Estoy metiéndome un tranquilizante en la boca cuando veo a mis padres aparecer con la puerta de la entrada. Genial, lo que me faltaba.
Ninguno de los tres dice nada mientras nos dirigimos al coche ni tampoco una vez que estamos dentro, y la verdad es que se lo agradezco.
El camino se me hace corto mientras miro por la ventanilla que, al contrario que la última vez, está más que impecable. Echo una mirada fugaz a mi madre y la encuentro con la mirada perdida y siguiendo un compás constante con los dedos. Se nota que está nerviosa, y me pregunto si será por mí. Claro que no, ¿en qué estoy pensando?
Mi padre, sin embargo, tiene los ojos clavados en un punto fijo de la carretera y no despega las manos del volante.En cuanto diviso la verja que rodea lo que viene a ser mi supuesta "casa", me desabrocho el cinturón y me preparo para bajar. Una vez fuera, me apresuro para salir cuanto antes del vehículo y voy hasta la entrada esperando a que alguien me abra la puerta.
Veo a mi padre susurrar algo a mi madre y ésta asiente, como queriendo corroborarlo.-Daniel. -dice entonces mi padre, acercándose a mí con lentitud. Una vez le tengo cerca, apoya una mano sobre mi hombro y aprieta los labios con fuerza, como si realmente estuviese escogiendo las palabras adecuadas. Genial, más malas noticas. Justo lo que necesitaba.
Gruño ligeramente y me cruzo de brazos, como dándole a entender que tengo prisa, aunque la verdad es que no tengo absolutamente nada que hacer.
Suspira.
-Mira, Daniel -termina diciendo con tono serio.- tu madre y yo lo hemos estado hablando y tienes que empezar a comportarte de una vez. Y no hablo solo de tu actitud. Tienes que empezar a ir al instituto.
-No voy a ir al instituto, os lo he dicho unas cien veces y parece que no os queda claro. ¿Tengo que volver a repetirlo?
-No tienes que repetir nada, Daniel, porque no hay más que hablar.- se aclara la voz y mira de reojo a mi madre. Joder, aquí viene la bomba.- porque si no empiezas a ir al instituto la semana que viene, te mandaremos de vuelta al centro.
(¿Qué?)

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Huellas
Teen FictionÉl. 17 años. Seattle. Padece desorden afectivo. Cabizbajo y enfadado con el mundo (y con todas las personas que habitan en él). Tendencia a ser violento y grosero. Adora.. en fin, supongamos que adora algo. Odia que le lleven la contraria, que le pr...