Capítulo 28

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DAN

Si no he vomitado seis veces entre ayer y hoy, no he vomitado ninguna y seguramente lo vuelva a hacer en el mostrador de facturación. Encima el idiota de mi novio no para de reírse de mí. Creo que no tiene ni idea del terror que siento solo con la idea de montarme en ese cacharro con alas.

— ¿Cómo vas?— como no quite esa sonrisa de imbécil de su cara ya, me encargaré yo de borrársela.

— ¿Tú que crees?— le digo haciendo una mueca de asco hacia su persona.

— Pareces un niño pequeño, Daniel.

— ¿Te puedes callar de una vez?— siseo mientras la cola para entregar el pasaporte avanza.

— Tampoco es para tanto— ríe.

— ¿Por qué mierdas crees que en todos los años que mi madre y Aeryn han vivido en Irlanda no las he ido a ver ni una sola vez?— le digo encarándole con cara de pocos amigos.

— Vale, tranquilo, lo he pillado, sólo te estoy tomando el pelo, Dan.

— ¿Pero no ves lo jodido que estoy, Andrew?— le digo desesperado.— ¿Crees que para mí esto es un juego?

— No, no lo es— me dice dejando de sonreír.

Parece que mi cara unidas a mis palabras le han hecho por fin entender que lo estoy pasando mal de verdad.

— Estaré contigo todo el tiempo, Dan— dice intentando tranquilizarme.

— Claro,— bufo,— para ti es fácil decirlo, ¡ya estás muerto! Pero yo no...

Volvemos a avanzar y le mostramos la documentación a una señorita con el uniforme de la compañía con la que volaremos. Nos desea buen viaje y a poco estoy de escupirle cuatro cosas bien dichas en la cara pero Andrew debe ver mis intenciones y me empuja para que siga andando.

El camino por el túnel para acceder al avión para mí es como el paso del purgatorio hacia el infierno. Ya dentro, una azafata nos indica donde están nuestros asientos y allí que vamos.

El comandante habla y yo sudo la gota gorda. Me agarro con todas mis fuerzas los posabrazos de mi asiento cuando enciende los motores. Cierro mis ojos con fuerza y noto que me falta el aire.

— Te aviso, hasta que despeguemos tardaremos un buen rato— me dice Andrew.

— ¡Joder, no ayudes!— alzo la voz histérico.

— ¿Se encuentra bien, caballero?— oigo la voz de una azafata a la cual ni me molesto en mirar.

— Mi amigo se pone algo nervioso cuando vuela,— explica Andrew.— Le he dado un calmante hace un par de horas para que se relaje.

La azafata se va después de intercambiar unas palabras más con Andrew.

— Dan, ¿te quieres calmar? Estás asustando a esos niños.

— ¡No ves que no puedo!

— Relájate, te está apunto de dar un ataque de ansiedad— dice preocupado.

— Ah, ¿que aún no me ha dado uno?— digo irónico.

— Te he dado pastillas como para dormir a un caballo pero los lobos resistís mucho a los medicamentos— me explica.

— ¿Por qué yo? ¿Por qué un lobo? ¿No podría ser un hada y tener unas puñetera alas que me evitasen tener que pasar por esto?— digo al borde del llanto y noto la risa de un niño a mi lado.

— ¿Tú de qué te ríes, humano?— me giro de golpe para encararle y le enseño mis dientes de lobo y le rujo de forma que sólo me oiga él.

El chico de unos siete años al que tanta gracia le causaba mi mal estar, comienza a llorar y yo me descojono en mi interior.

— Muy bonito,— dice Andrew cruzándose de brazos serio,— "¿tú de qué te ríes, humano? Aaaarg",— me imita y ruge como si fuese un ogro.

— ¡Ha empezado él!— replico y el rueda sus ojos.

— Sabes, hay otra forma de que quedes inconsciente— sonríe con malicia y yo le miro espectante.

El me enseña sus colmillos dándome a entender que si bebe de mi sangre caeré rendido.

— Prefiero esperar a que la pastillita haga efecto— miro hacia el frente y oigo su risilla a mi lado.

No sé cómo ni cuándo pero los medicamentos terminan haciendo efecto.

•••

Después de despertarme en el aeropuerto de Londres, donde hacíamos escala, y después de montar el show de rigor en el avión una vez más, llegamos a San Juan.

Yo voy de lado, medio drogado por la cantidad de pastillas que me ha dado Andrew. Si no fuera porque es médico, no me hubiese dejado.

Despierto aturdido en una mullida cama, en una habitación desconocida hasta el momento para mí.

— ¡Por fin despiertas!— dice Andrew alzando sus brazos— casi nos hemos perdido un día entero de viaje por ti, Bella Durmiente— dice y se tira sobre la cama sobresaltándome.

— ¿Qué hora es?— pregunto viendo que aún es de noche.

— Madrugada, el jet lag— dice y se encoge de hombros.

— Necesito una ducha— digo y salgo de la cama mientras me desvisto.

Abro el grifo de la ducha y el agua caliente destensa mis músculos agarrotados por la tensión del avión.

La mampara es abierta por Andrew, quien entra completamente desnudo.

— ¿Hay sitio ahí dentro?— pregunta divertido y yo hago que me lo pienso para después cogerle del brazo y tirarle hacia mí.

— ¿Por qué has tardado tanto?— digo y le beso sujetándole de la cintura, pegando nuestros pechos lo máximo que las leyes de la física nos lo permiten.

El pasa sus brazos por detrás de mi cuello y enreda sus dedos en mi pelo mientras el agua cae sobre nosotros.

— Te has portado mal— murmuro entre beso y beso.— Me lo has hecho pasar fatal en el avión.

— ¿Y qué pretendes hacer?— dice siguiéndome el juego.

Le giro bruscamente para colocarme detrás de él estampándole contra la cristalera de la ducha.

— Tendré que darte una lección— susurro en su oreja.

No dudo al introducirme dentro del él. Él gime pillándole de imprevisto mi embestida. Le lamo la oreja y el cuello mientras acaricio su pecho y abdómen con ambas manos. El pega las suyas al cristal, al igual que su mejilla. Nuestros jadeos provocan que todo se empañe. Gotas de sudor se camuflan entre las de la ducha. La sensación que me provoca estar dentro de él es... indescriptible. Bajo mi mano derecha y le acaricio el miembro. Tiembla de gusto y no hay nada que me satisfaga más que su reacción ante mi toque.

No sé el tiempo que estamos así, ni cuándo terminamos. Nos mantenemos sentados en el suelo de la ducha con el agua aún cayendo sobre nosotros, abrazados, Andrew con su cabeza en mi pecho y yo con la mía apoyada en la pared.

— Estoy deseando coger el avión de vuelta— murmura Andrew y yo no puedo evitar reír con cansancio.

Sí, Soy Lobo Y Gay, ¿Algún Problema? [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora