Cuando terminamos de comer, salimos todas al patio y nos sentamos en el suelo haciendo un círculo. Muchas de ellas comentan lo malas que estaban las lentejas y lo simpático que es mi padre.
Yo sonrío todo el rato pensando en lo afortunada que soy de tener tan buenas amigas.-He estado hablando con Julia.- digo, de repente. No sé por qué lo he dicho, simplemente me ha salido comentarlo, pero parece que he hecho mal porque, automáticamente, todas se callan. Las miro una a una.
Algunas me devuelven la mirada y otras, simplemente, miran al suelo.-¿Qué? -digo, mientras me encojo de hombros- ¿He dicho algo malo?
-No, no has dicho nada malo -dice Andrea, sonriendo.
-Claro que no.. es sólo que no me siento cómoda hablando de ella. -me responde Clara, afligida.
-Yo tampoco. Es como si..
-¿Cómo si así se hiciese más real que está enferma?- la interrumpo, ligeramente, afectada.
Otra vez el silencio.
-Chicas, a mí también me duele que no esté bien, y que no pueda venir con nosotros a cenar los viernes y cosas así. Pero es que ella nos necesita y no podemos ni debemos dejar el tema de lado, como si nada. Es importante que le tratemos como a otra persona cualquiera, es lo menos que yo esperaría de mis amigas si estuviese en su lugar. -cojo aire y continúo- Y eso incluye que podamos hablar de ella y con ella sin que parezca que la han asesinado o algo así. Es nuestra amiga y necesita que la apoyemos.
Elisa baja la cabeza, pero puedo jurar que tiene los ojos llorosos. Sé que el hecho de que Julia tenga cáncer la ha cambiado bastante.
-Yo estoy de acuerdo contigo.- suelta Marta, de repente. Me sorprende escucharla hablar, porque es una chica callada y no suele decir muchas cosas.- A mí me parece que lo que dice Sandra es verdad: es como si lo considerásemos un tema tabú que nadie debe tocar, y no nos damos cuenta de que la que lo está pasando mal realmente es ella.
Le miro muy sonriente, como queriendo apoyar todo lo que ha dicho, porque sé que le ha costado decirlo y no quiero que se eche atrás.
-Bueno, ¿y qué te ha contado? -corta Andrea. Es siempre tan buena y tan natural, que no puedo evitar arrimarme a ella. La verdad es que se lo agradezco un montón.
-Pues ya os dije que voy al hospital cuando puedo y la llevo un par de cositas para que se le haga más llevadero. Ella tampoco tiene nada que contar, su vida se basa en hacerse TACs, radiografías y sesiones de quimio.
Ana frunce el ceño.
-Pobrecita, tiene que ser un coñazo estar ahí metida todo el día.
-Y por eso tenemos que organizarle alguna cosa- dice Elisa, que ahora está más animada.- sabéis que su cumpleaños es dentro de tres semanas. No sé, podemos hacerle algo. Seguro que está harta de tanto hospital y le viene bien despejarse.
-Seguro que sí -dice Sofía, opinando por primera vez en toda la conversación- la última vez que la vi fue hace más o menos una semana. Sí, el miércoles. Ya os lo dije, fuimos Jimena y yo a verla y estuvimos haciendo el tonto. Al principio estaba un poco rara, pero luego se animó muchísimo e incluso nos enseñó dónde había tirado las bombas fétidas. A pesar de todo, sigue siendo la misma. Seguro que se divierte.
-No sé si es buena idea.- dice de repente Teresa, pensativa. Ha estado muy callada todo el rato.
-¿Y por qué no? -digo yo, cruzándome de brazos. Me molesta que diga eso, porque por fin están todas dispuestas a hablar y no quiero que ella lo fastidie.
-Porque está enferma. A pesar de todo lo que veis y quiere aparentar, lo está. Y el hecho de que intentéis animarla no cambia nada. Obviamente delante de nosotras no se va a poner a llorar ni va a decirnos que le duele lo que sea. Yo tampoco querría que mis amigas me tratasen como si fuese de cristal, o como si me fuese a morir de un momento para otro.
-Y no la tratamos así. -protesta Sofía, enfadada.
-Eso es lo que tú piensas. Tú no lo notas porque no eres tú la que lo está viviendo. Ella no sabe cómo actuar, cómo hacer para que la veamos bien y no pensemos que es alguien diferente, alguien que no es la Julia que conocemos. Tiene miedo de que la veamos como a una persona débil y no podamos hacer con ella lo que hacemos entre nosotras.
Por mucho que me pueda parecer cabezota o rebuscado, comprendo qué es lo que quiere decir Teresa. Ella es su mejor amiga y sabe mejor que nadie cómo se siente. Tiene encima más horas de hospital que ninguna.
-Yo lo entiendo. -interrumpo, mirándola fijamente.- No quiere que cambiemos nuestra forma de ser por su situación. Que estemos pensando cada palabra que decimos delante de ella por miedo a fastidiarla, o actuemos de una forma que le haga daño, o algo así. O que no podamos hacer cosas como ir al parque de atracciones con ella y tengamos que cambiar nuestros planes pensando en cómo le van a afectar. Pero nosotras lo hacemos porque la queremos, y es normal que queramos que se sienta bien. Por eso yo también estoy a favor de hacer algo. Algo que le haga ver que realmente estamos ahí para ella, al igual que cuando una de nosotras está mal. Además, está claro que no vamos a dejar que nos cambien a nuestra Julia. -termino tragando saliva, y las miro.- Bueno, qué, ¿decís algo?
Teresa y Marta sonríen, y Ana apoya la cabeza en el hombro de Elisa.
Sofía aplaude entusiasmada y Clara se limita a blanquear los ojos como diciendo "lo has vuelto a hacer".
Y Andrea..
Bueno, Andrea es Andrea.

ESTÁS LEYENDO
Huellas
Ficção AdolescenteÉl. 17 años. Seattle. Padece desorden afectivo. Cabizbajo y enfadado con el mundo (y con todas las personas que habitan en él). Tendencia a ser violento y grosero. Adora.. en fin, supongamos que adora algo. Odia que le lleven la contraria, que le pr...