello y... unos rizos rubios. Seguí subiendo y me encontré a Evan mirándome con una sonrisa.

- Buenos días.- me dijo y yo del espanto me caí de la cama.

Rápidamente busqué algo para taparme, como la chaqueta que utilicé anoche.

- Nunca me habría pasado esto.- dijo levantándose y tumbándose para verme desde la cama.

- Es que... ¿Qué pasó anoche, Evan?

- Vaya, parece que alguien bebió demasiado. Bueno, pues mira, tras bailar durante dos o tres horas, tu hermano se fue con una chica al coche, espero que llegasen a su destino, parecía que se lo podían montar allí mismo.- ¿tanto costaba ir al grano?- Y tú me suplicaste que viniera contigo. Cuando llegamos tenías una nota en el frigo, ponía: He tenido que viajar a Indonesia. Vuelvo el martes, Tía Sarah.

Hizo una pausa para ver si recordaba y poco a poco y de forma borrosa, iban llegando las imágenes.

- Luego me besaste. La verdad es que me duele que no lo recuerdes, Sam.- dijo de broma.- Y acabamos aquí tras muchos besos... ¿cómo calificarlos? Algo calientes. Pero no llegamos a más, estabas borracha y no me iba a aprovechar de ti. Y luego sólo dormimos.

Gracias a la Virgen Santísima. No me había acostado con él, ya lo recordaba. Pero, había sido peor. Ahora él sabía que me atraía y estaba en mi cama... Mierda. Se tenía que ir antes de que llegase mi hermano, me iba a matar. No, mejor mataría a Evan delante mía y luego me enviaría con él.

- Evan tienes que irte.- dije levantándome del suelo.

- Entiendo.- dijo levantándose para buscar su ropa.

No pude evitar mirarle, como cuando en los vestuarios. Es que te entran ganas de hacerle de todo. De pronto se giró y me pilló in fraganti, cosa que me hizo bajar la cabeza sonrojada y que se riese.

- ¿Me llamarás luego?- me preguntó mientras anotaba, seguramente, su número en un papel de la mesa.

- Eh, si. Creo que deberíamos hablar.- le dije cogiendo el papel.

- ¡Ya estoy en casa, Sammy!- gritó una voz abajo en el recibidor.

La ley de Murphy tiene algo contra mí. Instintivamente, Evan y yo nos miramos.

- Por la ventana.- le susurré empujándole.

Evan todavía no tenía puesto los pantalones pero yo le empujaba hacia la ventana. Mientras escuchaba a Isaac subir por las escaleras. Se nos acababa el tiempo, y me negaba a ser pillada por Isaac.

Por fin vi abajo a Evan y le tiré sus cosas. Empecé a recoger mi ropa del suelo cuando Isaac abrió la puerta.

- Buenos días, zanahoria mía.- dijo él demasiado feliz.

- Vaya, alguien lo ha hecho esta noche.- dije yo sarcástica.

- Tres veces.- dijo levantando sus dedos.

- No me interesa las veces que... Dejemoslo. Tía Sarah está en Indonesia, vuelve el martes.

- Eso significa...

After HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora