Capítulo 29. Acuerdo

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Pasé las dos últimas semanas de clase madrugando y acostándome a las tantas por culpa del castigo. Para mis notas finales fue horrible. Mis pobres notas oscilaban entre el suspenso y el aprobado, pendían de un hilo y ahora por culpa de Pauline no podría hacer nada para remediarlo.

El castigo me sirvió, a pesar de que se cargó mis notas. Me sirvió para darme cuenta de que McGonagall, esa sabia persona que muy pocas veces escucho, llevaba razón. No soy solo la chica de Potter. No lo soy. Soy Sam Sanders, no la novia de Potter. Soy más de lo que ellos piensan.

Durante las dos semanas que duró el horrible castigo, Pauline se dispuso a ayudar a los elfos lo más lejos de mí. Lo peor ers que encandilaba hasta a los elfos, así que muchos días no hacía nada más que narrar sus estúpidas historias. Más de una vez me entraron ganas de tirarle algo a la cabeza, una taza, un plato, una tetera, una sopera... ¡un cuchillo!

A James le vino como el culo. Ni siquiera estuvo entusiasmado cuando levantó la copa de las casas. Ni un poquito. Hasta McGonagall se sorprendió por ello, pero él no quiso hablar con nadie y por ello no fue ni a la fiesta. Lo sé porque al terminar mi castigo, lo vi en uno de los patios interiores mirando las estrellas. Me acordé de que la primera vez que le dije "te quiero" fue mirando las estrellas y los fuegos artificiales. Quizás las estrellas todavía lo recuerden con alegría, ahora que nosotros no podíamos recordarlo sin que nos diera un pinchazo en el corazón.

Y por fin me encontraba de nuevo en el Hogwarts Express de camino a casa. Por fin este año horrible iba a acabar.

Mara no paraba de parlotear sobre la fiesta, pero entonces le corté.

- ¿No se te ha ocurrido, que quizás Isaac no te quiso dejar, sino que le obligaste? Me refiero, creo que todavía podéis intentarlo, él todavía te quiere, Mara.

Ella se quedo callada. Como cuando en clase intentaba acordarse de la respuesta correcta.

- No lo había pensando.- me confesó.

- Pues yo lo hablé con él. Y está dispuesto a volver contigo. Es más, estaba dispuesto a no dejarte nunca.- su boca se abrió formando una gran O.

Llamaron a la puerta. Nosotras nos giramos esperando ver a Alice, que había ido a hablar con Sophie. Pero en su lugar vimos a James esperando para ver si podía entrar.

- He de ir a por un pergamino inmediatamente.- dijo Mara levantándose. Abrió la puerta para dejar pasar a James.- Toda tuya, Potter.- dijo y salió corriendo de allí en busca de pergamino y pluma.

James entró, cerró la puerta y bajó la persiana sin tan siquiera decir hola. Y eso, sinceramente, me asustó muchísimo. Luego se sentó enfrente mía.

- Tenemos que hablar seriamente.- dijo, valga la redundancia, muy serio.- Así que, por favor, deja tu ego a parte por un instante.- yo asentí y él suspiró, como cogiendo carrerilla.- ¿Te has parado a pensar lo que supondría para nuestras madres enterarse de que hemos roto?

No lo había hecho. No lo había pensando ni un solo minuto. Mi madre y Ginny eran amigas desde antes de que nosotros naciéramos. Si lo dejábamos pasaría lo mismo que con la madre de Jake. Se distanciarían. Sé que con la de Jake fue distinto, que no tenían tanto trato cómo con Ginny. Así que si ellas se enteraban de que James y yo lo habíamos dejado, dejarían de hablarse para siempre y mi madre perdería a su mejor amiga. No, no podría dejar a mi madre así. Sola. Me negaba. James tenía razón. No debían enterarse de nuestras movidas, porque los dos sabíamos que el orgullo de cada una le haría enfadarse con la otra por defender a su hijo/a. Era la realidad.

