ocho - él

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Salgo por la puerta de atrás, esa que da al garaje.
He decido irme un rato de casa para tomar el aire porque ya no aguantaba más ahí dentro, y eso que sólo llevo una hora y pico en ella.

Echo un vistazo a mi alrededor antes de cruzar la carretera para asegurarme de que no hay ningún coche. Porque sí, lo he pensado alguna vez, pero no me gustaría morir atropellado. Yo quiero morir de una manera mas dramática y causada, sin que nadie pueda afirmar que "fue un accidente".

Cruzo el viejo parque en el que solía quedar con los chavales para fumar algo de verde.
Ahora todos esos recuerdos están hechos cenizas, y no siento ni la menor lástima por ello.

Me dirijo hasta el estanco de al lado del supermercado, donde te venden tabaco sin preguntar la edad. En la puerta se puede ver el grafiti de un skater patinando entre plantas de tabaco y marihuana. Está chulo.

-Una de Malboro -digo levantando la voz para que pueda escucharme a través del cristal que nos separa.

-¿Gold? -pregunta el chaval de rastas con cara de no estar en su mejor momento. Podría jurar que eso que huele es droga.

-Normal.

-¿Algo más?- dice mientras agarra un paquete de la estantería más alta, que se tambalea ligeramente

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-¿Algo más?- dice mientras agarra un paquete de la estantería más alta, que se tambalea ligeramente.

-Un mechero.

Me lo entrega todo y le doy el dinero que he tenido la sutileza de tomarle prestado a mi madre antes de irme.
Al fin y al cabo, ella me lo requisó todo cuando me fui, así que ahora tendrá que poner el dinero para reponerlo.

Salgo y enciendo un cigarro.
Camino mientras veo cómo se consume calada a calada, y el humo me envuelve.
Esto es vida, joder.

Llego a una zona de bancos llena de viejos jugando a las cartas y abuelillas charlando de los cotilleos más recientes.
Un par de ellas me mira e incluso me da la sensación de que comentan algo, pero apartan la vista rápidamente cuando me vuelvo hacia ellas.

Decido sentarme en un lugar alejado, al margen de todo lo demás, y analizar qué es lo que viene después de esto.

Tendré que ir al instituto cuando terminen las vacaciones de Navidad, por supuesto, y volver a mi antigua vida.

Sumido en mis pensamientos, no oigo el ruido de dos chicas acercarse, y hasta que no las tengo al lado, no me percato de su presencia

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Sumido en mis pensamientos, no oigo el ruido de dos chicas acercarse, y hasta que no las tengo al lado, no me percato de su presencia.

-Hola. -suena la voz de una, y tardo unos instantes en darme cuenta de que me hablan a mi.

-Adiós. -respondo sin dignarme a mirarlas.

-¿Eres nuevo aquí? Me suenas mucho. -dice otra con la voz de pito más insoportable que he escuchado en mi vida.

-Lo sea o no, ni te importa, ni es cosa tuya.- oigo como una de ellas suelta un gritito.

-Oh, ¿eres así de maleducado con tu madre también?

-Mi madre está muerta.- digo, y sonrío para mis adentros. Aunque quizás sea una mentira un tanto cruel, se lo han buscado por ser tan entrometidas.

-Ah, pues yo.. quiero decir, esto.. nosotras.. teníamos que hacer algo, ¿no, Teresa?

-Eh, sí, claro, por supuesto.

Y sólo entonces me decido a mirarlas, mientras se levantan y se alejan entre alguna risilla nerviosa y un "vaya humos" que me hace soltar una carcajada.
Muy bien Daniel, pienso.
Estoy seguro de que así vas a hacer un montón de amigos.

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