Capítulo 25. Intento Número Uno

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Tras esperar a que todas mis compañeras de habitación se durmiesen, decidí ir abajo, donde me había citado con James.

Bajé cuando no vi a nadie más abajo. Cuando estaba a dos escalones de llegar una fuerza me cogió y me hizo dar vueltas. James me estaba dando vueltas. Yo intenté no reír muy fuerte, pero la verdad es que no sé muy bien si se escuchó solo entre nosotros o en toda Inglaterra.

- Creo que tú y yo tenemos algo pendiente.- me dijo él.

Me metió debajo de la capa y me besó con desesperación. Esos besos me electrificaban, me daban un poco más cada día. Un poco más de vida y de ambición.

Algo nos llamó la atención, porque además de ser las tantas y estar casi las velas consumidas, pude distinguir su figura, lo haría hasta dormida. Obligué a James a movernos hasta poder llegar a su oreja y arrastrarlo hasta fuera de la sala común, porque Charlie no es ningún león. Llegué y le pillé a punto de subir los escalones. Se quedó al principio algo asustado hasta que salimos de debajo de la capa.

- Estás violando las normas de la escuela.- dije arrastrándolo fuera, mientras James le daba las buenas noches a la chica que yo ni había mirado.

Saqué a mi hermano casi a patadas.

- ¿Qué coño te pasa?- le dije casi gritando y llevándome la bronca de los retratos de las paredes.

- Nada que te incumba, zanahoria.

Uy, no, eso sí que no.

El guantazo que le di hizo que los retratos nos incitaran a pelear mientras a la Señora Gorda le entraba el pánico por si alguno de nosotros rasgábamos su precioso lienzo.

- ¿Quién eres y qué has hecho con Charlie?

Él no contestó. Se tocó la mejilla que había recibido el guantazo.

- Ni se te ocurra moverte de aquí.- le amenacé antes de pedirle a la Señora Gorda que me permitiera pasar.

- ¿A dónde vas?- me preguntó cogiéndome del cuello del pijama.

- Aquí va a haber una reunión Sanders como yo me llamo Sam.- dije antes de entrar.

James estaba dentro, sentado en el cabecero de uno de los sofás bostezando con la capa hecha un lío.

- Necesito que subas a decirles a mis hermanos que bajen inmediatamente.- le pedí.

- Parece que ahora soy novio-lechuza.- bromeó antes de empezar a subir.

Cinco minutos después, todos los somnolientos Sanders estaban en la escalera que daba a la entrada secreta de Gryffindor.

- No lo soporto más, he estado demasiado tiempo enferma y me lo pagáis así.- les reñí a los cuatro.- ¿Tú desde cuando eres un llorica? ¿Ken no te ha enseñado nada? Si te dan calabazas, te haces un pastel con ellas.- le dije a Jack.- Tú no sé ni quién eres.- señalé con una mueca de asco a Charlie.- ¿Desde cuando has sacado menos de un excelente? Y sé qué ahora has descubierto que hay algo más que libros en la vida, pero no puedes tener novia y ponerle los cuernos. ¡Eso no es aceptable! Es una actitud de infantil, de alguien que no es capaz de seguir un sendero en su vida. Te has salido del tuyo, vuelve, por favor.- dije esperando que lo último compensara todo el griterío.

- Sigue nena, vas muy bien.- me dijo el retrato de alguien y cuando miré algunos se escondieron en otros cuadros.

- ¿Quieres palomitas también?- le pregunté con sarcasmo.

El hombre cambió de cuadro para alejarse de mí.

- Luke, te pido ayuda y me lo pagas llamándome paranoica. Muchas gracias. Harry... A ti no te veo desde que empezó el curso. ¿Se va Ken y ahora no somos familia o qué?- les pregunté.

- Ken era el que no paraba de decirnos que había que juntarse. Además, el año pasado fue cuando más unidos estuvimos.- dijo Jack.

- ¿Me estás diciendo que soy imprescindible en esta familia?- dije y oí a Luke llamarme paranoica de nuevo. Me giré y le miré con tanta ira como la que estaba sintiendo.- Pues no vengáis a llorar en mi hombro, ni esperéis que no me chive de vuestras faltas de conducta o que esté ahí cuando os convenga porque Sam Sanders tiene orgullo y lo acaban de herir las personas que más quiere de este mundo y cualquiera que exista.

Y con un giro dramático, la Señora Gorda me abrió la puerta y desaparecí en lo más profundo de Gryffindor.

Ellos se quedaron más tiempo, esperé a oír algo de sus conversación desde la escalera de las habitaciones de las chicas, pero no fue posible. Porque sólo se dieron las buenas noches.

Yo ya les había dado el primer aviso. El siguiente sería avisar a McGonagall de las faltas de Charlie. Y el tercer aviso sería recurrir a papá y a mamá, Merlín no lo quisiera.

Al día siguiente me levanté con tal mala cara que Tina dio un grito de horror despertando a media planta. Esas son las buenas formas de comenzar el día.

Para mi mala suerte vi a Yoko sacando su baúl al pasillo cuando volví de desayunar.

- Hey, ¿pero qué haces?- le pregunté.

- Volvemos a Tokio. Todo gracias a ti, Sam.

- No es mi culpa, Yoko. Si sigo con eso podría...podría morir.

- Para mí ya estas muerta, Sanders.

Empecé a llorar de impotencia. No podía estar pasando esto, Hiro no se podía ir. Fui corriendo hacia la torre y le vi dejando su baúl en el suelo de la sala común. Le abracé y él me acogió en sus brazos.

- ¿Por qué os tenéis que ir? Por favor quédate.- le pedí llorando.

- Mi padre aquí ha acabado. Tú eras su única alumna y si sigues así, podrías morir. Nadie quiere que mueras o te conviertas en squib por sobreesfuerzo.

- Por favor, quédate.- le supliqué.

- Dame una sola razón para no irme.

No dije nada, no porque no tuviera razones, por Morgana y sus alpargatas que sí las tenía. Me callé porque Alice nos estaba mirando incrédula.

- ¿Qué rayos crees que estas haciendo, Hiro?

- Coger mis cosas para...

- TÚ te quedas en Hogwarts. Un Gryffindor nunca abandona.- le cortó ella.

Decidí alejarme un poco, pero lo suficiente como para escucharles.

- El único motivo para estar aquí era el trabajo de mi padre y ahora que se ha quedado sin él, no tengo...

Alice se acababa de lanzar contra él besándole. Mara bajaba en ese momento y casi se cae por las escaleras. Sam, la sucesora de cupido seguía estando viva.

- Por favor, quédate conmigo.- le pidió.

Él le miró entre asombrado y enfadado.

- Ya es demasiado tarde para esto, Alice. Es demasiado tarde.- dijo él antes de salir de la torre.

Como un acto reflejo fui a recoger a mi amiga, pero ella se apoyó en los brazos de Luke. Que me miró sin comprender qué era lo que pasaba. Bueno, sí que lo entendía, lo que no entendía ni él mismo era por qué se estaba abrazando a él.

Mrs. Malfoy 💥

After HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora