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- Sam, debes concentrarte en emanar tú tu poder, no en crearlo. Antes sabías hacerlo.

Ese era el señor Hitaka estando molesto por mi comportamiento. Pero era que desde que volví sentía que debía vivir cada experiencia al máximo, como si tuviera miedo de volver a desmayarme y no volver a despertar. Así que a penas echaba cuenta en las clases y me dedicaba a explorar con James. No os imagináis la de partes del castillo que no conocía. Parecía increíble que con todo lo que he vivido en este sitio no lo conociera.

El caso es que era incapaz de concentrarme. Y llegados a las clases del señor Hitaka, la concentración bajaba más rápido aún.

- De acuerdo, me esforzaré.

Después de varias semanas, volví a conseguir mi esencia, como él lo llama, y llevar a cabo la magia de oriente. Hiro me miraba preocupado, como si fuera una montaña rusa y me fuera a ver caer de ella.

Cuando acabé las clases y volví a la sala común me encontré con unas Alice y Mara cada una enfadada en un rincón de la sala. Alice hablaba con Luke y Mara mataba con su mirada a Alice.

Me acerqué a Mara y le pregunté que había pasado.

- ¿Sabes que el código de las amigas no permite que tu amiga salga con tu ex? Pues está claro que Alice no. Le ha mandado una carta a Isaac. Diciéndole que le gusta. Voy a matar a esa perra.

- Eh, relax. Respira.- ella lo hizo ruidosamente.- Respira calmada.- me rectifiqué.- Seguramente todo sea un malentendido, quizás están planeándote una sorpresa.

- Me ha dicho, y cito textualmente: si ya no estáis juntos no se falta la norma.- la miré con los ojos abiertos.- No me arrepiento de haberle dado aquella hostia. Se la merecía.

Mara había pegado a Alice.

Tuve que repetirme eso varias veces hasta creérmelo.

- Tú sólo. Espérame arriba, voy a hacer entrar en razón a Alice.- le dije y ella asintió y subió las escaleras.

Me trasladé al otro lado de la sala rápidamente. Luke ya había dejado de hablar con Alicie hace poco.

- ¿Tú también me vas a reñir?- me dijo cuando me vio.

- Yo tengo que escuchar tu versión de los hechos primero.

Empezó a relatarme cómo comenzó todo. Pero la cabeza comenzó a pesarme y la vista se me nublada. La escuchaba lejos, como si tuviera los oídos entaponados.

De pronto sentí que me caía y que no podía reaccionar.

Cuando pude despertar me encontraba besando a James. Yo a él.

No a James Potter. No, a James Parker, a James de Australia.

No sabía que hacer, así que dejé de besarle. ¿Cuánto tiempo había estado yo desmayada en su vida? ¿Me había desmayado besándose? No, porque sigo besándole. ¿Por qué no había pasado el tiempo aquí?

- Sam.- susurró mi nombre.- Me has besado.

No, no me había desmayado. Era como si aquí el tiempo no hubiera pasado. Aunque no era mi James tenía más ganas de besarle. Además tenía que seguir con el juego.

- Lo haría de nuevo. Te besaría mil y una veces. Y si pierdo la cuenta volvería a empezar.

Él estaba en una especie de shock.

- Ahora es cuando tú dices algo, antes de que me sienta incómoda.

No dijo nada. Me miraba, incrédulo.

Decidí levantarme.

- Siento haberte besado. Supongo que debí preguntar primero. Lo siento de verdad, James.- le dije antes de decidir salir de la casa.

Cuando llegué al salón sola y de forma precipitada pude ver como Lisa sonreía maliciosamente y que Greg intentaba aventurarse a preguntar algo. No les di tiempo, decidí salir de allí, aún siguiendo mojada. Ya me echaría en cara andar bajo la lluvia más tarde.

Salí y comencé a caminar hacia mi casa, hasta que alguien tiró de mi codo, frenando mi caminata. James estaba delante de mí, y si decir nada, me besó. Bueno, o hizo el intento, porque estoy segura de que no ha besado nunca antes. Y el beso fue torpe, pero muy bien intencionado, así que se lo seguí.

- Pensé que ya lo había dicho todo. Te quiero, Sam. No sé qué más decir.- dijo cuando se separó.

Yo le abracé. Ahora nos estábamos mojando los dos.

Vi cómo la gente del club de lectura salía a mirar la escena. Lisa tenía una mueca en su cara. No pude resistirme a sacarle mi dedo corazón.

Jódete, me quería a mí, Lisa.

- ¿Me acompañas a casa?

- Te acompaño a donde tú quieras.- cogió mi mano. Al principio titubeó, pero después entrelazó sus dedos con los míos.

Echó la vista atrás, hacia su casa, y la gente del club corrió a meterse dentro cuando miró y él sonrió negando.

No hablamos en el camino. Pero fue un silencio cómodo. No teníamos nada más que decir.

Cuando llegué a casa tía Sarah estaba en el porche, mirando con los brazos cruzados. Al vernos primero se le iluminó la cara y después frunció el ceño, como recordando que debía echarme la bronca porque ahora era nuestra tutora.

- Sam, ¿dónde diantres estabas? Llevo todo el día intentando contactar contigo. Ni una llamada, ni un mensaje...- dijo abrazándome cuando entramos en el porche.

- Estaba dolida por lo de Evan y... Sabía que la gente se pondría a hablar y no quería hurgar en la herida más. Lo siento, tía Sarah.- le dije mientras seguíamos abrazada.

Cuando se separó miró a James de arriba a abajo.

- ¿Y... me explicáis por qué veníais cogidos de la mano?

Me puse roja al instante y miré a James, que estaba siendo presionado por Sarah y estaba más rojo que yo así que sólo pude reír en respuesta.

Tía Sarah casi obligó a James a quedarse a cenar, pero le recordé que la gente del club de lectura seguía en su casa y salió corriendo diciendo que alguien se comería sus patatas. A mí no me engañó, había sido un cobarde y me había dejado con una Sarah muy cotilla delante.

- ¿Y bien?- me dijo ella.

- Es... Complicado.- le dije.

Entonces, cuando iba a explicarle, un Isaac llegó corriendo a la entrada y cogió las llaves y al verme se paró.

-Por favor, déjame partirle la cara.- me dijo.

- Perdona, ese honor es solo mío. Tú te quedas aquí y me das un abrazo.- me reñí.

Él, a regañadientes, me dio un abrazo, a lo que yo aproveché y le susurré que le dejaría darle una patada en sus partes bajas y él sonrió.

Durante la cena, el abogado amigo de Sarah no apareció.

Julio apareció cuando estábamos recogiendo la mesa. Tía Sarah le miró extrañada.

- ¿Por qué has llegado tan tarde?- le preguntó ella.

- ¿Sabes lo que ha hecho el niñato ese? Quisiera haberle estrangulado con mis propias manos.- gesticuló para dar creencia.- Ha renunciado el muy idiota. Ha renunciado.- se llevó la mano a la frente y la masajeó.

- Es el primer caso que pierde.- me susurró la tía. Yo me quedé bastante sorprendida.

- Una deshonra.- se dejó caer en la silla con pena.

La tía nos hizo una seña para que nos fuésemos y que ella se ocuparía de Julio.

Los escuché hablar hasta que me quedé dormida.

Por lo visto, yo no fui la única que había salido perdiendo de esa sala.

Mrs. Malfoy 😆

After HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora