Epílogo

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Años después...

Me remuevo en la cama agotado y agobiado en partes iguales por el calor que hace. El verano en Almería es la muerte en vida. ¡Me siento como si estuviese en un horno crematorio! Unos gritos agudos provenientes de fuera de la habitación hacen que me desvele del todo. Sonrío sin querer salir de la cama al ser consciente de que en el momento en el que lo haga, la batalla campal empezará y yo ya estoy mayor para estas cosas.

Abro los ojos y me sorprende no ver a Orrel durmiendo. Normalmente soy yo quien se despierta antes. Bostezo y estiro los brazos intentando desperezarme. De repente, un estruendo hace que me incorpore en la cama y dos críos entran como locos gritando.

— No...— murmuro dejándome caer de nuevo sobre la cama.

Daniel trepa por las sábanas huyendo de su hermana mayor Laura. Suelto un alarido cuando la niña se tira sobre mi estómago y río mientras lucho buscando el aire que a duras penas llega a mis pulmones.

— ¡Dámelo!— grita la niña y yo rezo porque no pisen alguna parte de mi cuerpo más delicada que otras.

— ¡No! Papá me lo regaló a mí,— refunfuña el niño.

No digo nada, me limito únicamente a sonreír. Me recuerdan a Aeryn y a mí cuando éramos pequeños.

Qué rápido ha pasado el tiempo para todos.

— ¡Chicos! ¿Qué hacéis aquí?— mi chico aparece en escena salvándome de los guerreros.— El tío Dan necesita descansar.

— ¡Pero si ya es de día!— se queja Laura.

— ¿No queréis ir a la playa?— y con esas palabras los niños salen escopetados de la habitación como si no hubiera un mañana.

— Mi héroe,— río y estiro los brazos para que se acerque a mí.

— Lo siento,— deja un pequeño beso en mis labios.— He intentado durante toda la mañana que no se acercasen a la habitación pero me ha sido imposible.

— No te preocupes. Tendrías que haberme despertado antes. Muchos niños para una sola persona, porque estoy seguro de que sus padres estarán por ahí de terraceo,— digo mientras salgo de la cama.

— Qué bien lo sabes— ríe; mi sonido favorito.

— Vístete y vamos con el resto. Están comiendo en el bar de abajo,— frunzo el ceño.

— ¿Comiendo? Aquí se come tarde,— digo buscando un reloj.— ¿Qué hora es?

— Las dos y media de la tarde,— dice divertido mientras sale del cuarto.

Me ducho a toda velocidad y salgo del apartamento. Si creía que en la cama hacía calor, en la calle se podrían freír huevos en el suelo. Me pongo mis gafas de sol y entro en el local en el que nos reunimos todos los años. Saludo al dueño y me dice que me esperan en la terraza interior. A medida que camino por el pasillo, el ruido y la alegría se hacen más presentes.

— ¡Buenos días, princesa!— grita mi sobrino Lev y yo le enseño mi dedo corazón ante las carcajadas del resto de la mesa.

Me siento entre Orrel y Andrea, la esposa de Lev. Ella me murmura que no le haga caso y yo paso un brazo por mis hombros dejando un beso en su cabeza.

Aún recuerdo el día en el que Lev nos presentó a su mate. Al saber que era humana, a Aeryn le trajo muchos recuerdos tristes por la historia de nuestros padres. Como Lev vio mal a su madre, indagó en dicha historia y entendió cuáles eran sus preocupaciones por lo que no dudo ni un solo segundo en renunciar al puesto de Alfa y abandonar la manada para vivir junto a su mujer en la ciudad natal de ella, obligando a su hermana pequeña a ocupar ese puesto, cosa que aceptó con gusto. Obviamente Fredek no se tomó bien la decisión de su primogénito pero en eso ha salido a su padre y no dio su brazo a torcer. Para mi sobrino su mate era lo primero y su padre lo terminó aceptando.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora