Capítulo 24

4.8K 437 6
                                    

DAN

Pasados unos días de esa horrible cena, las cosas están más calmadas. Ayer pasé todo el día y toda la noche con Andrew. No hay nada que me guste más que despertar por las mañanas y que sea lo primero que vea y lo último. A veces me cuesta dormir si no está a mi lado.

A pesar de todo, mi día está siendo una auténtica mierda. Nada más llegar a la Facultad, he ido al tablón en el que ponen las notas y me he llevado una maravillosa sorpresa: suspenso en Ananomía. Y nada más y nada menos que con un cuatro con noventa y cinco, ¡ni un mísero cinco punto gracias! He ido al despacho del profesor y sólo le ha faltado reírse en mi cara. Aunque fuese sólo un parcial, era eliminatorio por lo que en junio me tocará estudiarme estos diez primeros temas y sumar el resto que me quedan por ver. Por si eso fuera poco, en clase de Física la profesora me ha sacado a la pizarra y no he dado ni una. Vergüenza de mis hijos.

Cuando creía que las cosas no podían empeorar, Andrew me llama para avisarme de que le han cambiado el turno y no nos podríamos ver esta noche.

Es verdad eso que dicen de que hay días que es mejor no levantarse de la cama.

Llego al taller y veo a mi padre discutiendo con mi madre. Está hasta el cuello de deudas y se niega a que ella le ayude.

— ¡No hay más que hablar!— dice rotundo mi padre.

— ¡Mira que eres orgulloso, Viktor!— le dice mi madre.— ¿No entiendes que no dependes de ti? Tú hijo no puede con todas las responsabilidades que le echas encima.

— Mamá,— digo sobresaltando a ambos al no haber notado mi presencia,— eso no es así. Yo ayudo a papá porque quiero; nadie me obliga.

— Sé que nadie te obliga, cariño,— me dice suvizando su voz,— pero necesitas concentrarte en tus estudios y estos días te he visto algo agobiado.

Tiene razón pero nunca lo admitiría delante de mi padre.

— Tu hijo no es idiota,— dice de forma brusca mi padre,— si no pudiese con todo lo diría.

— ¡Qué poco conoces a tu propio hijo!— vuelve a alzar la voz.

— ¿Yo? ¡Tú eres la que te marchaste y nos dejaste tirados! Dan te necesitaba y en vez de haber hecho un pequeño sacrificio por él y quedarte, preferiste tomar el camino fácil.

Esto no me gusta. Comienzan a echarse cosas en cara; mala señal.

— ¿No me sacrifique?— dice indignada mi madre.— ¡Cada día a tu lado era un sacrificio!

— Mamá...— intento hablar para calmar la situación pero ambos me ignoran por completo.

— Se nota lo que me querías— dice sarcástico.— Dudo sobre que Aeryn esté bien viviendo contigo. Quizás vaya siendo hora de que vuelva a la manada, al fin y al cabo, ella sí es una loba.

Adiós. Mi padre conoce a mi madre y sabe darle donde más le duele. Hacía mucho que no discutían de esta forma tan hiriente.

— Por desgracia— apostilla mi madre.— Pobre de Dan que tiene que aguantarte, pero si él no se ha ido aún es por pena— le dice lo más cruel que puede y el gesto de mi padre lo dice todo.— Pero, ¿sabes qué? Que llegará un día en el que él también te abandone y tú te quedarás solo porque parece que lo estás deseando con tus actos. ¿Cuántas veces has venido a Irlanda a ver a tu hija? Tranquilo, ya te lo digo yo: cero. Aquí el único egoísta que hay eres tú— sentencia mi madre y yo sufro por ver el dolor que refleja la cara de mi padre.

Mi madre da media vuelta para marcharse. Está saliendo casi del taller cuando veo que mi padre se apoya en un carrito con herramientas y se aprieta el pecho con su mano derecha.

— ¿Papá?— pregunto preocupado y eso llama la atención de mi madre.

A mi padre le comienza a costar respirar y cierra sus ojos con fuerza.

— Viktor...— murmura mi madre.

Corre hacia mi padre y consigue que no se dé un golpe contra el suelo cuando sus piernas ya no pueden con su peso. Yo me quedo bloqueado en mi sitio.

— ¡Dan, llama a una ambulancia!— no reaciono, no puedo.— ¡Dan!

Con su último grito desesperado, por fin logro despegar mis brazos de mis costados y saco mi teléfono para llamar a un hospital.

Pocos minutos tarda la ambulancia en llegar y al primero que veo salir de ella es al tío al que pegué una paliza en aquel bar por tontear con Andrew pero en estos momentos es lo que menos me importa, sólo quiero que mi padre no muera. Él también me reconoce porque por unas décimas de segundo me mira y lo noto en su mirada pero lo ignora y va a atender con rapidez a mi padre.

— ¿Qué ha ocurrido?— pregunta serio.

— Estábamos discutiendo y... y se puso la mano en el pecho e hizo un gesto de dolor para después caer al suelo— explica mi madre nerviosa.

— ¿Le había ocurrido antes?

— ¿Dan?

— Eh... Sí, bueno no, quiero decir que no de esta forma. Normalmente se sentaba, respiraba y se calmaba— digo sintiéndome un estúpido.

— ¿Y no fueron al médico?— pregunta el hombre incrédulo.

— Román, hay que llevarle al hospital de inmediato— le apremia una compañera suya y el aludido asiente mirándola.

La ambulancia se marcha y yo cojo el coche de mi padre para ir junto a mi madre hacia el hospital. No sé si conducir será la mejor idea porque estoy tan nervioso que no puedo ni introducir la llave en el contacto.

•••

Estoy en el hospital junto a mi madre y Fredek esperando a que algún enfermero salga a informarnos. En el momento que llegamos, llamé a Fredek para pedirle que fuese a buscar a mi hermana y dejarla en casa de sus padres. Mi madre no deja de llorar y yo intento consolarla en vano.

Al rato sale un médico y nos informa de que ha sufrido un infarto y que ahora está delicado. Debemos esperar según él a que pase esta noche para ver cómo evoluciona.

No puedo evitar sentirme culpable por no haberle obligado a visitar a su médico. Mi madre a su vez se siente culpable por la discusión que tuvieron antes de que todo ocurriera.

El único que podría consolarme en estos momentos y apaciguar un poco el dolor es Andrew pero he preguntado por él en recepción y me han dicho que estaba en quirófano.

Como dije antes: hay días que es mejor no levantarse.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora