treinta y tres - él

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Me paso el resto de la cena con el ceño fruncido, ignorando efusivamente todas las preguntas o comentarios que se dirigen hacia mi persona.
Mario ayuda a mi madre a recoger los platos, y decido que es buen momento para irme cuando aparecen desde la cocina con dos bandejas hasta arriba de bombones, trozos de fruta, polvorones y mazapanes. Dí que sí, que se note que ha sido Navidad.

-¿A dónde vas, Daniel? -dice mi madre al verme subir las escaleras.

-¿A mi habitación? -contesto con sarcasmo.

-Quédate un poco más, por favor. Quiero hablar con Mario y contigo sobre una cosa.

Blanqueo los ojos y resoplo, pero le hago caso y bajo el tramo de escaleras que tenía ya recorrido.

-Bien, ya que estáis aquí los dos, os dejo solos. -dice cuando ya estoy sentado en la mesa, y luego me lanza una última mirada y desaparece por la puerta del comedor.

¿Qué cojones? Esto debe de tratarse de una broma. ¿Solos para qué?

-Gracias, Merche. Bueno, Daniel, entonces, ¿te llevas bien con tu madre?

-Eso que más te da.

-En realidad, bastante, porque quiero mucho a tu madre y sé que vuestra relación le importa como pocas cosas más. Y, además, quiero saber de ti.

-Mi padre también la quiere mucho. -digo sarcásticamente, intentando incomodarle y que se vaya. Porque si no se va él, me voy yo.

-No lo dudo. -dice riéndose ligeramente- Y dime, ¿qué tal el colegio?

-Bien.

-No es eso lo que me ha contado tu madre. Deberías empezar a ir. Si no, tendrás problemas. Y eso es inevitable, tarde o temprano los servicios sociales se enterarán y vendrán como locos a ver qué pueden hacer para fastidiar lo bien que estás ahora. Y puede que la cosa se complique y tus padres tengan que ir a juicio para pelear por tu custodia. Incluso puede que te obliguen a volver al centro ese en el que has estado. Y no creo que te apetezca demasiado.

-Vale. Esas mierdas me las dice mi padre, no tú.

-Mira, yo no tengo ninguna intención de molestarte pero..

-Pero sin embargo lo haces.

-Digo que aunque no quiero molestarte estoy intentando ayudar a tu madre. Está preocupada y le vendría muy bien que le echases una mano con eso. Aunque creas que es una tontería..

-Que sí, que me voy a arrepentir cuando sea mayor y blah, blah, blah.- interrumpo, aburrido ya de esta conversación.

-No iba a decir eso, Daniel. Te parecerá algo muy tonto, pero tu madre lo está pasando mal y necesita que la ayudes. Es obvio que no te lo va a decir directamente porque no quiere presionarte sabiendo todo lo que acabas de pasar pero, aunque no te lo creas, a ella también le afectan tus problemas así que, por favor, si te importa lo más mínimo haz eso, ve al colegio y compórtate como un crío normal.

-Mi madre no tiene ni idea de nada y tú mucho menos. Y, ahora, me voy a ir, que ya me he cansado de esta conversación.

Entonces, me incorporo y salgo de la habitación sin volver en ningún momento la mirada hacia atrás.
Menudo imbécil.

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