Capítulo 12

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ANDREW

Resaca histórica. Me levanto como puedo de la cama para ir al baño. Miro mi reflejo en el espejo y me doy a mí mismo vergüenza ajena.

— Buenos días, fiestero— dice a mis espaldas Dan y yo le veo de reojo a través del espejo.

— Entenderé si ahora mismo me quieres dejar— digo mirando mis ojeras.— ¿Cómo puedo dar tanto asco?

— No seas tan dramático— me dice abrazándome por la espalda.— Además, no das asco, hagas lo que hagas es imposible que te veas feo.

— Tú que me ves con buenos ojos— resoplo y me giro para estar cara a cara con él.

— Será eso— dice sonriendo y besa mis labios.

Cuando se aparta, aprieta los suyos haciendo una mueca y cierra sus ojos.

— ¿Qué pasa?— pregunto preocupado.

— Tu cara es perfecta, pero tu aliento...— murmura y yo me horrorizo.

— ¡Oh Dios mío!— digo girándome de nuevo hacia el lavabo y cojo rápidamente mi cepillo de dientes.

Dan suelta una carcajada apretando su estómago.

— No le veo la gracia— digo con mi boca llena de pasta de dientes.

— Pues yo sí— dice rodeando mi cintura con sus brazos y dejando un pequeño beso en mi mejilla.— Te he preparado un café, lo tienes en la cocina— dice separándose de mí para entrar de nuevo a la habitación.

— Por estas cosas te quiero— le digo y él ríe negando con la cabeza.

Cuando termino de cepillarme los dientes, voy hacia la cocina a por el café; lo pruebo y está delicioso. Entro al salón, veo a Dan sentado leyendo el periódico y me siento junto a él mirando los adorables gestos que hace cuando lee. Es una persona muy expresiva. No creo que algún día sea capaz de mentirme por el simple hecho de que le cazaría a la mínima.

— ¿Puedes dejar de mirarme? Me pone nervioso— murmura sin apartar la vista de su lectura y yo doy otro sorbo a mi café.

— No puedo, lo siento, te ves demasiado tierno— el me mira alzando una ceja y yo escondo mi cara en el respaldo del sofá.

Me tumbo apoyando mi cabeza sobre su regado y bostezo cansado.

— Tenías que haberte quedado en la cama— me regaña Dan.

— Da igual, total, hoy no tengo que trabajar así que no hay problema.

— Yo me iré en una hora a trabajar— me dice y yo suelto un suspiro de frustración.

— ¿No puedes escaquearte por un día?— hago un puchero.

— Si no voy, no me van a despedir, Andrew.

— Entonces, ¿dónde está el problema?

— En que lo hago por mi padre— me dice y yo asiento.

— De acuerdo pero, ¿podrías salir un poco antes hoy?— le suplico.

— ¿Qué tienes pensado?— sonríe de medio lado y coge mi café para darle un trago.

— Quiero que vengas a cenar a casa de mis padres— le digo y él se atraganta con el café y empieza a toser obligándome a levantarme y darle palmaditas en la espalda.— ¿Estás bien?

— ¿Cómo voy a estar bien?— dice con sus ojos llorosos por el ataque de tos.— ¡Tú estás loco! ¿Lo de llevar nuestra relación de la forma más discreta posible dónde ha quedado?

— Mi familia es discreta. Ellos saben que me gustan los hombres— le digo y veo en su rostro que no se esperaba que le dijese eso.

— ¿Y los lobos?— me pregunta temeroso.

— Hombre, no les apasionan pero los respetan, que ya es mucho en los tiempos que corren— digo encogiéndome de hombros y el asiente dándome la razón.

— No sé si será buena idea...— murmura.

— ¿Qué tienes que perder por intentarlo?

•••

Sobre las ocho, paso a buscar a Dan a su casa. Sale del portal vistiendo unos pantalones color caqui, una camisa blanca y una americana azúl oscura, con su pelo recogido en un moño descuidado. Está realmente guapo.

— Hola— me dice con su hermosa sonrisa algo nervioso.

— Hola— le digo dándole un pequeño beso en los labios.— ¿Estás nervioso?— le pregunto sonriendo.

— ¿Nervioso? ¿Yo? Mira— me muestra su mano temblorosa.— Estoy ahora mismo como para ir a robar panderetas.

Río y arranco el coche para dirigirme a casa de mis padres.

No llega a la hora cuando entramos a la pequeña aldea donde crecí. Cuando miro las calles que me rodean, miles de recuerdos vienen a mi mente.

— Encima había olvidado que la cena sería en un nido de vampiros— refunfuña.

— No seas tan dramático.

— Perdón por estar nervioso cuando voy a conocer a mis suegros que, ¡oh, por cierto!, son vampiros— dice irónico.

— Les vas a enamorar desde el minuto uno, como lo hiciste conmigo— le miro de reojo y veo como una sonrisa tímida escapa de sus labios.

Llegamos y aparco enfrente de la casa. Dan da un silbido de aceptación al verla.

Bajamos del coche y llamamos al timbre. Puedo notar el nerviosismo de Dan, por lo que le aprieto la mano para inducirle fuerzas.

— ¡Cariño!— abre mi madre la puerta y me recibe con un gran abrazo.— Tú debes de ser Dan,— dice alegre y también le da un abrazo que le pilla por sorpresa.— Pasad, por favor.

— Andrew— me saluda mi padre con un apretón de manos.

— Papá, éste es Dan, mi novio— le tiende su mano.

Novio. Es la primera vez que me refiero a él de esa manera y adoro como suena en voz alta.

— Encantado, señor.

— Por favor, llámame Charles— le dice palmeando su espalda.

— ¿No es usted de aquí, verdad?— pregunta Dan.

— ¿No te gusta mi acento ruso?— bromea mi padre forzando su acento y todos reímos.— Soy de York, una ciudad de Gran Bretaña. Ya veo lo mucho que Andrew te ha hablado de mí— dice mirándome con reproche y yo me encojo de hombros.

— Chicos, pasemos al comedor. Está todo listo— dice mi madre y así lo hacemos.

Esto será divertido.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora