Capítulo 7

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DAN

- Háblame de tu familia- me dice Andrew.

- Pues es un poco complicado- río.- Vivo con mi padre, Viktor, y de vez en cuando le ayudo en su taller de reparación. Por otro lado están Celia y Aeryn, mi madre y mi hermana quienes viven en Dublín.

- ¿Dublín?- pregunta confundido.- ¿Por qué tan lejos?

- Bueno, mis padres se separaron porque, para resumir, ella es humana y no quería continuar viviendo en una manada- le explico sin dar mucha importancia al tema.

- Vaya, lo siento, Dan- me dice con cara de circunstancia.

- No, tranquilo, ha sido lo mejor que han podido hacer. Yo lo pasaba peor viendo como mi padre se desesperaba por no poderla hacer feliz y a su vez, sufría cada día viendo la mirada de tristeza de mi madre, aunque como toda madre lo intentaba disimular por sus hijos, pero yo lo notaba- le digo con total confianza.- Lo que sí me cuesta es estar tan separado de ellas, sobre todo de mi heramana- mi gesto se tiñe de tristeza al recordarla.

- ¿Cuántos años tiene?- me pregunta Andrew sonriendo.

- Doce, a pesar de ello es mi confidente y siempre le cuento todo a ella antes que a nadie- le digo mientras pienso en su dulce carita.

- Se nota que la quieres mucho- me dice rozando fugazmente su mano con la mía para no levantar sospechas pero ese mero gesto me hace estremecer.

- Y así es- le digo con una sonrisa ladeada.- Ella lo es todo para mí. ¿Tú tienes hermanos?- Andrew niega con la cabeza.

- Me hubiese encantado tener muchos pero mis padres me dijeron que con uno ya tenían suficiente- ríe.

Sujeto su mano y está vez me da igual quién nos pueda ver. Necesito de su contacto.

Al principio se sorprende pero luego cambia su gesto para mirarme con cariño.

De repente algo empieza a pitar. A parta su mano de la mía para sacar del pantalón azúl oscuro de su uniforme un busca. Frunce el ceño.

- Perdona,- se disculpa,- pero ha habido una urgencia. Tengo que volver al hospital- dice levantándose con gesto apenado.

- No pasa nada- le digo sonriendo para que entienda que lo comprendo.

- Te llamo cuando salga, ¿de acuerdo?- yo asiento y él se marcha guiñándome un ojo.

Veo como sale rápidamente de la cafetería-restaurante, se frena mira a ambos lados de la carretera y cruza corriendo para llegar hasta las puertas del hospital y atravesarlas.

Quién sabe, quizás algún día crucemos esas puertas juntos. No puedo evitar sonreír con ese pensamiento.

•••

Le devuelvo las llaves de su camioneta a una mujer de la manada. Ella me agradece la reparación y que salude a mi padre de su parte.

Hoy es un día relativamente caluroso y digo "relativamente", porque en Rusia no hace el calor que, por ejemplo, seguramente esté haciendo en estos momentos en los países del Mediterráneo. Me remango las mangas de mi camiseta gris del trabajo hasta los hombros. Froto mis manos llenas de aceite de motor en los pantalones azules del uniforme del taller antes de apoyarme en el capó de un coche y beber agua de una botella pequeña de plástico.

Estoy descansando cuando llega mi padre.

— ¿Cómo va la tarde, hijo?— me pregunta con la misma alegría de cada día.

— Bien, la dueña del Ford me ha dado saludos para ti— le digo y él asiente.

— Y del dueño del coche que trajiste el otro día, ¿no hay noticias aún?— dice y me doy golpes mentalmente.

Cuando he estado hablando con Andrew, se me olvidó por completo mencionarle el tema.

Le voy a contestar pero el rey de Roma hace acto de presencia.

— Buenas tardes,— dice feliz.

Mi padre se gira y le saluda. Cuando me mira me da una sonrisa ladeada y yo muerdo mi labio inferior inconscientemente con deseo.

— ¿En qué le puedo ayudar?— pregunta mi padre educado.

— Hace unos días su hijo trajo mi coche aquí— le explica Andrew.

— ¡Justo ahora mismo estábamos hablando de ti!— dice mi padre riendo por la casualidad.

— ¿Ah, sí?— pregunta Andrew.— Espero que dijéseis sólo cosas buenas— bromea mirándome coqueto y a mí me entran ganas de matarlo.

Por Dios, espero que mi padre no se de cuenta de las insinuaciones de Andrew.

Mi padre comienza a explicarle lo que le ocurre al coche de forma profesional y le da un presupuesto aproximado. Andrew acepta.

— Hoy mismo nos pondremos con la reparación— le dice mi padre.

— No me corre prisa, lo podéis dejar para mañana— dice Andrew.— Me gustaría invitar a su hijo a una cerveza, por haberme hecho el favor de venir a buscarme en el medio de la autovía el otro día.

Le mato. Ahora sí que sí le voy a matar.

— Oh...— murmura mi padre.— ¡Me parece perfecto!— abro los ojos con sorpresa.— Dan, puedes salir ya— saca de su bolsillo mil quinientos rublos y me los da.— Toma, aquí tienes. Has trabajado bien— yo le sonrío y entro a la garita a cambiarme de ropa.

•••

— ¿Me vas a decir de una vez a dónde vamos?— le pregunto suspirando.

— Mira que eres pegado, eh— me dice serio pero le es inevitable controlar una pequeña sonrisa que se le escapa.— Al principio había pensado en que podíamos ir al bar al que voy siempre pero después del numerito que montaste el otro día allí, tendremos que cambiar de lugares para no levantar sospechas.

— Buena idea. Entonces, ¿dónde has pensado ir?— le pregunto impaciente.

— Aquí— dice sonriendo.

Yo miro hacia donde señala y la sonrisa se borra de mi cara al instante.

— ¿Qué? ¡Ni hablar! No pienso entrar— digo rotundamente cruzándome de brazos.

— Vamos, Dan, ¡será divertido!— dice Andrew entusiasmado tirando de mi brazo para entrar.

Yo me quejo pero le acompaño.

Una bolera. Pocas cosas odio en esta vida como una bolera y todo por culpa de Fredek quien hace un par de años, dejo caer su bola sobre mi pie, lo que hizo que me perdiese el viaje de fin de curso a Grecia. Al menos Fredek tuvo compasión y se quedó conmigo aquí.

Durante una media hora jugamos. Tengo que decir que a Andrew se le da muy bien.

— La próxima vez elijo yo a dónde iremos— le digo y él asiente divertido.

Niego con la cabeza y sonrío. Estar con él provoca una felicidad inmensa en mí, como si hubiésemos nacido para estar el uno con el otro. Bueno, técnicamente es así.

— ¡Dan!— me llama una voz aguda y yo me tenso en el acto.

De pronto unos brazos cuelgan de mi cuello y me besan.

Me despego del agarre y veo a Mila sonriéndome a poco centímetros de mi cara. Se me había olvidado por completo.

De reojo veo a Andrew, ¡joder! No me había dado cuenta, ni siquiera me he acordado de hablarle de ella. Veo sus ojos que me miran con odio y dolor.

Esto no me puede estar pasando a mí.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora