Capítulo 23

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ANDREW

Tenía muchas ganas de conoceros— dice mi madre entusiasmada.

— ¿Ah, sí?— pregunta curiosa la madre de Dan.

— ¡Claro! Viendo lo guapo y buen chico que es Dan, tenía que tener unos padres maravillosos.

Mi madre: doctorada en hacer la pelota.

— ¿Queréis uniros a nosotros?— pregunta Viktor.

No, mamá. Por favor, di que no, di que no, no, no...

— ¡Nos encantaría!— perfecto.

Dan me lanza una mirada tensa y no necesito que diga nada. Mirándonos, sobran palabras.

Quizás nos estemos preocupando por nada. Puede que sólo pasemos un rato entretenido y que mis padres no hagan alusión alguna a nuestro secreto.

Iluso.

— Bueno, nosotros poco podemos comer— bromea mi madre.— Aún recuerdo la primera vez que Dan vino a casa a cenar. Comió un montón de comida sólo por no ofender a su futura sueg...

— ¡Aaaaah!— grita Dan y todos le miran sorprendidos.— Esto... sí,— suelta una carcajada tan forzada y en un tono tan alto que hasta a mí me da vergüenza ajena,— fue muy divertido— ríe avergonzado y respira de forma agitada a causa de la tensión del momento.

— ¿Estás bien, hijo?— le pregunta su madre.

— ¿Yo? Sí, por supuesto que sí. Estoy genial, estoy maravillosamente, estoy más a gusto que un arbusto. Sí, eso es.

— Dan...— murmuro y le digo que se calme con la mirada.

Él inspira profundamente. No le juzgo. Yo estoy igual de tenso que él.

— Y dime, Andrew,— me dice la madre de Dan,— ¿a qué te dedicas?

— Soy médico.

— ¡Vaya, Dan! Qué poco les has hablado a tus padres de mi niño— dice mi madre y yo me doy un golpe en la cara mentalmente.

— Bueno, entre los estudios y el trabajo, últimamente no tengo mucho tiempo para charlar con mis padres— dice recomponiéndose del tropiezo anterior.

Muy bien Dan, has salido de esta, ¡estoy orgulloso de ti!

A ver lo que dura la paz.

Mi padre y el de Dan conversan sobre coches. Tienen bastante en común y ya han quedado en que mi padre le llevaría el suyo a su taller para que le echase un vistazo. Parece que han congeniado bastante bien.

El peligro está en mi madre. Cada vez que abre la boca, sube el pan.

— Y dime, Dan, ¿para cuándo la boda?— le guiña un ojo y yo empiezo a toser descontroladamente porque justo me pilla bebiendo de mi copa.

Dan se levanta de su sitio y me palmea la espalda más fuerte de lo que debería por los nervios. La pregunta ha sido arrolladora.

Cuando dejo de toser, todos vuelven a sus conversaciones y mi madre olvida la pregunta que había hecho antes.

Joder, esto es una tortura. Mi madre no va a parar en toda la cena. A situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Prometí no volver a recurrir a esto pero no me queda otra.

— Papá— digo en mi mente mirando fijamente a mi padre.— Papá— repito y esta vez alza su cabeza como un resorte.

Mi padre me mira y frunce el ceño. De todos es sabido que algunos vampiros tienen habilidades especiales pero cada vez son menos frecuentes. En el caso de mi padre, puede escuchar los pensamientos de otras personas pero él no puede contestar. Me enteré cuando de pequeño hice una travesura y me pilló. Cuando empezó a desarrollar su poder, me contó que lo pasó muy mal. Odiaba escuchar lo que los demás decían. También me dijo que si supiese lo que piensan las personas de mi alrededor, me sería muy duro verlas de la misma forma. Por este motivo, entrenó mucho; lo suficiente como para no tener que recurrir a su habilidad a no ser que él así lo quisiese pero fue difícil llegar hasta este punto.

Papá, tenéis que marcharos— arruga su frente y niega de forma sutil.— Te lo explico más tarde. Sabes que no estaría haciendo esto si no fuese una urgencia— me mira serio pero termina asintiendo.

— Cariño,— le dice a mi madre,— nos tenemos que ir.

— ¿Por qué?— pregunta mi madre sin entender el porqué de que de repente mi padre tenga tanta prisa por marcharse.

— He recibido un mensaje de mi jefe y tengo que acudir a una urgencia— ese es mi padre, el rey del escaqueo.

¿A caso hay una peor excusa?

— ¿Y no puede resolverlo el solito?— dice mi madre mosqueada.

— Si quieres te puedes quedar— se encoge de hombros haciendo el amago de levantarse.

— ¡De acuerdo! Me marcharé después con Andrew— mi madre le sonríe y le da un suave beso en los labios a modo de despedida.

Mi padre parpadea repetidas veces sin poder creerse el desplante que le acaba de hacer mi madre. Él me mira y me pide perdón con la mirada.

De ésta no nos libra ni Dios.

— Andrew, eres un chico muy guapo— me dice la madre de Dan y yo sonrío avergonzado,— seguro que tienes una novia encantadora— dice y la mesa queda en silencio.

Dan y yo nos quedamos quietos como estatuas preparándonos para la que nos va a caer. La cara de mi madre es un cuadro.

— ¿Novia?— murmura mi madre y a mí se me cae el mundo encima.

Fin del juego.

— Mamá, yo...

— Mamá, Andrew no tiene novia,— dice Aeryn sorprendiéndonos a todos.

— ¿Y eso tú cómo lo sabes?— dice su madre divertida.

— Lo sé y punto. No puedo decir nada porque es un secreto— susurra y se pone un dedo en los labios.— Así que se acabó de hablar del tema— dice la hermana de Dan y yo le miro a éste de reojo que no quita la mirada de Aeryn.

Mi madre me mira inquisitiva y yo la pido que deje el tema con la mirada y, contrariamente a todas mis expectativas, no vuelve a abrir la boca.

Seguimos con la cena y desde ese momento todo va sobre ruedas. Cuando acabamos y nos despedimos,  me agacho y abrazo a Aeryn.

— Te amo, te amo, te amo— susurro en su oído.

— ¿Más que a Dan?— me susurra a su vez.

— ¡Mil veces más! ¡No hay comparación!

Cuando salimos del coche mi madre me coge por banda.

— ¿Hay algo que me quieras contar?

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora