Después de aproximadamente dos minutos, Roberts me mira.
-Así que te vas, ¿no es así muchacho?
Asiento.
-Pero creo que tendré que quedarme una semana más, a pesar de todo.
-¿De verdad? Pues eso no es lo que pone en el papel.
-Ah, ¿no? ¿Y qué pone?
-"Daniel Camaro, de 16 años de edad, ingresado en la cuarta planta, especializada en pacientes con desorden afectivo, abandonará el centro mañana, jueves 28 de enero, a las cuatro.. -hace un pequeña pausa y carraspea- a las cuatro y media de la tarde".
-Entonces -trago saliva- Según esto, ¿mañana estaré fuera de aquí?
-Si todo sale como está programado, sí -dice el viejo con una media sonrisa.
-Joder, no me lo puedo creer.- Me llevo las manos a la cabeza y suelto una carcajada por primera vez desde hace mucho tiempo.
Se me hace raro escuchar el sonido de mi risa de nuevo, pero sé que pronto lograré acostumbrarme. Luego, sin previo aviso, y con un impropio gesto por mi parte, le agarro del cuello y le abrazo con fuerza.-Gracias.. -susurro para que solo él lo oiga, a pesar de que somos los únicos en este destartalado despacho.
-No hay de qué, Daniel. -me dice con su voz áspera- Pero antes de irte, tienes que hacerme un favor.
-Sí, dime.
-Prométeme que vas a cuidarte. Y cuando digo cuidarte ya sabes a lo que me refiero.
-Sí.
-Pues hazlo. Y prométeme también que vas a visitarme.
-A este sitio ni de coña -frunzo el ceño.
-No, aquí no, jamás te haría volver aquí a la fuerza, muchacho. Digo fuera, en la ciudad.
-Sí, en ese caso sí, te lo prometo.
Y sólo entonces me doy la vuelta y me alejo del hombre al que tanto debía, debo y deberé siempre.
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Huellas
Novela JuvenilÉl. 17 años. Seattle. Padece desorden afectivo. Cabizbajo y enfadado con el mundo (y con todas las personas que habitan en él). Tendencia a ser violento y grosero. Adora.. en fin, supongamos que adora algo. Odia que le lleven la contraria, que le pr...