- Oh, Merlín.- dije y él asintió.

- No se pueden enterar. Así que vamos a tener que fingir y fingir bien. Cartas, quedadas, incluso besos si es necesario. Pero no podemos dejar que se pierdan la una a la otra por nuestra culpa, Sam.- dijo en un tono tan maduro que me estaba sorprendiendo.- Mi madre es muy importante para mí. Y no quiero hacerle esto.

- Debimos haberlo pensando todo mejor, mira la que se ha liado.- dije suspirando pesadamente.

- Es que cuando estás enamorado no piensas, simplemente te dejas llevar por lo que llevas dentro, por lo que sientes.- dijo, y eso mirándome a los ojos, os juro que casi me hace llorar. Pero yo no me dejo ganar así de fácil.- El caso es que ya les he comentado a tus hermanos la situación. Y también lo han entendido. Ellos no dirán nada tampoco. Y Albus, no menos. Es muy fanático de nuestra madre.

- Así que así va a acabar todo, en una mentira.- dije yo.

- Mentir por la gente que quieres no es malo, Sam.- dijo él y se levantó.- Te veo luego.

Salió de allí dejándome sola con todos los sentimientos a flor de piel. Una parte de mí, una enorme, quería salir corriendo tras él y decirle que no hacía falta fingir, que yo le quería. Pero otra parte, aunque más pequeña, más fuerte, el orgullo, no me lo permitió. Y me quedé allí sola, con mis sentimientos. Porque Alice no volvió y Mara tampoco.

Cuando llegamos a King's Cross, mis padres estaban ya en el andén junto a Ken. Por Morgana, ¡cuánto le había echado de menos!

Me bajé del tren y fui a abrazarle.

- ¿Qué hay de nuevo, zanahoria?- me dijo devolviéndome el abrazo.

- Te he echado de menos.- le dije yo a su vez sorprendida y feliz.

James llegó con mis cosas y me pasó el brazo por encima de los hombros.

- Ya sé que tenías muchas ganas de verle, pero podrías haberme ayudado a bajar tus cosas.- me dijo casi riendo.

La verdad es que era una actuación digna de un premio. Porque yo no iba a ser capaz de hacer eso, estar sonriendo. Era más, en ese mismo momento, con su brazo ahí tenía ganas de decirle que todo lo dejava por visto. De nuevo mi orgullo me detuvo.

- Será tu novia ahora, Potter, pero siempre será mi hermanita.- le contestó él y le sacó la lengua.

La familia Potter llegó junto con mis hermanos. Venían hablando desde el tren. ¿Y si al final habían decidido que se lo iban a contar? Merlín, entonces sí que querría quedarme en Australia.

- Bueno, otro año acabado. ¿Tú ya estás bien?- me preguntó el señor Potter y yo asentí, porque la voz no me salía. Soy una pésima actriz, lo confieso.

- En ese caso tengo buenas noticias.- dijo mi padre frotándose las manos.

Yo ya me temía lo peor.

- Este verano tenemos que estar mucho tiempo en EEUU, porque tenemos trabajo allí. Tanto yo como vuestro padre, así que pasaremos el verano allí. Ya lo tenemos todo.- dijo el señor Potter.

- Es el pueblo de la comunidad mágica más famoso.- dijo mi madre cantarina y entusiasmada.- Las casas están una al lado de la otra. Y estamos junto al lago, en Ohio. ¿No es fantástico?

Nos miramos todos un momento. En completo silencio. Hasta que Ken, que evidentemente no podía vernos, comenzó a gritar de felicidad no sin antes decir que DeDe tenía que venir con nosotros. Entonces todos comenzamos a seguirle el rollo.

Yo ya había estado en Estados Unidos. Pero como Sam Sherman. Presentía que algo iba a pasar, pero todavía no era capaz de adivinar de qué se trataba.

Mrs. Malfoy 💥

After HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora