Me despierto bañado en sudor, temblando.
¿Muerto?
¿De verdad querría estar muerto?
Claro que sí.
Qué preguntas.Un fugaz pensamiento me recorre la cabeza.
Mierda.Me incorporo rápidamente y dirijo mi mirada hacia la mesilla de al lado de la cama.
Mi móvil yace encima de ella. Lo cojo y lo desbloqueo. La imagen de una chica con piercings y un tatuaje de una mariposa en el cuello aparece.
Vaya, ni me acordaba de ella. Decido cambiar el fondo, y acto seguido me lo meto en el bolsillo trasero del pantalón.Con rapidez, abro el último cajón de la mesilla y, una vez que he comprobado que estoy solo, quito la falsa pared de madera que se encuentra en uno de los laterales y saco el pequeño estuche que escondí hace tiempo.
Lo sostengo entre mis manos y lo observo muy detenidamente.
Luego lo abro sin hacer ruido y saco mi colección de cuchillas, pinchos, tenacillas, y otros muchos objetos punzantes.
Los coloco haciendo una larga fila a mi lado y sonrío.-Mis pequeñas.. -digo en un susurro mientras un escalofrío me recorre la espalda.
Acaricio el borde metálico y afilado con la yema del dedo ejerciendo suficiente presión como para que ésta penetre en mi piel ligeramente. Me llevo el dedo a la boca y chupo la sangre que sale de él.
Luego las guardo en el estuche de nuevo y lo coloco como antes estaba, dando gracias en silencio de que nadie se diera cuenta de mi lugar secreto cuando restauraron e hicieron revisión de la habitación.
A continuación cierro el cajón y bajo las escaleras para ir a buscar mis maletas, que por lo visto no van a subirse solas.
Conforme voy andando, noto que mis dedos comienzan a temblar ligeramente, y me tomo otro calmante más. A este ritmo, voy a tener que volver a por más a la clínica dentro de nada.Cuando llego abajo, veo que mi madre ya se ha tomado la molestia de abrir mi equipaje por mí.
-Ah, Daniel estas aquí. ¿Ya te has acomodado? No sé si habrás visto el cartel que hay nada más entrar pero lo hic..
-No estoy ciego.
-Lo sé cariño, sólo decía que quizás..
-No te esfuerces, no pasa nada. Sólo déjame sólo.
-Daniel, escúchame, sé que estás cansado y necesitas tiempo para adaptarte y eso, pero no sé, a lo mejor podríamos hablar un rato de todo, los dos, que me cuentes qué tal estás, cómo te sientes y cómo ha sido tu experiencia en la C.E.A.P.
Suelto una carcajada.
-A ver, que creo que no lo he entendido bien. ¿Mi experiencia? -digo con sarcasmo, y vuelvo a reírme.
Ella me mira y sacude ligeramente la cabeza, como queriendo ahuyentar el miedo que la invade.
-S-sí.. tu experiencia en el centro -puedo ver en terror reflejado en sus ojos.
-No sé a qué cojones éstas jugando -digo mientras noto la ira hervir dentro de mí- me metiste en un puto psiquiátrico donde no han hecho más que retenerme y causarme un problema tras otro. Dejaste de venir a verme y si lo hacías sólo era para decirme que me pondría bien pronto, cuando ni siquiera tú te lo creías. Me has dejado solo entre toda esta mierda y te da igual. Sé lo que piensas de mí, mamá -digo clavando mi mirada rabiosa en la suya, vidriosa y con las pupilas dilatas- "Pobre niño loco, está encerrado en su propia burbuja". Ya me la suda, pero simplemente finge que no estoy y punto, en vez de tratar que ésto sea un poco más normal, cuando ni yo soy normal, ni voy a serlo nunca.
Y me voy, dejando a mi madre arrodillada en el suelo, con trozos de ilusiones rotas desperdigadas a su alrededor.
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Huellas
Novela JuvenilÉl. 17 años. Seattle. Padece desorden afectivo. Cabizbajo y enfadado con el mundo (y con todas las personas que habitan en él). Tendencia a ser violento y grosero. Adora.. en fin, supongamos que adora algo. Odia que le lleven la contraria, que le pr...