Él.
17 años.
Seattle.
Padece desorden afectivo.
Cabizbajo y enfadado con el mundo (y con todas las personas que habitan en él).
Tendencia a ser violento y grosero.
Adora.. en fin, supongamos que adora algo.
Odia que le lleven la contraria, que le pr...
Las hojas de los árboles crujen bajo mis pies y disfruto con el sonido que hacen al romperse. El parque no debe de estar muy lejos de aquí, y menos mal, porque mis pulmones de mierda no van a aguantar demasiado.
Después de unos cinco minutos andando, llego a la arbolada zona llena de bancos. Esta vacío, salvo por un grupo de chavales que fuman porros sentados en una mesa al fondo del todo. Huele muchísimo.
Sin prestarles atención, me siento en la otra punta y enciendo un cigarrillo. Cierro los ojos mientras el viento helado me da de lleno en la cara, y me consumo al compás de cada calada. Al poco tiempo, oigo pasos que se acercan. No me digno a levantar la vista. Sé de sobra quiénes son.
-¿Camaro? ¿De verdad eres tú, tío?
Entorno la mirada ligeramente hacia arriba. JJ y Arthur me miran con cara de euforia y, al mismo tiempo, extrañeza, como si hubiese algo que no les cuadrase del todo. Creo que tiene algo que ver con la droga que se estaban metiendo en el cuerpo hace menos de tres minutos.
Asiento y gruño un poco. Nunca he sido de muchas palabras y ellos me conocen en ese aspecto pero, aún así, acabo levantándome. Arthur me abraza y JJ se limita a tenderme la mano. Él tampoco es muy expresivo.
-Joder, chaval, cuanto tiempo. -ríe el más alto de los dos- ¿Qué te trae por aquí otra vez como en los viejos tiempos?
-Nada, que he vuelto.
-Vale man, pues esto va a ser la polla. Ya verás cuando se enteren los otros. ¿Todo bien?
-Sí.
Me siento obligado (o mejor dicho, me obligan) a ir a saludar al resto del grupo. En cuanto llego, varios de ellos sueltan una exclamación y dejan la hierba encima de la mesa. Se me acercan torpemente y me dan un par palmaditas en la espalda. Uno de ellos murmura un "Bienvenido a casa, bro", para luego volver a su nube de polen y demás mierdas. Miro a mi alrededor y distingo unas seis caras que desconozco. Me parece que hay nuevos componentes en el grupo.
-Bueno tío, pues ya sabes, como antes, ¿eh?Siéntete como en tu puta casa. -dice uno de ellos apoyándose en mi hombro mientras hace equilibrios para no caerse.- Nosotros estamos aquí siempre, ya sabes. ¿A que sí, chavales?
Los demás sueltan un grito de afirmación y uno de ellos me da un porro. Lo tomo entre mis dedos y lo acerco al mechero que me ofrecen. Tras la primera calada, toso un poco. Joder, no me acordaba de lo fuerte que sabía esta mierda.
Después de diez minutos me olvido de todo y me dejo caer en uno de los huecos vacíos que quedan. Conforme la esencia de la marihuana va penetrando en mi cuerpo, las voces de mi cabeza empiezan a oírse cada vez más bajitas y lejanas, y me alegro de poder estar tranquilo por un rato. Debería hacer esto más a menudo, es tan divertido.. hum.. me relaja.. espera.. ¿de qué estaba hablando? Bueno, no importa.. esas mariposas moradas son muy raras.. y la verde también..
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Aire. Mierda, necesito aire. Me estoy ahogando, joder. Intento respirar, pero no puedo. Noto cómo me arden los pulmones y no puedo moverme. ¿Qué me está pasando? Me duele el pecho como si me lo hubiesen atravesado con una navaja. Joder.. ¿Dónde están las pastillas? Mierda, las pastillas.. Meto la mano en el bolsillo de mi pantalón y busco con nerviosismo la jodida bolsa. Tiene que estar ahí. ¡Tiene que estar! JODER, ¿DÓNDE ESTÁ LA PUÑETERA BOLSA?
Me estoy quedando sin aire, y comienzo a toser con fuerza. ¿Eso es sangre? Dios, ¿qué mierda es esta, joder? ¿Me voy a morir? Se me cierran los ojos y no puedo evitarlo. Trato de incorporarme un poco, pero estoy completamente tumbado y no sé qué es lo que viene ahora. Trato de apretar los puños, pero no tengo a penas fuerza. Vuelvo a toser y.. Pf.