Él.
17 años.
Seattle.
Padece desorden afectivo.
Cabizbajo y enfadado con el mundo (y con todas las personas que habitan en él).
Tendencia a ser violento y grosero.
Adora.. en fin, supongamos que adora algo.
Odia que le lleven la contraria, que le pr...
La mañana se pasa despacio, demasiado diría yo, y me quedo embobada mirando por la ventana. Desde aquí se puede ver una masa de edificios helados por el frío infernal que los envuelve. De las hojas de los árboles cuelgan cristales de hielo, y me dedico a contarlos de dos en dos. Veinticuatro, veintiséis..
-Sandra, ¿se puede saber qué haces?
La voz de la profesora de matemáticas me saca de mis reflexiones internas y maldigo en silencio por haber perdido la cuenta. Ensimismada todavía, me giro para mirarla sintiendo cómo me arden las mejillas.
-Nada, yo..
-Estás muy distraída últimamente. Vamos, mira a la pizarra y haz el favor de prestar atención a lo que estamos haciendo. ¿Me puedes decir qué tipo de ecuación es esta?
Miro a la pizarra, confusa, y sólo consigo distinguir un montón de números entremezclados que no parecen guardar ningún tipo de relación. ¿Qué puede ser eso?
-Ya veo que no.- contesta por mí al deducir que tengo la mente echando humo. Cuando clava sus ojos en los míos distingo rastros de decepción y me hace sentir tremendamente insegura.- Esta es una ecuación radical, Sandra. Acabo de decirlo hace un minuto. A ver si dejas de perder el tiempo de una vez.
-Lo siento.- respondo sintiéndome peor aún que antes. No soporto que me regañen, y menos delante de toda la clase. Luis incluido.
Me paso los últimos cinco minutos que quedan intentando entender lo que dice y con la mirada fija en la profesora, que no deja de moverse de una lado para otro.
El sonido del timbre me hace volver a desconectar y apresuro a guardar mis cosas.
~
- Joder, menuda bronca te ha echado- comenta Ana mientras bajamos las escaleras para ir al patio.
-Sí, te ha mirado como si te fuese a colgar del techo.- añade Clara con humor. Siempre es tan exagerada..
-La verdad es que no sé que me ha pasado. No se me dan muy bien las mates, pero suelo estar atenta a las explicaciones. Normalmente lo entiendo todo.- digo yo, frunciendo el ceño ligeramente.
-Me pasa lo mismo, salvo por lo de entenderlo. A mí las matemáticas se me dan como el culo.- dice Elisa, riéndose.
Nos sentamos todas en nuestro sitio de siempre haciendo un círculo y yo miro de reojo a Marta. Hoy le toca a ella, creo.
-¿Qué has traído?- dice Sofía con ansia, acercándose ligeramente a ella.
Marta sonríe y le guiña un ojo con picardía.
-Cookies con chocolate blanco y unos regalices de sandía.
A todas se nos hace la boca agua mientras reparte y, una vez tenemos todas de todo, le meto un mordisco a la esponjosa galleta. Prometo que sabe mejor si lo que comes acaba de ser repartido.
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El recreo termina rápido y nos obliga a volver a subir a las clases.
Jimena, la de inglés, ya está escribiendo cosas en la pizarra.
-Ok, guys. Sit down please and start doing all the sentences of the blackboard. (Ok, chicos. Sentaos por favor y empezad a hacer todas las oraciones de la pizarra)