Julia avanza bastante más rápido de lo que pensaba, y las ruedas de su silla giran a toda velocidad por el pasillo.
La gente la mira cuando pasa, y a ella no parece importarle en absoluto.Llegamos a un puerta blanca con un cartel pegado.
"No pasar, sólo personal autorizado"
Julia la abre y entra con seguridad.
Dudo un momento.-¡Vamos! ¿A qué esperas?- dice desde dentro.
Miro a un lado y a otro antes de cruzar la puerta, y luego paso.
La habitación es pequeña, tiene las paredes pintadas de color verde y huele a limpio.
Al fondo del todo hay una terraza.Julia empuja su silla hasta ella y sale al exterior. La sigo.
Los rayos de sol me golpean en la cara y miles de pequeñas descargas de dolor me atraviesan la cabeza. Hostia, puta, que de luz.Julia me tiende un cigarro con cara de impaciencia, y yo corro a encenderlo.
La primera calada me calma la ansiedad de todo el tiempo que llevaba sin fumar, y lo siento como una especie de respiro.Tardo mi tiempo en fumármelo entero, al contrario que ella, que en cuatro caladas se lo ha terminado, y creo que va a por el tercero. Joder, fuma como una condenada.
-Vosotros dos, ¿qué hacéis aquí?
Me volteo aún con el cigarro en la boca.
-Ah, doctor, ya nos íbamos.- dice Julia con una sonrisa- Sólo hemos venido un momento, estaba enseñándole el hospital a mi amigo.
Gruño un poco cuando menciona la palabra "amigo", pero no digo nada. Al fin y al cabo, está salvándonos el pellejo a los dos.
-Me da igual lo que quieras enseñarle a tu amigo, Julia. Sabes perfectamente que éste no es sitio para estar jugueteando. Y menos fumando. ¿De dónde habéis sacado el tabaco?
-Cosas nuestras. Mi amigo necesitaba un poco de aire y punto. Tampoco creo que sea nada malo que podamos ver la luz del sol de vez en cuando, ¿o sí?
El señor se cruza de brazos y mira a Julia sin un ápice de diversión en el rostro.
-No te hagas la víctima, Julia. Y ahora quiero que regreséis cada uno a vuestra habitación y estéis tranquilos. -se acerca hacia la silla de ruedas y la lleva hasta la puerta conmigo detrás, siguiéndole los pasos- Y que no me entere yo de que dais guerra durante el día.
~
-Menuda mierda. -comenta Julia una vez estamos en la habitación.
Yo callo y cierro los ojos.
Intento dejar la mente en blanco, pero millones de imágenes me cruzan la cabeza de lado a lado, intercambiándose, tomando diferentes formas y escenas, sin dejar de girar delante de mis dilatadas pupilas.De repente el miedo vuelve a apoderarse de mi mente durante unos segundos, pero luego me tranquilizo y noto cómo algo me ilumina por dentro. ¿Qué está pasando? Es raro de explicar, pero por un momento siento que vuelvo a ser el Daniel de hace años.
Un calorcillo me envuelve y no sé qué cojones es esto. ¿Me estoy muriendo? ¿Es así como se siente una persona cuando muere? Joder, podría escribir un libro sobre esto. Y odio leer.
Escucho un sonido lejano, un eco profundo que no sé de dónde sale, y me preparo para lo que viene después.Y luego..
luego la oigo a ella.
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Huellas
Novela JuvenilÉl. 17 años. Seattle. Padece desorden afectivo. Cabizbajo y enfadado con el mundo (y con todas las personas que habitan en él). Tendencia a ser violento y grosero. Adora.. en fin, supongamos que adora algo. Odia que le lleven la contraria, que le pr...