Capítulo 43

3.6K 347 27
                                    

DAN

Doy vueltas sobre mí mismo pero no veo nada. Todo lo que me rodea es de un blanco intenso. ¿Dónde diablos estoy? Ya no siento dolor. Todo se ha esfumado como si nada. Por fin puedo respirar.

— Dan— esa voz...

Como he echado de menos esa voz.

— Andrew— él aparece frente a mí con una sonrisa de ternura.— Te quiero, Andrew— intento abrazarlo pero se esfuma provocando que caiga al suelo.

— Lo siento, pero no podemos tocarnos— me giro y allí está él.

— ¿Por qué no?— digo angustiado al asimilar sus palabras.

— Porque estás en el Limbo.

— No entiendo nada— murmuro poniéndome en pie.

— A quien no entiendo yo es a ti— dice cruzándose de brazos con gesto serio.— ¿Por qué has intentado suicidarte?

— No quiero vivir en un mundo sin ti. La situación me ha superado y yo... Simplemente no quería seguir sintiéndome solo.

— Dan, algún día estaremos juntos de nuevo pero aún no ha llegado tu hora. No debes forzar las cosas— me dice alzando la palma de su mano para colocarla sobre mi mejilla pero se detiene antes de posarla sobre ella.— La vida es el mejor regalo que nos concede este mundo. No desperdicies la tuya.

— Estaba muerto en vida, Andrew. Para vivir así, prefiero no hacerlo.

— ¿Y qué hay de tu familia? ¿De la gente que te quiere? ¿Por qué no piensas en ellos?— me pregunta y yo niego con la cabeza frustrado.

— ¡Les importo una mierda a todos! Llevo meses sin verlos. Si desaparezco no se daría nadie cuenta— digo a la defensiva.

— Estas muy equivocado, Dan.

— No tienes ni idea. No sabes en lo que se ha convertido mi vida. ¡Es el jodido infierno tenerme que levantar por las mañanas!— grito con rabia.

— Tienes que seguir adelante. No puedes detener tu vida por mí. Yo ya no estoy, es un hecho que debes asimilar.

— No soy capaz, Andrew...— dejo caer mis brazos abatido y cierro mis ojos con fuerza.

Cuando los vuelvo a abrir me encuentro sobre una tumbona en la playa en la que estuvimos en Puerto Rico.

— ¿Recuerdas lo que te dije aquí?— miro a mi derecha y ahí está Andrew, tumbado a mi lado igual que aquel día.

Todo parece tan real...

— ¿Cuál?— pregunto confuso.

— Te dije que si algún día algo me ocurría, quería que rehicieses tu vida.

— No puedo...

— Puedes. Es lo que yo quería y sé que tú hubieras querido lo mismo— me dice con paciencia.

— Andrew, te echo tanto de menos...

— Yo también, amor— me dice con una sonrisa triste.

Se acerca poco a poco a mí y me da un suave beso en los labios. Noto su contacto. Lo noto. Esto no es un sueño.

— Ahora, tienes que volver— dice separándose de mí.

— ¡No! ¡No quiero volver!— digo desesperado.

— Tienes que hacerlo, Dan. Eres muy fuerte. Sé feliz, por mí, y que no te preocupe el qué dirán. Te amo, Daniel Vólkov— me dice y su imagen se va distorsionando hasta que todo a mi alrededor se vuelve completamente negro.

•••

Recupero la consciencia. Oigo voces pero me resultan muy lejanas. Intento abrir los ojos pero me pesan. Parpadeo varias veces intentando acomodar mi visión.

— Está despertando— escucho decir a alguien y al instante noto que aprietan mi mano con determinación.— Vamos, Dan, abre los ojos, por favor. No me hagas esto— escucho la voz quebrada de mi hermana.— ¡Fredek, avisa al doctor!

— ¿Dó-dónde estoy?— pregunto con mi voz rasposa.

— Estás en el hospital,— me explica,— tuviste un accidente con el coche— dice y los recuerdos de la noche anterior vienen a mi mente.

No fue un accidente. Accidente fue que no me matase.

— Daniel,— dice mi padre entrando por la puerta abalanzándose sobre mí,— nos has dado un buen susto— dice con lágrimas en sus ojos.

¿Por qué están tan tristes? No es necesario que finjan dolor ni preocupación. A estas alturas, creo que ya es demasiado tarde para ello.

— Señor Vólkov,— saluda un doctor que se acerca a mi lado,— ¿cómo se encuentra?

— No he estado mejor en toda mi vida— digo sarcástico.

— ¿Sabe que el sarcasmo es la forma más baja de humor, Señor Vólkov?— me dice serio y yo ruedo mis ojos.— La policía está en camino, quiere hacerle unas preguntas— me dice y yo asiento sin ganas.

— ¿Qué pasó, Dan?— me pregunta Aeryn y yo giro mi cabeza sobre la almohada en otra dirección.

No contesto. No tengo ganas.

— Me suena su cara...— murmura el doctor.— ¿Ha estado ingresado en este hospital alguna vez?— pregunta oscultándome y dando pequeños golpecitos en mis piernas para, supongo, ver si reaccionan.

— No— respondo de forma escueta.

— ¿Está usted seguro? Me suena de haberle visto bastante por este hospital.

— Sería por Andrew— respondo y el dolor vuelve a mi ser al pronunciar su nombre.

El doctor me mira impactado. No pensé que le recordaría.

— Andrew era un buen chico— murmura más para sí mismo.— ¿De qué se conocían?

— Éramos novios.

— ¿Novios?— pregunta sorprendido.— ¿Andrew era...

— ¡Sí, Andrew era un vampiro y gay!— alzo la voz harto de tanto interrogatorio.— Y sí, estaba con un lobo también gay, ¿algún problema?

Todos en la habitación me miran con sorpresa. Es la primera vez que admito lo que soy en voz alta y, joder, ¡qué bien sienta! Lástima que ya sea demasiado tarde.

— Volveré dentro de una hora para ver cómo está— dice el doctor cuando termina de revisarme y yo asiento.

— ¿Nos vas a contar de una vez qué pasó?— pregunta Fredek.— Los médicos dicen que disparaste las tasas de alcohol en sangre.

— Me alegro por ello— digo cansado.

— Esto no es un juego, Dan,— me dice serio,— podrías haber muerto.

— ¿Y? ¿Desde cuándo os importa qué coño me pase?— digo con rabia.

— ¿Qué estás diciendo?— pregunta mi padre frunciendo el ceño.

— Iros— digo y miro hacia la ventana.

— Pero, Dan...— murmura Aeryn y yo la interrumpo.

— ¡He dicho que os vayáis! ¿Cómo lo tengo que decir?—digo ofuscado.— Quiero estar solo.

Finalmente, todos terminan saliendo de mi habitación.

Es irónico que les pida que me dejen solo cuando toda esta situación ha sido propiciada por mi soledad.

Qué cansado estoy de todo.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora